martes, 27 de mayo de 2014

¿El fin del bipartidismo? O el miedo a perder el poder.

Lo primero habría que decir que las elecciones al Parlamento Europeo son utilizadas,  por una parte del electorado, de una manera singular que luego no se traduce del mismo modo en otros concursos electorales. No solo en España, en algunos países europeos se han votado opciones que en algún momento parecían descerebradas y en las que hemos encontrado personajes realmente  extravagantes. Por poner un ejemplo, de los de andar por casa, el caso de José Mª. Ruiz Mateos,  un señor perseguido por la justicia que se vestía de Superman en sus apariciones públicas y logró su escaño de eurodiputado en 1989.

En cualquier caso, ahora las circunstancias son distintas ya que toda Europa y España, en particular, están sacudidas por la mayor crisis económica, convertida ya en sistémica, desde la Gran Depresión de los 30, por lo que no es posible tampoco saber si en esta ocasión ha habido tantas personas que han ejercitado su derecho al voto de forma tan a la ligera como en otras ocasiones. Desde luego “el horno no está para bollos” y no están las cosas como para andarse con rodeos ante las pocas oportunidades que se le están dejando al pueblo para manifestar su opinión sobre el estado de la cosa política.

El descalabro del PP y el PSOE –lo que algunos llamamos PPSOE, ya que “tanto monta, monta tanto…”-, ha sido de proporciones descomunales. Entre los dos partidos sumaban el 80 % de los votos en los comicios anteriores y ahora, por primera vez en la historia de la democracia española, la suma de los dos no ha llegado ni a la mitad de estos. Aunque no deja de ser sorprendente que a pesar de todo el daño causado durante las dos últimas décadas a la mayor parte de la sociedad, básicamente trabajadores y pequeños empresarios, todavía cuenten entre ambos con el apoyo de más de 7.5 millones de ciudadanos. Y la otra cuestión a tener en cuenta –aparte del elevadísimo porcentaje de abstención, más o menos dentro de lo previsto-, es la irrupción con fuerza de nuevos grupos, tal es el caso de Podemos, con un profesor de universidad a la cabeza, Pablo Iglesias y un nutrido grupo de personas altamente cualificadas, que junto al mismo han logrado nada menos que cinco escaños, situándoles en cuarto lugar  en el resultado global, por encima incluso de UPyD y cerca de la Izquierda Plural.



¿Qué puede significar esto? ¿Tendrá traducción en las próximas elecciones autonómicas y locales? De momento, el desastre de los dos grandes ya se ha llevado por delante en el PSOE a su Secretario General, Pérez Rubalcaba, aunque veremos a ver quién o quienes forman parte del relevo ya que, al menos por momento, se trata de una maniobra algo extraña que no ha gustado a los posible candidatos a las elecciones primarias que se habían anunciado para más adelante en el seno del partido. En el PP, aún evidente la cara de pocos amigos de Cospedal en su comparecencia después del fiasco, no parece que vaya a producirse cambio alguno ni en las personas ni en su rumbo ya que, al fin y al cabo, lo único que están haciendo es mantenerse fieles a los preceptos ideológicos que marca la ortodoxia ultra-liberal, aunque para eso tengan que llevarse por delante la vida, ilusiones y derechos de millones y millones personas, como ha venido sucediendo cada vez que este modelo ha tomado las riendas en cualquier país en los últimos 100 años.

Sería importante, por el bien del conjunto de los ciudadanos y ahora que se está desmantelando todo el estado de lo social en pos de concentrar la riqueza en manos de unos pocos, a saber con qué fines, por una parte que el PSOE recuperara el significado de sus dos principales siglas, la “S” de socialista y la “O” de obrero, desparecidas hace tanto tiempo. Es necesario que la socialdemocracia clásica vuelva a recobrar bríos que frenen esta dramática deriva en la que se ha sumido no solo España si no todo el continente. Y es necesario también que, por su izquierda, florezcan grupos fuertes que sean capaces de ejercer una labor crítica y a la vez constructiva, en torno a un ideario común de derechos y desarrollo sostenido en beneficio del conjunto de esa misma ciudadanía. Lo que, indudablemente, acabaría provocando también un resurgimiento de las ideologías de carácter verdaderamente centrista de tal modo que, todo el conjunto, devolviera el esplendor alcanzado al occidente europeo tras el fin de la 2ª. Guerra Mundial. Tal como nos ha enseñado la historia reciente y mientras a alguien no se le ocurra escamotearla de nuestro pasado.

Lo que no cabe la menor duda es que a partir de ahora, toda la poderosa industria mediática que da soporte al sistema actual, va a hacer todo lo posible para que esto no ocurra y para ello, acudirá a toda clase de dislates con la intención de, al menos, sembrar la duda entre buena parte del electorado y con ello forzar su voto a las opciones más conservadoras. De hecho, ayer ya nada menos que Carlos Floriano, el número 3 del PP, se salía por peteneras con afirmaciones absolutamente descabelladas y del todo falsas acerca del carácter de Podemos y otros partidos similares. Y es que es sabido que la desinformación juega siempre a favor del poder establecido y esa, sin duda, será la baza a explotar por los conservadores. Por lo tanto no deberemos sorprendernos de cómo ABC, La Razón, Cope, etc. y todo el TDT Party va a desplegar, con suma contundencia además, toda su batería de descalificativos hacia estas nuevas opciones e incluso a los posibles relevos en el propio PSOE que puedan desbaratarles tan fastuoso tinglado.

Veremos.

4 comentarios:

  1. Para mí la verdadera tragedia es que haya todavía más de siete millones de personas que apoyan con su voto a esos asesinos y ladrones que nos gobiernan.

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    1. Y es cierto Lorenzo. Y este es un tema del que ya hemos hablado muchas veces. Es complicado, muy complicado, saber por qué a pesar de todos los pesares les siguen votando.Incluso entre personas que hayan sido y son víctimas de esas políticas como parados, trabajadores en precario, etc. Supongo que las causas serán variopintas: miedo, ignorancia, coacción, desinformación, entre otras muchas e incluso, como no el creer que algún día... podrán ser ¡como ellos! Dicho de otro modo... por la avaricia.

      Un saludo.

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  2. Me consta que un alto porcentaje de la gente vota a cierto partido político por "tradición", si se quiere decir así. No les importa tanto quién lidera el partido o qué contiene el programa electoral -porque ni se lo leen-, sino que son los de siempre y no se paran a pensar más allá de ahí.

    Pero los tiempos cambian y las corrientes también. Contra ciertas fuerzas no se puede luchar, al menos no sin sufrir una profunda transformación. Coincidimos en el tema de la entrada hoy.

    Un saludo.

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    1. Hombre Oscar, cuanto tiempo.

      Sí, esto es todo bastante complejo y las variantes son muchas. Como vienes a decir tú, "la ignorancia es muy atrevida". Luego hay gente que es tradicionalmente conservadora, no ya desde el punto de vista ideológico si no por que piensa que "arriesgar" le da miedo. Aunque si no fuera por los que arriesgaron en su momento no existiría el salario mínimo o la seguridad social, entre otras muchas cosas. Los hay que les pierde la avaricia, que es innata en algunas personas aunque no tengan nada. En fin, la realidad es que pasa y no solo en España, si no en todas partes.

      En fin, seguiremos hablando.



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