Para muchos, no faltos de razón, uno de los problemas
fundamentales para la resolución de esta crisis, es el desconocimiento casi absoluto de la realidad cotidiana de la ciudadanía por parte de las personas que tienen en su debe la obligatoriedad de dar solución a esta. Esto es, el resultado del distanciamiento entre lo que en verdad es el día a día del pueblo, de sus problemas, de sus virtudes, de sus alegrías o de sus miserias y el establishment que controla el poder político y económico de la sociedad. Esa deformación de la realidad y la pérdida de percepción por parte de esa clase política que le imposibilita para dar una certera solución a los problemas del pueblo. Tanto es así que, como dice una buena amiga relativamente próxima a ese elevado círculo, lo que para los mortales de a pie queda fuera de toda lógica, lo que los ciudadanos consideramos absolutamente anormal e irracional, para los ensimismados por la alta esfera de la política, llega a convertirse en normal.
fundamentales para la resolución de esta crisis, es el desconocimiento casi absoluto de la realidad cotidiana de la ciudadanía por parte de las personas que tienen en su debe la obligatoriedad de dar solución a esta. Esto es, el resultado del distanciamiento entre lo que en verdad es el día a día del pueblo, de sus problemas, de sus virtudes, de sus alegrías o de sus miserias y el establishment que controla el poder político y económico de la sociedad. Esa deformación de la realidad y la pérdida de percepción por parte de esa clase política que le imposibilita para dar una certera solución a los problemas del pueblo. Tanto es así que, como dice una buena amiga relativamente próxima a ese elevado círculo, lo que para los mortales de a pie queda fuera de toda lógica, lo que los ciudadanos consideramos absolutamente anormal e irracional, para los ensimismados por la alta esfera de la política, llega a convertirse en normal.
El 15M ni ha representado, ni representa, ni tiene porque
representar mucho más de ello, otra cosa que ser el altavoz del pueblo. El 15M
lo que ha hecho no ha sido otra cosa que sacar los colores a la clase política
y dominante de este país y de otros tantos donde ha ido contagiándose, poniendo
de manifiesto públicamente en voz viva, lo que la inmensa mayoría de la
población habla, dice, piensa y opina cada día en su casa, en su familia, con
sus amigos, en el trabajo, en la barra del bar o en la tertulia del café de la
degradación de nuestro entorno económico, político y social. Lo que dice y
piensa de esa misma clase política, de ese mismo establishment que hablábamos
antes y de toda su parafernalia mediática que le rodea y que todos sabemos
coincide mayoritariamente con el pensamiento de la mayor parte de la ciudadanía.
Y lo que se creyó en un principio era una mera anécdota se acabó convirtiendo
en una auténtica “molestia” para los que han usurpado los intereses del pueblo
motivo este por lo que, desde las cúpulas del poder, se intenta criminalizar al
movimiento desde entonces con la clara intención de diezmar sus posibles
efectos sobre la ciudadanía.
A pesar del redoblado esfuerzo de numerosos medios de
comunicación el
15M ha permanecido vivo a lo largo de este último año. Motivos no le han
faltado para ello. Esa misma degradación continua del modelo social y
democrático que vienen sufriendo las diferentes sociedades europeas y
particularmente la española no ha dejado ni deja de dar pie a grupos de
ciudadanos, independientemente de su clase y condición, dispuestos no solo a
transmitir desde la vía pública y desde todos los foros a su alcance las
ilusiones y desilusiones de la mayor parte de los ciudadanos, sino se ha
atrevido a ir a más y dentro de sus posibilidades reales, mantiene
colaboraciones y ayudas en muchos distritos y barrios de, sobre todo las
grandes ciudades donde “el señalar” tiene menos trascendencia en el común, a
todas aquellas personas que están pasando por enormes dificultades.
Estar indignado en este entorno social cada día más desdibujado,
especialmente
desde las propias instituciones no es nada difícil. Lo realmente difícil es transmitir desde lo
público ese mismo sentimiento y contagiar de ello al todo el pueblo. El miedo a
la pérdida del puesto de trabajo ante la dificilísima coyuntura económica y la
precariedad laboral fruto de las diferentes reformas que solo tocan los
derechos y deberes de los asalariados y la intensa labor de la industria
mediática al servicio de sus propios intereses y de quienes se creen dueños del
cotarro hacen difícil que movimientos como el de los indignados cale lo
suficiente en la gente para convertirlo este en actos absolutamente
multitudinarios.
