sábado, 29 de octubre de 2011

5 millones de parados y los políticos… a su bola

Hoy hemos conocido el último dato: España roza los 5 millones de parados. Desde que el castillo de naipes que empezara a edificarse a mediados de los 90, apuntara su derrumbe a mediados de 2007 y se desmoronara definitivamente un año más tarde las cifras del desempleo se han multiplicado en todo el mundo desarrollado y han alcanzado cifras que ni siquiera podían imaginarse desde que existen registros de ello. Sangrante también en el caso del desempleo juvenil que ha de representar el futuro de nuestra sociedad y del que la OIT presenta datos escalofriantes. Pero ciñéndonos a los datos que nos tocan, mientras en la UE el desempleo bate records con un incremento de casi el 35 % desde el inicio de la crisis, en España anda ya por el 175 %, como podemos ver en el gráfico adjunto, si comparamos los datos de Junio de 2007 (1,780 mill. de parados, frente a los 4,900 mill. de Agosto de este año) y que, como hemos visto hoy, sigue creciendo sostenida pero inexorablemente.


En España el extraordinario desarrollo de la burbuja inmobiliaria, consecuencia de la Ley del Suelo de 1998 durante el gobierno Aznar y mantenida hasta su explosión por el gobierno Zapatero, dio lugar a una ingente mano de obra en un contexto absolutamente desproporcionado para la realidad del país. Su resultado ha sido funesto y en lo referente al aumento del desempleo se estima que alrededor de 1.5 mill. de personas han acabado en las listas del paro de forma directa a todo lo referente al sector inmobiliario. Es imposible, por otro lado, saber en qué proporción indirectamente ha afectado la quiebra de la construcción al resto de los sectores de la industria y el comercio pero, qué duda cabe, que ha tenido que ser igualmente de forma ingente dado el peso de la misma en la economía española –que hay quien llegó a cifrar hasta en el 40 %-. Máxime en España, un país con un tradicional problema endémico en cuestiones de desempleo, víctima de su deficiente nivel en servicios públicos en relación al resto de los países comunitarios de similar desarrollo, dada la enorme cantidad de ocupaciones que los mismos conllevan. De ahí que, tradicionalmente, España haya doblado la tasa de desempleo de la media europea. Si España contará con el mismo nivel de servicios públicos que países como Francia o Alemania, no digamos ya el caso de Suecia, la tasa de desempleo, en el peor de los casos, estaría hoy al nivel de esa misma media europea.

Mientras tanto los políticos siguen enfrascados en los mismos dimes y diretes de siempre sin aportar soluciones claras y menos aún eficientes, tras cuatro años de una sangría del desempleo que no parece tener fin para la mayoría de la población europea y muy particularmente la española. Por un lado los primeros mandatarios europeos vienen reuniéndose cumbre tras cumbre con la única resolución clara de cuándo va a tener lugar la siguiente, pero sin afrontar las raíces del problema. En estos últimos días, empeñados en salvar a los bancos –y salvar lo insalvable, la deuda griega-, parecen que han acordado una serie de medidas que, como siempre, puede que beneficien a unos pocos pero van a causar serios trastornos a la mayoría, en su línea habitual. Andan empeñados estos en ayudar a unas empresas, bancos y cajas, que dicen tener problemas pero siguen presentando, en plena crisis, unos balances multimillonarios y unos salarios para sus ejecutivos, independientemente de la situación de la entidad, verdaderamente de quitar el sentido. Si no, solo hay que repescar los diarios de hace unos días sobre lo ocurrido en España con entidades de carácter semipúblico como Novacaixa Galicia y la CAM para ver cómo han quedado esas cajas sus primeros espadas, con la anuencia tanto de los gobiernos autonómicos y del Banco de España que deberían haber ejercitado el control de las mismas.

Por su parte, ya más a lo nuestro, ante las cifras del desempleo conocidas –que no imprevistas-, en España, poco que destacar de las declaraciones de unos y otros. El presidente Zapatero que se va, Rubalcaba que dice todo lo contrario de lo que ha hecho hasta ahora y Rajoy, don Mariano, que hoy se ha sacado de la manga una de esas parodias de ruedas de prensa que no admiten preguntas, en la que ha arremetido, como de costumbre, contra el gobierno pero sin aportar, también como de costumbre, ninguna solución clara y práctica al respecto. Pero bueno, por lo menos sí que ya sabemos, como viene repitiendo en numerosas ocasiones, que el presumible –de no mediar un cataclismo al medio-, futuro presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy,  gobernará como “Dios manda” (sic). Lo que no sabemos es a qué Dios se refiere, si al de la Conferencia Episcopal o al de las Redes cristianas que dicen que si Jesús volviera ahora a la Tierra sería “un indignado” más. Me temo que no será así y seguirá aliado con el primero, tras tantos siglos de mutua conveniencia.

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