domingo, 3 de abril de 2016

El reinado del mal

Tras un reciente viaje a Múnich, donde hemos tenido la ocasión de visitar el Memorial de Dachau en el primer campo de concentración de la Alemania nazi y alguno de los rincones más emblemáticos de la ciudad donde alumbró el movimiento, ha caído en mis manos una mini serie de televisión canadiense de hace unos años, “Hitler: el reinado del mal”. La historia nos cuenta los años de juventud de Adolf Hitler, su paso por la 1ª. Gran Guerra y su ascenso en la política hasta convertirse en el Führer en 1934. Robert Carlyle nos ofrece una interpretación sobresaliente del exagerado carácter del dictador pero lo que más debería llamarnos la atención de la película es recordar las circunstancias que envolvieron a Alemania y a su pueblo para que un hombre con una mente psicótica, enferma de odio, generara tal empatía que arrastrara al pueblo a semejante locura. Y lo que es peor: que los paralelismos con la situación actual se hacen cada vez más evidentes.

Hitler supo conjugar en su acalorado y vehemente discurso varios contextos que calaron sobremanera en el pueblo alemán de forma mayoritaria mediante sus impetuosas arengas, plagadas de medias mentiras y medias verdades pero con un convencimiento absoluto fruto de su obsesión desmedida, que acabaron contagiando a una sociedad pesimista y maltrecha como la de aquel tiempo. Por una parte las devastadoras sanciones impuestas a la derrotada Alemania dictadas en el Tratado de Versalles que ponía fin a la 1ª. Guerra Mundial, las penurias del pueblo alemán consecuencia de ello amplificadas por la Gran Depresión de 1929 y un nacionalismo radical, buscando la respuesta a  todo sus males en “lo diferente”–judíos especialmente, pero también en personas con sentimientos religiosos minoritarios, además de homosexuales, gitanos, etc.-, formaban un cóctel explosivo al que Hitler supo darle forma y encandilar en la manera que lo hizo a los sufridos alemanes.

Las diferentes modalidades de fascismo se encontraban en su apogeo en toda Europa a resultas de la Gran Depresión. Tanto como la confrontación entre los postulados comunistas procedentes de la Rusia soviética y los nacionalismos radicales y conservadores de muchos países del resto del continente que ponían en entredicho las democracias occidentales. Los tradicionales partidos liberales y socialdemócratas eran incapaces de poner coto a tales perversiones y países como Italia, Alemania y España, de uno u otro modo, acabaron sucumbiendo al empuje del fascismo.

Hoy, 80 años después de aquello, vuelven a repetirse los mismos excesos y estamos viendo como proliferan los movimientos fascistas por todo el continente mientras las autoridades comunitarias, con su habitual política del avestruz, siguen sin ser conscientes ni de lo que representan ni de su historia pasada. Lo hemos vuelto a ver en Bruselas cuando un numeroso grupo neonazi se ha interpuesto a otros muchos ciudadanos que pretendían honrar a los muertos del reciente atentado. Y lo vemos cada día en muchos países europeos en los que se están haciendo con importantes cotas de poder.

Radicales de ultraderecha en Bruselas
En España, quizá consecuencia de venir de una larga dictadura con esos mismos tintes, todavía ninguna formación política de esas características presenta un aspecto relevante en la escena pública. Sin embargo la propia policía, desde hace años, reconoce tener localizadas más de 250 bandas de este tipo en España y buena parte de las mismas de carácter muy violento. Pero donde más se advierte su acentuada proliferación es en las redes sociales donde con una verborrea y una virulencia marcadamente agresiva, incitan al odio y a la violencia xenófoba y partidaria y donde un nuevo nacionalismo de orden radical se hace cada vez más latente.  Temas como las pretensiones independentistas catalanas, la inmigración y los símbolos identificativos de la nación española suelen situarse entre sus principales premisas con las que aprovechan cualquier acicate para despacharse a su antojo sin el más mínimo recato.  

