sábado, 18 de febrero de 2012

Grecia, España y el pueblo

Los políticos y muchos medios de comunicación, interesadamente, tienen la habilidad de hacer llegar a la ciudadanía ciertos mensajes que, dichos entre líneas, acaban calando en la misma sin que, realmente, hayan sido puesto en boca en ninguna parte.

Últimamente ante la tragedia del pueblo griego estamos viendo como se van filtrando numerosas noticias acerca del modus vivendi de la sociedad griega en los últimos años, que pasa por un sistema público, absolutamente disparatado en relación al nivel de ingresos del Estado. No es posible imaginarse otra cosa que el objetivo de esta campaña no sea otro que hacer creer al grueso de la opinión pública internacional que es el pueblo griego en todo su contexto el culpable de su situación, cuando realmente los verdaderos artífices de la misma son los gestores políticos de ese modelo social y, muy especialmente, los sucesivos gobiernos habido en el país las dos últimas décadas, quienes junto a Goldman Sachs, el celebérrimo banco de inversiones estadounidense, falsearon las cuentas públicas helenas para poder incorporarse y mantenerse en la disciplina del euro, así como la negligencia, extorsión y voracidad de la banca alemana y la ineficiente gestión supervisora de los organismos responsables de la U.E.

Nadie puede ser culpable de percibir unas pensiones, unos salarios o unos servicios públicos por encima de lo asumible por el estado, más que los responsables de la gestión del mismo ya que es imposible conocer, por la ciudadanía, la solvencia del tesoro público para afrontar tales desembolsos. De ahí que inculpar de lleno a toda la sociedad griega de los desatinos de quienes ejercieran esa responsabilidad solo pueda pretender justificar un oscuro y perverso futuro no solo para ella, sino para el conjunto de la sociedad europea predisponiéndola de modo que los trabajadores asuman ver diezmados sus derechos tanto en el ámbito público como en el privado.

En el caso de España, los responsables del Partido Popular vienen repitiendo, una y otra vez, con la intención de convertirlo en un mantra que “no se puede vivir por encima de nuestras posibilidades”. Pero no es posible convertir en una verdad divina algo que ya lo es desde el principio de los tiempos a no ser que, igual que en el caso anterior, se pretendan imbuir otras ideas de más profundo calado como la reducción de la calidad de vida, derechos y libertades que tanto costaron conquistar.

Es rigurosamente cierto que en el caso más flagrante de la economía española como ha sido el de la burbuja inmobiliaria, no podemos eximir de sus responsabilidades, como hemos dicho ya en otras ocasiones, a aquellas personas que cegadas por la propaganda tan negligentemente aspiraron a una propiedad por encima de su capacidad de endeudamiento. Pero muy de peor modo habría que enjuiciar a las entidades financieras que, alegremente, lo promovieron y que atraídas por su propia avaricia concedieron infinidad de créditos -especialmente hipotecarios pero también de otras muchas índole-, de dudosísima solvencia en base a tasaciones ilusorias muy por encima del valor real de mercado, cuando sí que en su caso habría que presuponer sus capacidades técnicas y profesionales. Y por encima de ambos, como máximos responsables de la gobernanza de la nación, los sucesivos gobiernos que, desde la funesta Ley del suelo de 1998, permitieron tales actividades sin control ni supervisión alguna.

Tanto los gobiernos del PP como del PSOE, este durante su primera legislatura, en una visión absolutamente demencial de las teorías neoliberales, sobrepasando incluso las de los nombrados otras tantas veces Friedman o Hayek, máximos exponentes de las mismas, no solo no ejercieron su necesaria labor de revisión, sino que promovieron el triunfo de la economía especulativa sobre la productiva mirando hacia otro lado ante el flagrante desarrollo de la citada burbuja. Mientras además, por otra parte, tampoco hacían nada por evitar el fenómeno más dañino para la industria nacional y en general europea como lo ha sido el de la deslocalización, o lo que es lo mismo el desmantelamiento masivo de la industria para su reubicación en países, por lo general, extracomunitarios, en busca de la reducción de costes a costa de la precariedad de las condiciones laborales. Sin que el estado hiciera prácticamente nada por evitarlo ni ofreciera una alternativa a cambio a los miles y miles de trabajadores damnificados más allá de las jubilaciones anticipadas o los subsidios por desempleo.

En definitiva, ahora culpabilizar al pueblo y sus acciones, aunque la misma libertad de elección personal haya traído pésimas consecuencias en muchos casos, de ser el responsable de la crisis actual no deja de de ser además de una falaz inquina, una extravagante maniobra de la clase política dirigente para inculparlo por el daño hecho y justificar acciones del todo injustificables en pro del recorte, esta vez, de esa propia libertad y de sus derechos legítimos, dando extrema validez a unos deberes redundantes, de manera especial, en el beneficio de una clase dominante cada vez más poderosa y más alejada del mismo.

