lunes, 3 de diciembre de 2012

España: De la Gran Depresión a la Gran Recesión (I)

La historia de la nación española a lo largo de los últimos cien años ha tenido un devenir distinto al del resto de sus vecinos centroeuropeos hasta su integración de pleno en el ámbito de la CEE, la actual Unión Europea, en 1985. Sin duda, el hecho que ha marcado esa desavenencia histórica de forma más evidente fue el resultado del golpe militar de 1936 y la instauración de un régimen totalitario, de claro carácter autárquico en lo económico –al menos hasta la década de los 60-, que mantuvo a España al margen de buena parte de las instituciones europeas hasta, prácticamente, su desaparición con la muerte del general Franco en 1975.

Antes de eso, la proclamación de la República Española en 1931 marcaba un hito histórico en cuanto a progreso en un país eminentemente rural que, en la práctica, no había tenido su revolución industrial, en el mismo tiempo y forma que otros países lo que mantenía sumido al mismo en un atraso impropio de la época, dadas sus proporciones y el grado de desarrollo del resto de los países del norte y centro de Europa. Desgraciadamente, las repercusiones de la Gran Depresión también se hicieron sentir de manera sensible en la sociedad española lo que añadido al enquistamiento de la alta burguesía y gran parte de la cúpula militar que no estaban dispuestas a perder su enormes privilegios, acabo constituyendo para el conjunto del estado una auténtica pesadilla que fue radicalizando las posiciones hasta la asonada de aquel fatídico 18 de Julio de 1936.

No obstante y a pesar de todas las trabas, durante la república, se intentaron poner en marcha una serie de medidas en lo económico encaminadas a la modernización y una mejor distribución de los recursos, como la subida de salarios a la clase trabajadora, la reforma agraria, etc. Sin embargo ese mismo contexto, en lo internacional, no era favorable a muchos de estos cambios ya que una parte de los servicios básicos estaban en manos de compañías extranjeras, como era el caso de las comunicaciones y los transportes públicos que veían la posibilidad –aunque nunca se diera-, de una posible nacionalización de los mismos. Lamentablemente la posterior historiografía franquista, durante todo su largo recorrido, ocultó interesadamente todas estas realidades e hizo perdurar la idea de que la república había sido un periodo pernicioso para la sociedad española por cuanto su exacerbación del comunismo más radical, cosa nada más lejos de la realidad ya que durante el periodo republicano se fueron alternando gobiernos liberales y socialdemócratas mientras que el partido comunista, precisamente, apenas si tuvo repercusión durante el mismo. Solo acabaría alcanzando protagonismo después, durante la guerra, fruto de la radicalización propia de tales circunstancias. Sin duda, fue la aversión y la repulsa más extrema a las reformas de esa clase dominante la que acabaría provocando que el rechazo social de las clases más desfavorecidas, mayoritarias en la esfera española, diera como resultado una situación extremadamente convulsa que acabaría soliviantando a la primera hasta desembocar en la Guerra Civil.

Una vez acabada la guerra se inicia, en lo económico, un periodo al que se le ha dado en llamar “la autarquía franquista”. Este se prolongaría hasta la promulgación del Plan Nacional de Estabilización Económica en 1959, aunque podríamos decir que es en la primera mitad de esa década cuando empieza a atisbarse un cierto interés en un nuevo modelo, por parte de algunos tecnócratas que habían arribado al gobierno en esos años. Pero esos casi 20 años de paralización de la economía, en especial desde el final de la guerra hasta principios de los 50 y en medio de una represión política sin límites –la cifra podría andar por encima de las 100.000 muertes, víctimas de ejecuciones sumarias, inanición en las cárceles y campos de concentración o simple arbitrariedad, coartando todo deseo de iniciativa política o económica al margen de lo estrictamente establecido-, que acabaría tachando a la dictadura franquista como la más sanguinaria del occidente europeo en el SXX, además de marcar un retraso extraordinario con respecto a sus vecinos europeos. Tanto, que hasta principios de los 50 no se volvería alcanzar el nivel de producción industrial, ya de por si muy bajo, de la década republicana.

La autarquía franquista se basaba en la idea de autosuficiencia económica de España inspirada dentro de ese concepto de exaltación del patriotismo que tanto se hartó de proclamar el régimen durante su larga trayectoria. Sin embargo, en 1953 con la firma del acuerdo para la ubicación de bases norteamericanas en suelo español dado el interés de los EE.UU. por urdir un segundo frente a una posible ofensiva terrestre de las fuerzas del Pacto de Varsovia en plena Guerra Fría, comenzaron a llegar las primeras partidas de ayudas del país norteamericano, de las que tan necesitadas estaba la economía española. Es aquí donde comienza un cierto periodo liberalizador pero que, consecuencia de una deficitaria balanza de pagos no pudo evitar que a finales de la década el país se encontrara al borde de la suspensión de pagos. Por eso, en 1959, y gracias a la entrada en el gobierno de nuevos tecnócratas del Opus Dei en sustitución de los antiguos miembros de la Falange que habían sintonizado hasta entonces con las ideas fascistas, es cuando se aprueba el citado plan de estabilización con la intención de propiciar una interrelación económica con el exterior y permitir así el avance y desarrollo de la producción interna dentro del ámbito de la economía de mercado tal como se venía haciendo en el resto de los países de Europa occidental desde el fin de la 2ª. Guerra Mundial.

