viernes, 28 de diciembre de 2012

El discurso del Rey

Como pueden imaginarse no me refiero a la oscarizada película de Tom Hooper, sino al tradicional discurso del rey Juan Carlos la pasada Nochebuena, que aún mucho más hábil este en la dicción que Jorge VI, no por eso deja de desear su oratoria. La figura del rey aparecía, hasta hace muy poco, intocable para todas o casi todas las fuerzas mediáticas de este país y más aún para la mayor parte de la clase política. Daba la sensación –casi, se diría, tal como lo recoge la propia Constitución-, que tuviera una especie de “derecho de pernada”, que le permitiera hacer cuanto le viniera en gana, sin que nada ni nadie pudiera ejercer crítica alguna sobre ello. Pero los tiempos cambian y los servicios prestados, aún por loables que hayan sido, si no se remedia a tiempo tienen fecha de caducidad.

Y eso, ni más ni menos, es lo que está pasando factura a la corona española. En primer lugar solo habría que hacer un repaso a la historia para darnos cuenta que hace poco más de un siglo eran inmensa mayoría las casas reales reinantes en Europa –sin contar principados, ducados y demás parafernalia-, que ejercían como tales a lo largo y ancho del continente, mientras que hoy en día han quedado reducidas a unas pocas y, en buenos casos, a tener solo un aspecto poco más que decorativo, dicho sea esto con todos los respetos. En el caso hispano, a fuerza de ser sinceros, no es de menos que de agradecer el inesperado papel jugado, después de haber permanecido durante años a la sombra del General Franco, por D. Juan Carlos durante la Transición y que en su punto más álgido durante el golpe del 23F y en el ejercicio de su obligación, se puso del lado de la España democrática cerrando la puerta a tiempos pasados.

Habría que hacer un inciso para recordar ahora, aunque sea de forma breve, que el fenómeno de las monarquías se basa exclusivamente en una cuestión dinástica. O dicho más llanamente que se transmite de forma heredada y que, en la mayoría de los casos han alcanzado la jefatura del Estado por la fuerza de las armas. Tal sería el caso de los Borbones en España que, procedentes de la casa francesa de Anjou lograron el trono de España, tras derrotar a los pretendientes de la casa de Habsburgo, en la Guerra de Sucesión Española a principios del SXVIII, donde por cierto sería un episodio determinante la toma de Barcelona el 11 de Septiembre de 1714, cuando la ciudad caía ante las tropas borbónicas y que cada año se recuerda en La Diada. Entender, por tanto, unos derechos adquiridos solo por el hecho de ser hijo, nieto o biznieto de un rey y que pueden colocar a cualquier persona en dicha jefatura del estado al margen de la decisión popular, es algo que si no recalcitrante sí que habría de parecer fuera de lugar en una época donde el pueblo ha alcanzado la capacidad suficiente para decidir por sí mismo quien o quienes habrán de regir –nunca mejor dicho-, su destino. Este, ni más ni menos, es el fundamento del modelo republicano en cualquiera de sus formas, que también podrán ser más o menos discutibles pero que, en cualquier caso, habrán de ser el fruto de esa misma decisión popular.

Como lo fue también en su día aprobar la Constitución de 1978, con esos derechos reales, de forma mayoritaria, pero que a fuerza de ser objetivos fue la única alternativa posible en una España que se acostaba cada noche con el rumor del ruido de sables con el que amenazaba continuamente buena parte de una cúpula militar que, por un lado no estaba dispuesta a perder sus enormes privilegios y atributos y de otro permanecía ensimismada por cuatro décadas de poder casi absoluto. España, sin duda aún una joven democracia en comparación con muchos de sus vecinos europeos, debería irse planteando cuestiones como estas, pero no es de eso de lo que hemos venido a hablar ahora y para lo que habrá tiempo más que suficiente para retomar tan interesante tema.

En esta ocasión al discurso del rey se le debería haber exigido, por variar y dada la coyuntura extrema que está pasando el país, la debida contundencia cara afrontar los problemas que están padeciendo los ciudadanos. Especialmente de una persona que se le presupone por encima del bien y del mal y sobre todo muy por encima de una clase política que con sus decisiones está masacrando a buena parte de la población además de criminalizarla como si fueran la culpable de la tan manida crisis. Mientras que esos mismos políticos se eximen de su responsabilidad sin que ni siquiera, en ocasión tan señalada como ésta, el Jefe del Estado hiciera reproche alguno sobre estos.

