martes, 27 de noviembre de 2012

Las elecciones catalanas o el juicio de los necios.

CiU ha vuelto a ganar las elecciones en Cataluña, una vez más como siempre. A partir de aquí veremos con quien o con que apoyos contará para poder gobernar, de la misma manera que ha hecho también otra veces salvo en los casos en los que han acabado siendo otros, fruto de las coaliciones propias del juego democrático, los que se han atribuido ese mismo cometido. Pero llegar hasta aquí, ha sido un camino o mejor dicho un proceso electoral cuanto menos extravagante, ya que se ha hablado mucho pero para nada se ha hecho de lo que verdaderamente había que hablar. Y lo que ha resultado más original aún que, en esta especie de duelo a dos bandas que han mantenido CiU y PP estas semanas, a ambos esa misma estrategia les ha venido muy, pero que muy bien. Aunque, a fin de cuentas, el primero ha acabado fracasando estrepitosamente y el segundo no haya conseguido su objetivo, a pesar de haber logrado su techo electoral más alto en Cataluña.

Aunque lo dicho pueda parecer una incongruencia, lo cierto es que esta campaña ha quedado muy lejos, de lo que ya de por si suelen estarlo, de poner en boca ante los electores los problemas reales de la sociedad catalana. El, hasta cierto punto, sorprendente resultado de la manifestación de la Diada en el que el espíritu soberanista se adueñó sobremanera de la misma, hizo que el presidente Mas se arrogara para sí un sentimiento que nunca le ha correspondido y que, en cualquier caso, nunca ha sido prioritario en su grupo político. Todavía resuenan, no muy lejos en el tiempo, las abruptas declaraciones del Presidente Puyol en el que se proclamaba de ese modo al interpelarse por la pretensiones de Cataluña.

Artur Mas lo que ha pretendido ha sido aprovecharse de un sentimiento que, al margen de los legítimo, hay que reconocer que en la actualidad tiene casi más de romántico que de pragmático y que si lo ha impulsado algo ahora ha sido precisamente las políticas de recortes y austeridad que, tanto desde el gobierno catalán como del de España, esta llevando al pueblo a una situación desesperada en la que intenta de manera angustiosa aferrarse a cualquier motivo que le permita poner fin a tanto desatino. Artur Mas ha intentado beneficiarse de esto y desviar así la atención sobre toda esas penurias que está haciendo pasar con sus políticas a la sociedad catalana que, al menos durante la campaña electoral, parecía haber quedado embebida de ese sentimiento.

Una cortina de humo que al Partido Popular y a toda su corte de voceras mediáticos le ha venido de perlas para, a costa de sacar pecho de patriotismo y de la misma manera que ha hecho el President Mas en el polo contrario, tener entretenida a la ciudadanía con sus dimes y diretes. De no ser así difícilmente podrían haber establecido entre ambos un debate en la campaña, cuando sus políticas son exactamente las mismas y cuando, si cabe, es precisamente CiU la que va marcando el camino a seguir al gobierno de Rajoy en el resto de España.

Precisamente CiU que, durante muchos años había representado la derecha progresista o como se le ha llamado muchas veces la derecha europea del arco parlamentario español, mientras que el PP personificaba la derecha conservadora próxima a la iglesia y emparentada con el rancio abolengo de épocas pasadas. Desgraciadamente ese desplazamiento a la derecha del eje político ha hecho que la fina línea que separaba a CiU del PP haya desaparecido y su modelo económico pase, tanto para uno como para el otro, por la reducción de lo público a la mínima expresión y con ello al práctico desmantelamiento de lo que habíamos conocido como Estado del Bienestar en todas y cada una de sus formas, conforme a la interpretación más ultra-ortodoxa de la doctrina neoliberal imperante.

Pero el pueblo, una vez más -a pesar del persistente triunfo de la derecha, aunque eso sería motivo también de un largo análisis-, ha sobrepasado a esa casta política que, en ocasiones, raya en lo barriobajero y que gusta de tomar por necio al electorado, y ha acabado poniendo a cada cual en su sitio, castigando a CiU por sus recortes y por mas que le pese al PP manifestando con claridad su deseo a decidir en primera persona su futuro -a la vista de la suma total de los votos cosechados por los partidarios de esa opción-, por mucho que quieran ocultarlo desde este último y su ruidosa prensa cavernaria.

4 comentarios:

  1. En tiempos de crisis no faltan oportunistas y populistas, que vienen a ser lo mismo. Tratan de engatusar al electorado para, en resumidas cuentas, realizar sus propios planes y perpetuarse en el poder. Ni unos ni otros son una opción viable para el pueblo; al contrario, son un obstáculo realmente molesto.

    Un saludo.

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    1. Ahora CiU tendrá que pactar y negociar ley a ley, eso que esta sin par clase política llama "ingobernabilidad". Cuando esa es, precisamente, la esencia de la democracia.

      Un saludo.

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  2. La limitación de la democracia llega a tal extremo que solo tiene libertad para depositar un voto cada 4 años y para colmo, cada cual lo interpreta a su manera. Si el pueblo sale a la calle... más de lo mismo, cada cual lo interpreta a su manera. Ahora me resulta curioso como unos y otros hacen sumas partidistas. "Los partidos soberanistas hemos ganado" dicen uno. "Los independentistas no han conseguido un respaldo superior al 30 % de la población. El sueño separatista se desvanece" dicen otros... En tu caso, Felipe haces una reflexión más profunda sobre políticas económicas: juntos y distintos. La verdad es que estaba esperando tu opinión sobre las elecciones catalanas y me has vuelto a sorprender al salir de la dicotomía separatista y plantear el problema de la gestión económica, que hoy por hoy y pese a quien pese... es el prioritario.
    Un cordial saludo.

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    1. Al menos así lo he entendido Adrián. Como ya he expuesto en el artículo, sin dudar un momento del derecho al pueblo a decidir su destino, creo que en esta política de confusión constante para con la ciudadanía donde se entremezclan unas y otras cuestiones, han de establecerse prioridades. Y no es entendible que un partido como CiU en un momento como este se arrogué para sí la cuestión soberanista -que nunca fue su caballo de batalla-, cuando estamos inmersos en una crisis de carácter global consecuencia de un modelo económico fallido. Un modelo que, precisamente, sigue representando la propia CiU.

      Un saludo.

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