Los nuevos movimientos sociales, bien intencionados pero faltos de experiencia en la guerra de trincheras en que se ha convertido la política y que inspirados en los valores de la vieja Europa han puesto en evidencia a las actuales élites políticas y económicas, están sirviendo también de chivo expiatorio para alimentar un odio cerval contra los mismos por parte de los grupos ultraconservadores. El tratamiento dado a dichos movimientos desde significativos medios de comunicación, mediante el ejercicio de una incesante propaganda en su contra que lejos de su faceta periodística pretende demonizarlos en favor del ominoso poder financiero, tiene como claro objetivo predisponer a una desconcertada población frente a estos y, de paso, mantener un modelo económico que está reportando ingentes beneficios para las grandes corporaciones industriales, financieras y de servicios en detrimento de las clases medias y de trabajadores de base.

Europa no está sufriendo las secuelas de una guerra como ocurriera en la Alemania de Adolf Hitler, pero el resentimiento hacia una clase política ensimismada por ese mismo poder financiero que distanciada por completo de la realidad de la calle es incapaz de resolver los problemas de la gente, las terribles secuelas y enormes desequilibrios sociales a los que ha dado lugar la crisis económica y la manifiesta incapacidad de los políticos europeos para resolver también los problemas de su entorno más cercano –guerras fratricidas con trasfondos económicos, el conflicto palestino,  flujos migratorios incontrolados, crisis de refugiados, el terrorismo yihadista, etc.-, forman otro extraordinario caldo de cultivo para que el fascismo vaya calando en buena parte de unos ciudadanos desorientados y hartos de tanta incompetencia.

No se trata ahora de presuponer el enésimo conflicto armado europeo pero sí que las continuas restricciones a la libertad, fruto de todos estos desatinos, pudieran estar dando pie a un nuevo modelo de sociedad donde, en pos de un supuesto orden y seguridad, tal como ocurriera en 1934 con la llegada de Hitler al poder, la democracia resultara otra vez fulminada incapaz de hacer frente a una nueva modalidad de fascismo.

Quizá todo esto puede resultar exagerado pero del mismo modo nadie podría haber imaginado que aquel joven pintor frustrado que vagaba por la calles de Múnich, hace ahora casi un siglo, acabara dejando tras de sí un reguero de destrucción y muerte con casi 60 millones de cadáveres.

"Quede esto para recuerdo de los muertos y advertencia para los vivos" Memorial de Dachau.


10 comentarios:

  1. Las autoridades sí que son conscientes, y quieren que se repita la historia pasada, quiere que haya otra guerra de grandes proporciones, destruir, reconstruir, ese es el gran negocio de los capitalistas. Volverán a hacerlo.

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    1. En realidad ya el negocio de la guerra no lo es tanto la venta de armas o la reconstrucción que viene después, que también. El principal negocio de la guerra es "el control del poder". Y hoy ya tampoco es necesario todo ese reguero de destrucción y muerte que lleva aparejado cualquier conflicto bélico.

      Basta con tener controlada, ensimismada, manipulada a la población para lograr los objetivos. El recurso del miedo -con el fenómeno del terrorismo y la inseguridad global-, y del pensamiento único desarrollado a través de una contundente industria mediática pueden ser suficientes para convertir a los ciudadanos a una suerte sumisa.

      Saludos.

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  2. Hay una fuerte industria bélica detrás, necesita vender sus armas.

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  3. Al final toda masa está formada por individuos, y son estos y no la masa los responsables de lo que ocurre. Ante las mentes débiles, debilitadas y deformes por estrechez de miras y ausencia de espíritu crítico, cualquier idiotez se convierte en credo y fanatismo. Pero seguir o no seguir al fanático, creerse las mentiras, es un ejercicio individual. Por eso opino que Alemania tuvo muchos Hitlers, que por conveniencia o falsa convicción participaron y contribuyeron a la locura.

    Lo peor es que no hemos aprendido absolutamente nada. No puedo decir que se haya aprendido ni un 1 %. Es todo ignorancia, opiniones sesgadas, pobremente contrastadas... Lo normal cuando alimentas a los individuos con mediocridad hasta que sus panzas se hinchan y vomitan mediocridad.