No obstante la historia nos demuestra una vez más que no ha
tenido que ser siempre mayoritaria la respuesta del pueblo a movimientos como
el de los indignados aunque este haya arraigado por todos los rincones del mundo, para que
estos hayan promovido la introducción de ciertos cambios en el modelo social.
Ni siquiera el Mayo
del 68 francés, fue secundado en su totalidad pero, de una forma u otra, marcó
diferentes caminos para los posteriores gobiernos franceses que tuvieron que ser
conscientes del malestar social de la población y actuar conforme a ello. Por
mucho que pretenda disimularse el 15M ha calado hondo en la sociedad, tanto que
de hecho es noticia con inusitada frecuencia, tanto a favor como en contra,
cuando se deja ver con más luminosidad. E incluso entre la clase política que,
aún su acostumbrado desorden y desidia por el orden natural de las cosas, se ha
visto obligada a atender –aunque haya sido de forma poco sensible-,
reivindicaciones reiteradas desde el 15M como ha sido el caso de la dación en
el pago de las hipotecas, uno de los peores dramas que están viviendo numerosas
familias de este país.
Todos tenemos la capacidad de indignarnos ante los
desagravios de toda índole que se están produciendo sobre el grueso de la
ciudadanía y tenemos que ser conscientes que esta crisis está llevando por unos
derroteros más que tenebrosos todas las conquistas sociales que se han
cosechado en los últimos 100 años. Es necesario que el pueblo se haga oír. No
podemos exigir de todos estos movimientos sociales que sean ellos los que
resuelvan los problemas de la sociedad. Para ello están los políticos y toda su
corte mediática –que lástima, como hemos comentado en numerosas ocasiones desde
esta bitácora, que los grandes medios de comunicación haga mucho que dejaran de
responder al ideario del periodismo-, pero sí que estamos en nuestra obligación
de alzar la voz contra todas esas injusticias, contra todas esas tropelías, que
están llevando a la ruina a millones de familias en toda España y en toda Europa,
para colmar los insultantes beneficios de un pequeño corpúsculo de mercaderes que
han decidido adueñarse de nuestro mundo y con él de nuestras propias vidas.
el 15M es el corazón del pueblo y el pueblo llano grita BASTA YA DE CORRUPCION Y MENTIRAS!!!
ResponderEliminarEs lo único que nos queda, y no tenemos nada que perder. Es decir, ¿hasta dónde vamos a quedarnos callados? Antes las injusticias hay que protestar y promover alternativas, y los políticos, si merecen llamarse así, han de atender las necesidades y requerimientos del pueblo y proponer soluciones que, al menos, intenten colmar nuestros anhelos. No se piden soluciones milagrosas ni sociedades utópicas, solo un interés sincero por mejorar la calidad de vida de las personas, la sociedad -una meta que me parece loable y lógica-.
ResponderEliminarPero, por desgracia, esos millones que se ahorran en recortes de sanidad y educación acaban en las arcas de entidades financieras fraudulentas, y la población se queda con cara de idiota. ¿Es normal? ¿Es admisible? Lo sorprendente no es que exista un 12M o un 15M, lo sorprendente, ilógico e imposible de creer es que no exista un movimiento similar todos los días desde hace dos o tres años. Tal y como están las cosas, el sistema se ha convertido en una tomadura de pelo que violenta la dignidad e inteligencia humana, y hasta aquí hemos llegado.
Con un poco de suerte, los indignados de hoy serán los políticos del mañana, y poco a poco, la función de teatro sufrirá una transición hacia actos y escenas más propicios. Porque sí, el mundo actual es horrible e injusto, pero no mucho más que el de hace 5 años. La cuestión es que ahora somos conscientes de que vivíamos en una locura, y que ya es suficiente.
Un saludo.
Gracias por vuestros comentarios. Lo importante, a mi criterio, del 15M es poner "voz en grito" lo que realmente siente la mayor parte del pueblo en relación a la situación actual. Y que, dentro de esto, está haciendo darse cuenta a la gene que esa locura colectiva que, de forma interesada por unos pocos, se desató a finales de los 90 solo podía conducir a esto. Y, en consecuencia, las soluciones aportadas a la resolución de la crisis, desde 2007, por los mismos que la provocaron lo único que está haciendo es hundir en la miseria a toda la sociedad.
ResponderEliminarSaludos.