martes, 10 de febrero de 2015

¿Periodistas?

“Informar, enseñar y entretener” es la máxima acuñada por la BBC que ha servido históricamente de referencia para los profesionales del periodismo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte y con especial naturaleza en la televisión vemos como estas tres bondades de la labor periodística, también terminan en el retrete con la misma facilidad  que muchos profesionales de la política intentan sobornar nuestra s entendederas con sus tan manidos brotes verdes, desde el día siguiente que se diera el pistoletazo de salida a esta puñetera crisis.

El pasado domingo un habitual colaborador del Diario HOY en su columna dominical, arremetía contra todos aquellos que pensamos que “la recuperación económica” es una falacia más que lo único que pretende es ganar tiempo ante el, cada vez, mayor cabreo de la gente. Así, descalifica a los que cuestionamos el desproporcionado sacrificio que ha significado para la ciudadanía “salvar” bancos que se encontraban al borde de la bancarrota por la negligente gestión de sus administradores  por cuanto, según este, mejor eso que “quedar sin una sola peseta a los clientes depositarios de sus cuentas” (*).

En primer lugar, entiendo que lo de “la peseta”, no debe ser más que una consideración sentimental  hacía la antigua moneda y en segundo, nada más incierto cuando es el propio Banco de España quien garantiza que los primeros 100.000 € de cada depositante, serán reintegrados por el mismo, en caso de quiebra de la entidad. Ante lo que, en todo caso, habría que preguntarse: ¿cuántas personas conoce usted de su entorno que tengan más de 100.000 € en capital efectivo? O dicho de otro modo ¿Cuántos de los que tienen más de esa cantidad no habrían tenido la certeza suficiente de sacar, con anterioridad suficiente, su capital de un banco a tal extremo cuestionado?

Por otro lado, hace tiempo que deje de ver con asiduidad las tertulias políticas de televisión, especialmente aquellas que resultan poco más que un agitado gallinero y de donde, entre interrupciones y algarabías, es difícil sacar algo en claro. Pues en esas que andaba el sábado por la noche zapeando por los canales y me encontré de lleno al ínclito  Paco Marhuenda diciendo que “el pueblo no quiere experimentos y buena prueba de ello es Islandia que, después de su revolución de 2008, había vuelto a sentar en el gobierno a uno de los partidos tradicionales”.

Pues bien, como lamentablemente se ha convertido ya en algo normal en la verborrea de otro buen número de personajes y personajillos públicos, el director de La Razón –que por cierto no sabemos cuándo la dirigirá ya que se pasa el día de plató en plató-, se limitó a decir solo una “media verdad”. Y de forma más que interesada ya que lo que no dijo es que el Partido Progresista, de carácter liberal, que efectivamente rige los destinos actuales de Islandia y es uno de los partidos considerados tradicionales dentro del staff político islandés, sigue negándose a pagar la deuda contraída por los bancos frente a inversores extranjeros, tal como viene exigiendo el pueblo desde que se desatara la crisis islandesa. Vamos que si de alguna manera recalarán por estos lares los liberales islandeses, el propio Marhuenda y sus acólitos anti todo bicho viviente que se avenga a contradecir el sistema, los sentarían entre un retrato de Stalin y otro de Castro, como nos tienen más que acostumbrados en las redes sociales, a la par que nos cuentan historias de gulags y de las miserias sudamericanas para adoctrinamiento del personal.

El periodismo, hasta hace solo unos años, había afianzado su posición en lo que se le dio en llamar “el cuarto poder”, a costa de la fuerza de la palabra. Hoy, desde el momento en que los periodistas dejaron de gestionar profesionalmente buena parte de los medios, para pasar a controlarlos emporios financieros de todo tipo, son utilizados por estos como una manera de coaccionar al pueblo y a sus representantes en beneficio de sus propios intereses.

Sus consecuencias las estamos padeciendo desde hace tiempo y, quizá la más importante, sea la manera en que se ha adormecido a la población, incapaz de reaccionar con la solvencia suficiente para, en primer lugar, haber evitado tan descabellada manera de entender este modelo económico y, en segundo, impedir que sus perversidades recaigan de manera casi exclusiva sobre el grueso de la misma.

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2 comentarios:

  1. El control de la información o, mejor dicho, su manipulación sutil redunda en una población maleable e ignorante. Ciertos tertulianos, como el que nombras, gustan de atacar a los nuevos partidos con un argumentario bastante previsible, y con un tono de voz similar al que aplica un padre ante las torpes tonterías de un infante. Nos advierten de que se acerca el caos, la supresión de libertades, el fin de la democracia... mientras ellos, en esencia, están haciendo lo mismo. Y no es poco.

    Resulta lamentable que una profesión tan noble y adalid de la libertad como es el periodismo acabe convertida en un producto más de esta cadena fabril de despropósitos. Y lo que se persigue, por tanto, es el beneficio económico mediante el amarillismo, el morbo y la especulación alocada; más audiencia, más acólitos, más dinero y más almas para el horno.

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    1. Sin duda. Mi hijo terminó la carrera de periodismo va camino de tres años -en España poco menos imposible de ejercer dignamente para los jóvenes licenciados-, y desde hace años, en los ciclos de conferencias que asistía, los propios directores de los diarios hablaban de la supervivencia de los medios antes los nuevos retos, especialmente, las nuevas tecnologias.

      Lo que no decían era quienes se ocultan detrás de los medios y los intereses particulares de cada uno de los mismos. Hoy, en consecuencia, la profesión de periodista está en franca derrota en España pero, como siempre, quienes verdaderamente pierden son los propios periodistas y sus lectores.

      Un saludo.

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