jueves, 22 de diciembre de 2011

El nuevo gobierno y sus dogmas de fe.

Hace muchos años, en mi época de estudiante cuando el régimen franquista empezaba a dar sus últimas bocanadas, tuve un profesor de religión –sacerdote por supuesto-, con el que mantenía ardorosos debates entorno a mis dudas sobre mi fe en Dios, el cristianismo y ese tipo de cosas. Acabaría perdiéndola definitivamente, por aquellos mismos entonces, pero siempre recordare a aquel hombre -un tipo realmente simpático con el que se podía mantener todo tipo de porfías de una forma muy amena y agradable-, cuando llegado a un extremo de la conversación al final solo le quedaba decir: “Felipe, esto es dogma de fe y si te lo quieres creer te lo crees y si no…”

El Partido Popular acaba de formar gobierno tras su victoria en la pasada elecciones generales, acorde a esa declaración de intenciones que constituyó su programa durante la pasada campaña y del mismo modo que se adjudicó en el discurso de investidura Mariano Rajoy que, aunque lejos de pormenorizar en detalles, sí respondía al mismo dogma que sigue manteniendo toda la derecha reinante en Europa, antes y después del inicio de la crisis, a pesar de los desastrosos resultados obtenidos hasta la fecha. Dicha idea se basa, primordialmente, en dos conceptos, reducción del gasto y austeridad en lo público y recuperación de la confianza por parte de los mercados, en la seguridad de que con ello la iniciativa privada terminará creando empleo y con ello se promoverá la generación de riqueza en beneficio de todos. ¿Pero, existe algún dato histórico o empírico que avale esta creencia? Objetivamente no.

La historia una vez más nos demuestra a la vista de los hechos que se desarrollaron durante la primera mitad del siglo XX, consecuencia de la Gran Depresión  –único precedente asimilable a la actual situación de crisis sistémica-,  motivada a su vez por la vorágine consumista y especulativa de los Felices 20, que la contraposición a los mismos de políticas de austeridad en el desarrollo de las actividades públicas redundan en un absoluto fracaso, entonces personificado en el presidente Hoover en EE.UU. y en los trágicos sucesos que acabaron desenvolviéndose en Europa. Del mismo modo que ha venido evolucionando ahora un escenario de muy similares características con la única salvedad del contexto histórico en que se desenvuelve. Solo alteremos nombres y fechas y podremos ver como se reproducen aquellos hechos en un paisaje actual resultado de una década excelsa (1997-2007), presa igualmente del consumo obsesivo y de las burbujas especulativas de toda índole así como de unas políticas regresivas tras derrumbarse el castillo de naipes con la caída de Lehman Brothers en 2008.

A la vista del gobierno que se nos ha presentado hoy –por cierto y como de costumbre, en rueda de prensa sin preguntas para evitar explicaciones más allá de lo estrictamente necesario-, hemos vuelto a ver prácticamente, las mismas caras de siempre en una vuelta de tuerca del “más de lo mismo” que no está sumergiendo a lo más hondo del precipicio. Hasta resulta significativo que el nuevo Ministro de Economía, Luis de Guindos, estuviera bajo la disciplina del mismísimo Lehman Brothers, en su momento más álgido.

En fin tendremos que esperar a final de año para que se nos anuncie desde el nuevo gobierno su primera batería de recortes ya que la segunda, probablemente, venga tras las elecciones andaluzas de la primavera próxima ya que, como ha ocurrido en tantas ocasiones, la clase política es incapaz de dejar de lado la perspectiva electoral.

4 comentarios:

  1. Se auguran tiempos catastróficos, un porvenir peor que incierto. Se ha visto la entrada del túnel, pero ¿y la salida? De momento la oscuridad se vuelve cada vez más espesa.

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  2. Efectivamente Lorenzo y además, a pesar de los calamitosos resultados que van dando todas esas medidas en Europa, la obcecación es enorme. Enfin, ya veremos.
    Un Saludo.

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  3. Concuerdo con lo expuesto, pero que hayan sido elegidos para ocupar los puestos de representantes de una sociedad no les da carta blanca para hacer lo que quieran.

    Sinceramente, todos sabemos que sus medidas no funcionarán y que, o mucho nos equivocamos, o acabaremos repitiendo errores del pasado. Entonces, ¿por qué no nos movemos y promovemos un cambio de rumbo? ¿Tanto le cuesta a nuestras mentes pasivas hacer un quiebro en la caída libre que llevamos?

    En el fondo a nadie le importa. Preferimos preocuparnos por cuestiones banales antes que afrontar la responsabilidad de nuestros actos. Y así, lentamente, todo se echa a perder.

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  4. Sí creo que le importa a la gente Elemento Cero y probablemente más de lo que nosotros podamos creer. Yo he asistido a todas las manifestaciones que el 15M ha convocado en mi ciudad y aunque la afluencia era buena eran muchos más los curiosos que se quedaban mirando alrededor y no he apreciado, especialmente, sensaciones de rechazo -al margen, logicamente de lo que digan algunos medios de comunicación-.

    ¿Por qué ocurre esto? La respuesta sería terreno propio para la sociología. Quizá la interpretación más lógica es que estamos ante una labor -y no digo que sea preconcebida que puede que sí, aunque yo no sea muy partidario de las teorías conspirativas, creo más que las cosas son consecuencias de una evolución-, de carácter propagandístico y si cabe mercadotécnica que ha intentado hacer creer a la gente que todo lo que quisieran podía estar a su alcance.

    Realmente a todos nos gusta tener una mejor casa, unas mejores vacaciones, etc. pero si caemos en la tentación de convertir esto en una necesidad imperiosa -que es el mayor de los errores equiparar conceptos tan dispares como riqueza y felicidad-, daremos prioridad al individualismo por encima del bien común.

    Y si a esto añadimos la precariedad laboral en la situación actual, esta sí que bien interesada por la industria y las principales corporaciones empresariales, hace que el miedo a la pérdida del puesto de trabajo todavía haga más dificil la movilización general.

    En fin, a pesar de todo creo que, en este sentido, tenemos que seguir siendo optimistas y por eso tantos estamos aquí y en otras redes y otras organizaciones apostando por ello. El tiempo corre en contra nuestra es cierto y el enemigo es extraordinariamente poderoso como he referido en muchas ocasiones. Pero David -y lo dice uno que no es creyente-, acabó venciendo a Goliat... y tenemos la obligación de seguir apostando por ello.

    Felices Fiestas a todos.

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