miércoles, 16 de julio de 2014

La distancia a la realidad y la realidad de la distancia

A lo largo de estos últimos años se han analizado en numerosas ocasiones tanto las causas que han provocado esta crisis interminable  como las nefastas políticas que desde que esta alumbrará en 2007 en EE.UU. y un año después se extendiera por todo el mundo, están haciendo que se prolongue sine die. Un dato más que deberíamos añadir en ambos casos es, sin duda, el enorme distanciamiento que se ha producido entre las clases altas –principales responsables del naufragio-, y las clases medias y trabajadoras de base en todo ese tiempo. Lo que ha dado lugar al desconocimiento consiguiente, por parte de las primeras, tanto de la realidad social como de los intereses y necesidades de la mayor parte de la ciudadanía.

Quien aquí suscribe, a lo largo de la década de los 80 y buena parte de la siguiente trabajó como delegado comercial de una de las principales compañías multinacionales de su sector. Por aquellos entonces ya se empezaba a notar un cierto desapego de la realidad en la actividad que se trataba, entre los puestos  de dirección y el personal que actuaba a pie de calle. No obstante sí que se mantenía aún una fluida comunicación con las partes y, por lo general, las aportaciones de las personas que compartían, día a día, esa realidad eran tenidas en cuenta por sus responsables.

Sn embargo, con el paso del tiempo, este distanciamiento fue haciéndose cada vez más latente y no solo en el aspecto comercial, sí no incluso en las retribuciones salariales de una y otra parte. En otros artículos de este blog hemos documentado la enorme brecha salarial que se ha abierto a lo largo de todos estos años en ese aspecto y hemos aportado, desde nuestro propio conocimiento, datos del todo relevantes en este sentido. Por poner un ejemplo hace no más de 20 años un director gerente de una compañía de las características que hemos citado percibía una renta anual de aproximadamente 5 veces la de un delegado o representante comercial.  Hoy esa proporción se ha multiplicado por 10, 15, 20 veces y, según que casos, hasta límites casi podíamos decir lujuriosos.

La consecuencia inmediata de esto es evidente y es que, con el transcurrir de los años, el modus vivendi de los responsables de este tipo de empresas ha cambiado tan sustancialmente que han perdido contacto con la realidad de sus clientes, de sus trabajadores, de “la calle” como suele decirse, en definitiva, con la mayor parte del tejido social de este país. Y lo que es peor, han venido adecuando las necesidades de sus empresas, no a esa realidad, si no a las suyas propias con tal de mantener ese nuevo y extraordinario estatus adquirido. En muchos casos además de manera artificial, por cuanto ni ellos mismos han sido los auténticos gestores del crecimiento y desarrollo de la empresa.

En la actualidad, desde nuestra larga experiencia también ya como minorista y habiendo conocido las dos partes de la cadena de distribución en profundidad podemos comprobar,  desde hace tiempo, que muchas de las campañas que se diseñan para la comercialización de un producto acaban resultado un auténtico fiasco, además de un absoluto despilfarro. El motivo de ello es claro, las personas que toman estas decisiones en las cúpulas de sus empresas, apenas si conocen ya a sus clientes, sus características, el público al que va destinado el producto y un sinfín de etcéteras que apenas si consigue intermediar en la forma que se espera.

No son todos los casos, evidentemente, pero es significativo que, en ocasiones, aparecen productos en el mercado que sin apenas contribución de esa singular ciencia que representa el marketing publicitario, alcanzan un éxito  asombroso y uno de los motivos que sin duda lo desencadena no es otro que aquellos que los pusieron en marcha eran personas normales, con trabajos normales y con una vida de lo más normal. Es decir, en casos donde sí que pudieron interactuar de forma directa con la gente.

