viernes, 10 de mayo de 2013

La reconstrucción europea (I). El fin de la 2ª. Guerra Mundial.

En la mañana del 7 de Mayo de 1945, en Reims (Francia), el general Alfred Jodl, jefe del estado mayor del ejército alemán, firmaba la rendición de Alemania a las fuerzas aliadas –aunque hubiera de ser ratificada un día después, explícitamente, ante el ejército soviético-, tras casi seis años de un conflicto que, además de haber devastado la mayor parte del continente europeo, había dejado tras de si un balance  de casi 40 millones de muertos. Ante las dimensiones que había alcanzado la tragedia, los responsables de la política europea acabarían dándose cuenta que debían evitar que se dieran nuevamente toda la serie de circunstancias que habían propiciado la misma y afrontar para ello un futuro donde la justicia social, el progreso y bienestar de los ciudadanos así como  la solidaridad entre los pueblos fueran el marchamo principal del continente.

Así, el escenario europeo posterior a la Segunda Guerra Mundial, hasta la llegada del nuevo milenio y a pesar de sus indudables vicisitudes,  se convertiría en un modelo de bienestar y desarrollo social y político como nunca antes se había dado en la historia de la humanidad. Desgraciadamente los desencadenantes de la actual crisis y el posterior desarrollo y gestión de la misma por parte de las autoridades está haciendo retroceder a la sociedad europea, ante la continua merma de buena parte de sus derechos conquistados a fuerza de un extraordinario esfuerzo por parte de sus antecesores, a retomar escenarios que, aun estando todavía distantes, recuerdan en cierto modo a la antesala de aquella tragedia. Veamos entonces ahora, a través de esta breve serie de artículos, cómo renació Europa de sus cenizas, cómo se artículo su estado del bienestar y cómo surgieron las instituciones europeas en un intento de la extrapolación por lo largo y ancho del continente, de los beneficios sociales y económicos logrados.

De materia escolar, son varias las causas que dieron lugar a la guerra. Probablemente las más reconocidas y decisorias para la debacle fueran las desorbitadas sanciones del Tratado de Versalles sobre el pueblo alemán tras su derrota en la 1º. Guerra Mundial, la atropellada aparición de los movimientos fascistas al socaire de esto, las consecuencias de la Gran Depresión y la necesidades de expansión del gigantesco emporio comercial e industrial del nuevo estado alemán, desarrollado a la sombra del nazismo.


Por su parte, tras el fin de la contienda tres cuestiones se planteaban fundamentalmente en Europa, por un lado no volver a cometer los mismos errores que se sucedieron tras el final de la Guerra del 14, por otro la reconstrucción, rehabilitación y recuperación económica y social de la mayor parte de la geografía continental y por último, frenar el avance del bloque comunista soviético desde el este europeo. Para ello contaría con el indiscutible apoyo de los EE.UU. convertidos tras la guerra en la primera potencia mundial. Los EE.UU., habían sobrevivido a la guerra en unas condiciones óptimas para ocupar el liderazgo consecuencia de diferentes factores, entre ellos su enorme riqueza natural, el desarrollo tecnológico de toda su vasta maquinaria industrial al servicio de la guerra y el hecho de que su territorio no había sido golpeado por los avatares de la misma.  Además la propia guerra y los buenos resultados del New Deal, el programa para la recuperación económico-social de la nación que había puesto en marcha el presidente Roosevelt para salir de la Gran Depresión, habían posicionado en inmejorable condiciones al gigante norteamericano.

Además, como quiera que el desarrollo europeo habría de contribuir a la mejora de los intercambios comerciales con su aliado del otro lado del Atlántico lo que aumentaría el crecimiento y expansión de las actividades industriales de los EE.UU. estrechando a la vez sus lazos frente al potencial de un posible enemigo que se hacía cada vez más patente, la U.R.S.S. , los EE.UU. decidieron apostar fuerte en el continente con una iniciativa que, sin duda, marcaría la historia inmediata del mismo, que tomo su nombre de su Secretario de Estado y que, aunque su denominación oficial fuera la de European Recovery Program (ERP), pasaría a la historia con el de Plan Marshall.

2 comentarios:

  1. ¡Vaya una lección de historia! Estupenda

    Un saludo

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    1. Muchas gracias Juliana

      El único problema es que no voy a poder terminar esta serie pronto. Espero publicar la 2ª. entrega en breve pero la próxima semana, mi mujer y yo, nos marchamos a Canadá a ver al chico y, claro está dada la distancia, estaremos allí 15 días.

      Pero, advierto... volveré.

      Un saludo.

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