El pueblo es sabio y así lo demuestra que cada vez sea menor la audiencia ante la tradicional soflama real de Nochebuena máxime cuando parte de su familia se haya implicada en gruesas tramas y su propia conducta deje que desear en los últimos tiempos. Por último, acabamos de enterarnos que Jesús Hermida ha grabado una entrevista con el monarca que podrá verse en breve pero, según se ha informado para nada se tocarán temas que pudieran resultar escabrosos ni se afrontará con la debida rigurosidad la realidad de la sociedad española.

Veremos.

7 comentarios:

  1. El rey es un criminal que goza de impunidad. Así de claro. Quizá en la otra vida sea él la víctima de elefantes sin escrúpulos.

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    1. Gracias Lorenzo por seguir ahí y como siempre sin tapujos. Efectivamente ese fue un episodio más -a saber cuántos por el estilo habrá habido, por recordar otro el de los osos en centroeuropa-, de una carrera que, sin atreverme a utilizar ese mismo adjetivo, resulta cuanto menos singular.

      Yo no soy monarquico, eso es evidente, pero pienso que como tantos otros en su día, casi fui juancarlista. Un error tal vez pero del cual no me arrepiento. Como ya he comentado fueron circunstancias difíciles y quizá la aceptación, aunque fuera a regañadientes, de la monarquía constituyó la única salida.

      Pero de eso hace mucho tiempo y ya va siendo hora, debió serlo también hace algunos años, para que este país avance y se deje de falsas tradiciones. Las monarquías pertenecen a otro tiempo y de no ser por la historiografía y terminología franquista que asoció -como todavía lo siguen haciendo desde la caverna mediática-, la palabra "república" con absurdas falacias, probablemente el modelo de estado hubiera cambiado ya.

      Esperemos que aún no se mantenga demasiado tiempo y España de un salto adelante en pos de la modernidad y sobre todo de que la jefatura del estado sea el fiel reflejo de la voluntad popular y no de la herencia de una dinastía.

      Un saludo.

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  2. Pienso que a las puertas de 2013, el mero hecho de que exista un monarca es cuanto menos cercano al absurdo. No es comprensible que en una democracia, en un mundo -digamos- que evoluciona teóricamente hacia la democracia, tengan los ciudadanos que sufragar los gastos y excesos de una dinastía en horas bajas que ni pincha ni corta. Bien podrían ser una familia de trapecistas ambulantes, que España tendría los mismos problemas y las mismas carencias de liderazgo. De un rey, que ya no gobierna, al menos me espero el valor suficiente como para apoyar a la población de todas las maneras posibles. Por ejemplo rechazando sus privilegios; eso para empezar.

    Un saludo.

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    1. Dentro de la más pura lógica. Además de ser una absoluta incongruencia dentro de un sistema democrático su coexistencia con una monarquía, lo menos que se le podía pedir y ya que tiene esos privilegios, es que se pusiera del lado del pueblo, al menos a la hora de sus alocuciones públicas.

      Vana ilusión.

      Un saludo.

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  3. el rey no quiere ver la realudad, se lleva muy bien con rajoy y este le cuenta su verdad, el rey, desgraciadamente tiene una venda en los ojos, no ve a su pueblo en paro y desahuciado muentras su gobierno apoya a los bancos y a las empresas.

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    1. Aunque pueda resultar dificil de creer que, en el mundo que vivimos, una persona como el rey desconozca la realidad del pueblo, no es menos cierto que esa burbuja en la que vive la monarquía la hace extraordinariamente distante del mismo. Y sí, si que es posible que, a pesar de la facilidad de acceso a todos los medios de comunicación, en realidad no sienta, ní siquiera cerca de su entorno, los verdaderos problemas del pueblo. También habría que saber si realmente tiene mayor interés en ello.

      Un saludo.

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  4. Cumolida la misión de facilitar el paso de la dictadura a la democracia, creo que debía haberse retirado ¿Miedo a un posible retroceso? No sé. Ahora lo menos que podía haber hecho es haber salido en defensa de los ciudadanos. ¿Falta de valentía?

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