    Entonces, ¿cuál es el rumbo actual? Repetir los errores, no aprender nada y aumentar las cotas de destrucción un 50%. Por cada persona de mente clara y valores buenos, nos topamos con diez mil balsas sin vela que se dejarían llevar por la corriente con tal de no dar un paso al frente.

    Y, por otro lado, quizá esa relatividad de la que tanto se habla es una técnica de distracción. Quizá el mal y el bien sí existen, y todo lo que no sea hacer bien, cae por descontado en el saco del mal. Incluso la inacción.

    Un saludo.

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    1. Es cierto, la responsabilidad es de cada cual. Pero, igualmente, no es menos cierto que hay otros factores que han modelado a esos mismos individuos en pos de su indiferencia o lo que es lo mismo su propio descrédito.

      Es aquí donde entra la industria mediática a través del marketing y la publicidad para promover en las personas un consumismo exacerbado y así, de alguna manera, nublarles la mente, la capacidad de pensar, de opinar, de ver más allá de su último capricho.

      Es un problema de educación, de cultura, en definitiva una forma de anular la capacidad de pensar y decidir por sí mismos de los seres humanos.

      Un saludo.

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  4. Europa ¿ que es Europa actualmente ?es una inmensa maquinaria de funcionarios , edificios ,sedes etc etc MUY costosa , pero lo que es peor ¿ quienes " mandan " en Europa ? pues una gran cantidad de políticos mediocres cuando no corruptos , no hace falta hacer una larga lista de nombres , todos conocemos a demasiados , entonces ¿ que se puede hacer ? solo se me ocurre una solución pero están improbable , que es prácticamente imposible , TODOS los ciudadanos de bien , la gente normal y corriente que son la mayoría , tiene que tomar la iniciativa , saliendo a las calles y plazas masiva y asiduamente pata decir BASTA YA , váyanse a casa señores dirigentes NO LOS QUEREMOS y que hombres honrados , preparados , dignos tomen las riendas y que haya una justicia de calidad que vigile estrechamente todo aquello que se salga del mandato recibido por la ciudadanía . O los " hechamos o nos echaran " Un saludo

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    1. Yo estoy de acuerdo con lo que expones, pero, a mayores, hace falta que cuando esas personas honestas tomen el relevo, sean capaces de decir "NO" a las corruptelas que les saldrán por el camino. Entonces, la cura verdadera de la corrupción es una educación bien pensada, pero los resultados se ven al cabo de los años y por eso no interesa.

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    2. Precisamente por eso ya digo lo de la justicia de calidad . Saludos

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    3. Sí, es correcto pero como ya vosotros mismos afirmáis, la movilización social es difícil y cuando se da como ha ocurrido en España, Grecia, Portugal y otras partes todo el aparato de la industria se vuelve contra ella para no perder sus intereses.

      Pero no es imposible y el ejemplo de Islandia da buena fe de ello. Tendremos que seguir apostando por impulsar un cambio en el marco político/económico por que nuestro futuro depende de esa capacidad de movilización y tanto o más importante de la capacidad de entender la gravedad del problema.

      Al fin y al cabo, como decíamos antes: un problema de cultura y educación.

      Saludos.

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    4. Pues claro que es problema de cultura y educación , en España a una gran parte de la ciudadanía le pareció aberrante , la acampada en la Puerta del Sol de Madrid del 15 M . En Francia el mayo del 68 provoco la MAYOR huelga general de Francia con mas de 9.000.000 de participantes, puso en un apriete al general De Gaulle y hubo que anticipar las elecciones generales , solo es un pequeño ejemplo de la diferencia en la educación y la cultura entre dos países . aquí y ahora a pesar de los Bárcenas , Rato Rita Barbera ,el borrado de discos duros en la sede de un partido , de Púnica , Emarsa
      , Tarjetas opacas de Caja Madrid , etc etc etc sigue sacando mas votos el PP

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