sábado, 5 de mayo de 2012

¿Qué fue del periodismo?

En mis tiempos mozos tenía dos devociones, una por el periodismo y la otra por la historia, especialmente la contemporánea, esa que estudiábamos desde la Revolución Francesa hasta nuestros días, aunque al día de hoy nunca diera tiempo llegar. Pero no pude estudiar ninguna de las dos, en mi familia no había posibles para ello porque ambas había que estudiarlas fuera de casa como hasta ahora sigue siendo, a pesar –y no pongo en duda que se den los casos-, de todo ese vasto número de carreras que dicen que por exceso quieren eliminar. Pero mira por donde mi hijo que, no porque sea mío claro está, siempre ha sido un fenomenal estudiante, además de preocupado por su entorno y amigo de sus amigos, se acabó entusiasmando por la historia –eso sí, más antigua que la mía-, aunque al final prefirió el periodismo –cosas de la vida-, porque desde allí decía tendría un púlpito desde el que ofrecer sus conocimientos a los demás.

Le quedan poco meses por terminar su periplo por una desilusionante facultad que parece quedó anquilosada con la muerte de la dictadura hace ya “taitantos” años. Siempre he creído que la enseñanza en España tiene dos problemas fundamentales, el primero el de la familia atrapada por la vorágine consumista y el segundo en la nefasta gestión de la poca inversión pública en la misma. Pero eso sería otro tema y no hemos venido ahora a hablar de ello. De lo que hemos venido a hablar es de cómo un chico estupendo y con una preparación extraordinaria –que se ha ganado el mismo más por sus sacrificios que por el interés del servidor público que le compete-, va a marcharse no solo de España sino de esta Europa maldita empeñada en llevar a la ruina a cuantos más mejor y, muy particularmente, para intentar ejercer su profesión con una dignidad que por estos lares los grandes medios se han encargado de echar abajo.

 Escuchaba en una ocasión a Rosa María Artal que los tres caballos de batalla que deberían guiar el ejercicio del periodismo son la información, el conocimiento y el entretenimiento. Lástima que estos tres parámetros cada vez aparezcan menos cuando encendemos la televisión, escuchamos la radio u ojeamos las páginas de cualquier diario. Salvo honrosas excepciones, la mayor parte de los principales medios de comunicación están denigrando la profesión del periodismo hasta límites insospechados, incluso los que un día tuvimos por bandera aquellos que tanto luchamos por la democracia en los albores de la misma en España. Por regla general los medios responden en una parte muy importante a intereses de accionistas que poco o nada tienen que ver con los mismos y al de emporios financieros que, de una manera u otra, los controlan poniéndolos al servicio del poder que más interese. Hoy la horda neoliberal que se adueñado de la escena internacional en las dos últimas décadas está utilizando el periodismo como lobby de presión a su libre albedrío menospreciando no solo a la profesión y a quienes tratan de ejercerla –con salarios de miseria y una precariedad asfixiante-, sino manipulando la información y deformando la realidad para conducir a la opinión pública donde más le interesa.

Hace unos días periodistas de todas las esferas se han echado a la calle para reivindicar el ejercicio libre de su profesión y la caótica situación en que, desde el punto de vista de la actividad laboral, se encuentra ésta en España desde hace tiempo. Salarios de miseria y una lamentable situación de precariedad laboral como decíamos anteriormente, jornadas laborales maratonianas, absoluta indefensión ante la carencia de libertad informativa y la sobreexplotación de los estudiantes en prácticas –aprovechando el vano sacrificio de los becarios-, en detrimento de los profesionales y en beneficio de la empresa, ha colocado la profesión de periodista como la segunda más castigada por la crisis después de todo lo relacionado con el mundo de la construcción.

 Causa cuanto menos sonrojo ver como se rubrican e incumplen continuamente acuerdos deontológicos entre los medios para responder adecuadamente a las obligaciones de los comunicadores para con sus oyentes, lectores o espectadores ante, por ejemplo, los desvaríos y desmanes de la clase política. Tal es el caso de las ruedas de prensa sin preguntas, a las que se ven obligados a acudir los periodistas presionados por sus propios medios en una puesta en escena que resulta esperpéntica. La imposibilidad, por el mismo motivo, de exigir respuestas acordes a lo demandado en las entrevistas a esos mismos políticos constituyendo un auténtico fraude para la opinión pública. O la usurpación de la profesión a manos incluso de ex convictos en un intento de los medios por favorecer un modelo social y económico que está sacudiendo todos los pilares éticos y morales de la sociedad.

Sin duda el sostén de esta crisis y el evidente aprovechamiento que se está haciendo de la misma para desmantelar todos los derechos y conquistas sociales que tanto sufrimiento costaron conseguir, no podría mantenerse ni perpetuarse si los grandes medios de comunicación interpretaran la parte que les compete desde la perspectiva de la inmensa mayoría de los ciudadanos y no en beneficio de unos pocos interesados en sus usufructos.

Por eso y mientras esos mismos que cuentan con la omnipresencia del poder establecido no puedan impedirlo será internet, la red de redes, la telaraña mundial, la que tenga que levantar obligatoriamente la voz por el bien presente y el futuro de nuestros hijos ante el cruel enfoque de la mayor parte de los grandes medios de comunicación.

2 comentarios:

  1. El periodismo está subyugado a la nefasta situación de cataclismo sistémico que nos ocupa, como todas las profesiones y ámbitos personales que existen hoy por hoy. Nada ni nadie se salva de las garras ponzoñosas de esta bestia que hemos alimentado entre todos.

    Internet se ha convertido en el periodista "libre y renegado", y nosotros somos parte de él, pero los gobiernos lo saben y sus regulaciones más recientes apuntan con rifle de francotirador a este renegado. Por nuestra seguridad, o por proteger la propiedad intelectual, le pondrán mordaza al único que habla, y luego vendrá el silencio y nadie tendrá nada que decir.

    Sea como sea, el colapso es inevitable. Cuando ocurra, saldré a la calle a dar palmadas, pues al igual que ante la muerte de un ser querido se llora, ante un vil enemigo fenecido se "ríe".

    Un saludo.

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  2. Como siempre magnifica prosa para una excelente apostilla.

    Un saludo

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