Desde ese momento y hasta la llegada de la Crisis del petroleo de 1973, España dio un importante salto cualitativo en lo que se refiere a su desarrollo económico, aunque las rigideces del régimen acabaron propiciando que las consecuencias de esa crisis fueran especialmente más virulentas en España que en los países de su entorno al ponerse en evidencia algunos errores de calado de un modelo económico al que se acabó denominando “el desarrrollismo español ”. Casi de puntillas y sin el pleno consentimiento del General Franco, aferrado al nacional-catolicismo, a su particular obsesión por esa supuesta conspiración judeo-masónico-comunista que acechaba a la nación española y veía asomar por todas partes, el plan de estabilización comenzó a dar sus pasos aprovechando el crédito de más de 500 millones de dólares que a tal efecto y del que el reciente amigo norteamericano le correspondería buena parte, auspiciaron el FMI y la OECE (la actual OCDE).

Una nueva instrumentación de los recursos fiscales y laborales, con sus defectos y virtudes, supo aprovechar el extraordinario tirón de sus vecinos europeos y en general del buen momento de la economía mundial, muy por delante del vetusto modelo español, favoreciendo la inversión extranjera -con especial hincapié en la industria del automóvil-, y de forma muy especial el turismo -una fructuosa combinación de sol, playa y bajos precios-, que acabaría convirtiéndose en la 1ª. Industria del país . Por contra un millón largo de ciudadanos, la mayor parte procedentes de la España rural que no supo, ni pudo, ni contó con los apoyos suficientes para avanzar del mismo modo, tuvieron que emigrar primero a las grandes ciudades y después fuera de nuestras fronteras. Esto último serviría para aliviar las cifras del desempleo y acabaría propiciando un enorme chorro de remesas de dinero que enviaban los mismos desde el extranjero. Por citar algún ejemplo más destacado que contribuyera de manera sumamente importante al desarrollo del país durante la década de los 60 no podríamos dejar de lado la industria de la construcción, motivada por esa misma ola migratoria de las zonas rurales a las ciudades y las necesidades de alojamiento del inmenso flujo de turistas que llegaban a España.

6 comentarios:

  1. La historia me encanta, y con tus artículos consigues que disfrute todavía más de ella. Pero lo mejor de todo es que estas letras tan bien estructuradas sirven de base para entender los problemas con los que nos enfrentamos hoy en día.

    El franquismo, por ejemplo, demuestra que regímenes opuestos pueden colaborar por intereses económicos. Porque fue precisamente USA quién defendió a España, una dictadura atrasada, ante el refulgente occidente democrático. Cualquier precio era admisible con tal de montar esas bases y extender su influencia más allá de tierras yanquis.

    Mientras la población se aferra a unos ideales más o menos delimitados, los poderes económicos y políticos hacen y deshacen a su antojo sin hacerle ascos a nada. Mientras el vulgo se mata por ser de izquierdas o de derechas, los poderosos se hacen con el control y subyugan a ambos bandos. Todos salen perdiendo, menos aquellos que tienen el dedo en el gatillo.

    Un saludo.

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    1. Muchas gracias Oscar

      Como ves esa es, dicho con toda la modestia, la intención de este blog. Documentar y justificar de forma razonada, en base a los antecedentes históricos, el porqué y cómo de los acontecimientos de hoy en día.

      En cuanto a lo que refieres más explicitamente en relación al artículo hay infinidad de casos que podrían servir de ejemplo a esa extraña paradoja por la que podemos encontrarnos, por ejemplo, imágenes con el Rey Juan Carlos saludando efusivamente nada menos que a Sadam Hussein o a José Mª. Aznar recibiendo regalos de un tal... Muamar Gadafi. Y así a lo largo y ancho de todo el mundo. Esa es la grandeza y miseria a la vez de la democracia.

      Espero que te guste la segunda parte del artículo.

      Un saludo.

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  2. Buena parte de los problemas actuales se deben a que los partidos políticos están comprados, han pasado a formar parte de la cadena de negocios de una élite criminal. Esta élite ha comprado los medios de comunicación y los partidos políticos, todo incluido en el mismo paquete. Ahora se disponen a repartirse los servicios del Estado para hacer negocio con ellos; a costa, claro está, de la gente. Y hasta que la población no se dé cuenta de este embrollo, no avanzaremos. Los parásitos del sistema (leáse, los banqueros y multinacionales) continuarán chupándonos la sangre.

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  3. Verdaderamente Lorenzo, se puede decir más alto pero no más claro. Pero más que un embrollo, si cabe, una honda preocupación por ese nuevo modelo de sociedad que, a la vista de los acontecimientos y no mediar nada encontra, está por llegar.

    Un saludo.

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  4. La historia no es mi fuerte, por eso siempre que te leo aprendo mucho más de lo que esperaba.

    Un saludo

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  5. Gracias Juliana. Espero que te guste la segunda parte.

    Saludos.

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