8 comentarios:

  1. Aquí en la tele francesa se dice que el pueblo griego no pagaba sus impuestos, cometía fraude, y por eso el Estado se declaró al borde de la quiebra. Es como si pretendieran decirnos que los griegos están teniendo su merecido, cuando aunque fuera cierto lo que dicen está claro que reducir los salarios y permitir el despido libre no va a fomentar la creación de empleos ni va a facilitar la salida de la crisis, puesto que la gente no tendrá dinero para gastar y el PIB bajará aún más. Lo más probable es que los dirigentes quieren hundir el barco aposta. Están buscando adrede la ruina de Europa. ¿Por qué razón? Sospecho que hay informaciones cruciales que nosotros ignoramos. Yo creo que saben muy bien que el sistema no se sostiene y están sencillamente sacando el máximo de provecho posible. Es como el que da por muerto a un enfermo en fase terminal y en lugar de querer sanarlo le hurga en los bolsillos para robarle lo que tiene. El sistema se desmorona y las consecuencias no las conoce nadie. Creo que habrá guerra, una guerra buscada por la élite para conseguir cierto equilibrio entre el consumo planetario y sus verdaderos recursos. Cuando les interese, se van a cargar a la mitad de la población. Llamadme alarmista, pero lo veo venir.

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  2. Magnífico artículo, J. Felipe, de verdad que sí. Los medios de comunicación se limitan a repetir las ideas que los políticos -y sus verdaderos amos- se dedican a esparcir, y lo peor es que son ideas falsas, pensadas para manipular a la población y sembrar la resignación sobre una capa de temor. Así, como bien dices, se nos vende la moto de que los griegos se lo merecen, que eran unos mangantes aprovechados, que vivían a cuerpo de rey... La misma imagen, aunque quizá no tan extrema, se vende de los españoles o los italianos, todo para tener un pretexto que legitime los atropellos que se están aprobando legislativamente ahora y que vendrán en el futuro.

    Lo único cierto es que la clase política y las empresas financieras que sin dudar sacaron tajada -escrúpulos fuera-, son las verdaderas responsables de esta calamidad. La gente, a causa de su mentalidad ovejil, tiende a replicar aquello que ve o que le dicen, máxime si esas ideas han tenido repercusión en los medios, que todavía mucha gente considera "incuestionables".

    Aquí lo que hay que hacer es depurar responsabilidades y que los culpables paguen los platos rotos. Porque yo no pienso aceptar un país sin derechos sociales o cercano a la explotación esclavista, por cuestiones de "competitividad", "ahorro del déficit" o perogrulladas por el estilo. Si quieren que yo acepte un futuro negro y la miseria, entonces quiero ver cómo mis dirigentes hacen lo mismo y se deshacen de sus trajes caros, de sus coches de lujo, de sus viajes en primera clase, etc. Además, también me gustaría que no pudiesen tener varios cargos a la vez, con la consecuente lluvia de dinero, cuando hacen más bien poco, y lo poco que hacen mal. Podría seguir, pero solo me llevaría a una sobredosis de bilis.

    Lo dicho, muy grave. La guerra de la que habla Lorenzo, yo también la temo, pero no será una guerra de tanques y metralletas. Será una guerra tan silenciosa, que no me sorprendería que ya hubiese acabado.

    Un saludo.

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  3. El 25 % de los griegos no pagaba sus impuestos, según se dice por ahí Lorenzo. Y otras fechorías por el estilo. Pero aún. si esto fuera cierto, podrá acusarse a ese 25 % de falta de ética o moral pero quien es el auténtico responsable es la clase política por no hacer cumplir las leyes o por redactar leyes que no son acordes a las necesidades y obligaciones del país. Es el mismo caso de los paraísos fiscales; podrá criticarse y mucho a las grandes fortunas que poco o nada aportan en sus respectivos países desviando las mismas a estos, pero lo que es un auténtico desmán es la pasividad de la clase política para con ellos con los gravísimos perjuicios que ello significa para el grueso de los ciudadanos.

    Saber porqué esto ocurre, porqué a pesar de su evidencia la troika y la Merkel están dispuestos a arruinar y llevar a la podredumbre y a la miseria al pueblo griego, no cabe en el sano juicio. Sí, todos sabemos que el objetivo de la canciller es que los bancos alemanes recuperen, a toda costa, el dinero que en su día tan burdamente invirtieron en Grecia, fruto de su propia avaricia, pero de ahí a sacrificar a millones de personas para satisfacer la gula de unas empresas privadas debería distar un abismo.

    Y así todas las políticas que se están llevando a cabo en el continente desde 2007, y sobre las que se sigue ahondando con cada vez peores resultados para los ciudadanos. ¿Cómo acabará esto? Difícil es saberlo. En los 30 sí que sabemos cómo terminó y aunque los escenarios parecen repetirse –EE.UU. puede que este recobrando ciertas mejoras mientras Europa se hunde cada vez más-, cabría esperar todavía una revolución en la clase política auspiciada desde las calles. Tal y como van las cosas no parece esto fácil ya que cuenta en su contra con los grandes medios de comunicación que, por otra parte, pueden servir de trampolín a nuevos movimientos populistas que, probablemente, acabarán surgiendo fruto igualmente de la desesperación y la pobreza.

