miércoles, 21 de marzo de 2012

Las reformas, la crisis, la Pepa y la oratoria del gobernador.

El Instituto Cervantes justifica la expresión “las comparaciones son odiosas” con la necesidad de evitar comparar personas o cosas entre si, para evitar que alguna se sienta menospreciada o porque cada una tenga sus propios valores. En la cosa política, los asalariados del gremio tienen la costumbre de teatralizar sus intervenciones, sobre todo en eventos importantes o lo suficientemente significativos, para la componenda de unas manifestaciones que poco o nada tienen que ver con la realidad , salvo en la porción de utilidad que ello pueda reportarles.

Cortes de Cádiz
Eso es lo que, ni más ni menos, ha ocurrido estos días en Cádiz aprovechando el bicentenario de “la Pepa” o lo que es lo mismo la Constitución española de 2012. Por una parte nos hemos encontrado al presidente del gobierno con esa, cuanto menos, asombrosa verborrea que le hace capaz de permanecer largo tiempo delante del estrado y de una multitud ávida de saber… sin decir absolutamente nada. Y por otra parte la puesta en escena de toda la parafernalia necesaria para hacer brillar con luz propia a los actuales reyes de España.

En el primer caso, pretender hacer conjugar en un mismo plano la batería de reformas –léase “recortes”- y medidas de austeridad  en el gasto e inversión pública que se están tomando en España –como en el resto de Europa-, con la probada consecuencia del deterioro económico y social de millones y millones de familias en todo el continente, con unas leyes fundamentales que pretendían acabar con el absolutismo reinante en la España de principios del siglo XIX en beneficio de la libertad, el bienestar y los derechos del pueblo, es un absoluto dislate propio solamente de personas interesadas en manipular la historia a través de una elaborada y mediatizada palabrería para justificar unas conductas del todo reprochables. Y en el segundo, poner a la monarquía como paradigma de ese modelo raya el castaño oscuro cuando fue el propio rey, Fernando VII, a su regreso a España dos años más tarde de su promulgación, quien derogó la misma a favor de la autocracia absolutista.

Los actos y la solemnidad rayana en lo excesivo impuesta al recordatorio de unos hechos que, si bien resultaron significativos en la historia, en lo primordial apenas si tuvieron consecuencias prácticas, solo cabe pensar que han tenido también como motivo dos objetivos muy alejados de lo que debería haber sido la proposición inicial. El primero de ellos la reafirmación y expresa justificación de las acciones tomadas y por tomar por el actual gobierno de España en perjuicio del pueblo y beneficio de la clase dominante y en segundo lugar incentivar la curiosa campaña orquestada, desde la irrupción del caso Urdangarín en la escena pública, a favor de la Corona.

No vamos a extendernos más en lo que no debería considerarse más que una mera anécdota y recordatorio para la conmemoración de la Constitución de 2012, pero sí que hemos creído oportuno detenernos por un momento en tales hechos, para poner en entredicho unas actuaciones sobredimensionadas y, probablemente, encaminadas a otros fines muy distintos de los que deberían haber sido. Casi con toda probabilidad y salvando la distancia de dos contextos históricos tan dispares cabría pensar que los agasajados, ante tales modos, hubieran acabado despachando de no muy buena gana a sus propios “agasajadores”.

4 comentarios:

  1. Esto es una obra de teatro, y sus actores tienen la solemne convicción de que la gente es idiota, algo que por desgracia no siempre se puede desmentir. Al soltar esas perlas tan cuestionables se cubren de gloria, pero el efecto que tiene en el público no es en absoluto el del escepticismo; la gente se rinde con facilidad ante esos mágicos seres con verborrea bien hilvanada, independientemente de que digan mucho, poco o nada.

    A veces me pregunto cómo pueden tener tanta cara, porque decir tamañas sandeces juntas y seguir en el poder sin mayores consecuencias es, cuanto menos, curioso. Supongo que en ninguna parte pone que es imprescindible el sentido común.

    Un saludo.

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  2. Al hilo de lo que dices Oscar, cuántas veces habré pensado que cuando lleguen a caasa, por la noche, estos asimilados a políticos y se paren a pensar la cantdiad de estupideces que han dicho a lo largo del día... o ¿será que se lo creen?

    La verdad que preocupa lo que dices en el primer parrafo de tu comentario ¿cómo puede creerselo teanta gente? No obstante, tengo la sensación que ya hay algunos que se están desengeñando y conforme vayan pasando los meses y vean que "los perros no se atan con longanizas"... a ver que pasa. Veremos

    Gracias por comentar.

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  3. No hay nada como conversar con sentido comun, tan dificil en estos tiempos...

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  4. Basta recurrir, Mar, poco más que a lo que la historiografía y las hemerotecas ponen a nuestro alcance. El problema radica en la facilidad para la desmemoria que tienen los políticos y la enorma capacidad de su industria mediática para contagiar a millones de personas en ese mismo sentido.

    Es asombroso, por ejemplo, como estos mismos políticos se echan en cara extraordinarios casos de corrupción, de uno u otro lado -el famoso "y tu más" a que nos tienen acostumbrados-, con una facilidad que sobresale del más mínimo juicio. Un auténtico disparate como estamos pesenciando estos días en las elecciones andaluzas ccuando el PP está echando continuamente en cara al PSOE el dislate de los ERE,s, mientras a todo un ex-presidente autonómico de su propio partido lo condenan a la carcel. ¡¡Y se quedan ambos tan panchos!! Y, además, hay hasta quienes les jalean y aplauden.

    El sentido común, es más que obvio, no es el que aplican los políticos de hoy a su forma de hacer ni a sus tomas de decisiones por mucho que algunos lo repitan machaconamente. El sentido común, por definición, es "una facultad que posee la generalidad de las personas, para juzgar razonablemente las cosas", algo que, como vemos cada día, queda muy lejos de esos centros de poder empeñados en adueñarse de nuestras vidas y que están intentando poner en manos de esta viciada clase política las herramientas necesarias para conseguirlo.

    Un saludo Mar.

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