    Del mismo modo, como bien dice Oscar, llama poderosamente la atención como la población raya tal grado de inconsciencia que sigue el juego a esa clase dominante y la exime de cualquier responsabilidad, por mucho que la critique. Valga como ejemplo el otro día en la hora del café matutino, uno de los contertulios habituales, preguntaba qué podíamos hacer al respecto, a lo que yo le respondí que lo primero es no mantener esa actitud borrega para con los políticos que mantiene una gran parte de la población. Que si en las elecciones solo acudiera a votar el 20 % de la misma o los votos en blanco representaran el 60 % de los escrutados, los políticos no se verían respaldados y puede que “otro gallo cantaría”.

    Pero en cualquier caso como esto es rayano a la utopía solo cabe esperar que sea la calle, como hemos dicho muchas veces, la que sea capaz de movilizar a las masas en beneficio de una sociedad mejor. El problema, como también hemos comentado, es que los grandes medios de comunicación que podrían realizar una labor inestimable a favor de esto, están predispuestos en contra ya que desde hace tiempo son propiedad de grupos financieros a los que los objetivos del periodismo, informar, enseñar y entretener como dice Rosa Mª. Artal, les importan un bledo.

    ¿Qué la guerra ya ha empezado? Es posible. De un lado nosotros y los que piensan como nosotros y nos esforzamos en explicarlo, enfrente los que mandan y pretenden adueñarse de nuestras vidas y nuestros recursos y en medio la masa despistada pendiente de decantarse a uno u otro lado. Es una lucha desigual, es la lucha de la ilusión y los deseos de un mundo mejor para todos –no de una utopía que, a fuerza de ser sensatos es inasumible aunque no debiera perderse de vista como referencia del camino-, frente al deseo de un mundo mejor para unos pocos. Veremos.

    Gracias a ambos por vuestros espléndidos comentarios.

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  4. poco puedo añadir a todo lo dicho, pero sí una cosa, no sólo los políticos son los cupables de todo este tinglado, los funcionarios responsables de custodiar la justicia y no dejar que la manipulen , tambien son responsables, ¿o acaso no cobran sueldazos para fiscalizar o dar fé de situaciónes a veces injustificables? Insisto una vez más, el banco de España no ha ejercido su función supervisando todoas estas terribles operaciones bancarias sin escrúpulos, no ha revisado todas esas reclamaciones de los clientes de los bancos, si lo hubiese hecho, no estariamos como estamos.

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  5. Por supuesto Mar ya que hay normas -de mayor o menor rango-, que podían haberse ejercitado en aras de un mejor control. Pero, al margen de la desidia que pudiera haberse dado, ha de ser la clase política la que debe impregnar a sus subordinados de ese espíritu. Debe exigir y exigirse a si misma como poder legislativo que es y así la ha elegido el pueblo, la confección y el cumplimiento de las normas reguladoras que impidan tales desatinos.

    Además, pones el dedo en la llaga en el mejor ejemplo a proposito de todo esto como lo es el Banco de España. Pero, recordemos que su gobernador es nombrado por el rey a propuesta del presidente del gobierno. Y, vista la ineptitud del mismo, es el propio gobierno el que tiene la potestad de cesarlo si no está cumpliendo debidamente -como así ha sido-, las funciones para que fue elegido.

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  6. El problema de fondo es que no se depuran responsabilidades, España es un problema enorme de favores y de corrupción y lo que se sigue haciendo es callar y tapar, no se destapa toda la trama montada por qué es demasiado grande.

    No podremos seguir adelante siendo así de mentirosos y falsos, es el gran problema, ahora el pueblo sufre consecuencias, se le acabó el bienestar y ven que sus representantes siguen sin ayudarles. Terrible, lo que acontece es terrible...

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  7. Como digo algunas veces Mar, se puede decir más alto pero no más claro.

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  8. No se puede culpabilizar al ciudadano, de la nacionalidad que sea, de algo que es debido al sistema económico-social imperantem y bajo el cual se han comerido y se están cometiendo toda clase de tropelías. Como dice J. Felipe, cada uno a su manera, debemos luchar para que el sistema se venga abajo. Una persona -creo que tenía razón- me dijo que se debía de emplear la estrategia que se utiliza en el fúlbol. Me explicó que en el fútbol, en contra de los que puede pensar un profano, no se ataca de frente, sino siempre por los laterales. Creo que tenía razón; creo que fue así como Gandhi consiguió la independencia.
    Creo que somos los ciudadanos, los que pueden llevar a cabo esos ataques.

    Iremos hablando de ello.

    Un saludo

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