Volviendo al tema que nos ocupa, hoy esas otras necesidades que se han creado los altos ejecutivos y directivos de las citadas compañías, ante la posibilidad de quedar en entredicho sus retribuciones y en palabras de un buen amigo “obsesionados con desmarcarse del populacho”, están ejerciendo una extraordinaria presión sobre todas las partes implicadas en el proceso productivo, llámense estas sus trabajadores, sus acreedores, sus proveedores y hasta sus clientes si cabe. Y a la clase política en general, bajo la amenaza bien del cierre de sus empresas o su traslado a otros países en vías de desarrollo con unos costes laborales mucho más reducidos, promoviendo para ello nuevas normas y leyes que les favorezcan. Chantajeando, por decirlo más llanamente, al común de la ciudadanía con el drama del desempleo, con tal de mantener a toda costa su posición y privilegios.

La política y la economía siempre navegaron juntas. Cuando la política quedó supeditada a la economía y sus excesos, hace ya algunas décadas, quedo marcado el principio del fin de ese prometedor bien común que parecía inspirar al conjunto de la sociedad. En especial tras el fin de la 2ª. Guerra Mundial, donde se forjó un nuevo modo de hacer las cosas una vez aprendidos los errores que habían conducido a la misma, entre otros, las consecuencias de la Gran Depresión. Por eso para poder recobrar ese mínimo sentido común que ha de regir el destino de la sociedad necesitamos de la política. Pero de la política con mayúsculas y no la que nos llevan marcando desde hace demasiado tiempo unos políticos advenedizos faltos de razón y carácter que, una vez encumbrados, perdieron del mismo modo el contacto con la realidad del pueblo que dicen representar.

Y los ejemplos abundan. En España, desde los Felipe González o José Mª. Aznar que parecen “flotar” por encima del bien y del mal cuando entran en escena, hasta Rajoy y sus chicos, entre los que nos encontramos algunos que, además de no haber trabajado en otra cosa que no sea la política, llevan tantos años dentro de su entramado y han redactado tal series de normas en su propio beneficio,  que les hacen inmunes a los problemas de la inmensa mayor parte de los ciudadanos. Valga como ejemplo que hace solo unos días hemos sabido que España tiene el record de aforados en Europa –más de 10.000-, lo que viene a reafirmar, más aún, lo evidente de esta tesis. Es imperiosa por tanto una renovación de las personas en todos los aspectos de la política y no solo de esta, sí no de todos los poderes establecidos. Es precisa savia nueva que aporte nuevas ideas, nuevas normas y que, en definitiva, no esté contaminada por eso que tan acertádamente alguien dio en llamar un día: la erótica del poder.


4 comentarios:

  1. La acumulación de riqueza suele llevar emparejado un aumento de dificultad para sostener el ritmo de vida del sujeto, ya que cuantos más lujos más gastos, más entramados sociales y económicos que sostener. Aquellos directivos de antaño, muchos de ellos nacidos de su propio ingenio y visión, viven hoy en el exceso y en una realidad virtual que se ha convertido en su mundo del día a día; no conocen la calle y casi que hasta la observan con cierta incredulidad.

    Por eso que, con el devenir de los años, ese distanciamiento terminará por tensar demasiado la cuerda y romperá el único vínculo entre dos mundos, entre clases altas y medias/bajas. Eso si no está roto ya, o por lo menos en muy mal estado. Porque ese ritmo imparable, esa erótica del poder, es insostenible a largo plazo y su manutención implica la masacre social.

    Entonces emergen los grupos alternativos, las ideas que amenazan lo conocido. Quizá vivamos tiempos desconcertantes, quizá lo que viene después será peor, pero es inevitable. Causa-efecto. Aquellos que levantaron demasiado sus alas acabarán fuera del tablero, y aquellos que se queden se matarán por una losa blanca o negra, para reiniciar el eterno ciclo del absurdo y la destrucción humana.

    Un saludo.

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    1. Si que es cierto que, como dices, la aristocracia de hoy en día ve lo que está sucediendo de forma incrédula. Tanto es así que que oímos de ellos expresiones como "sacrificio", "hay que trabajar más", que demuestran, además de una enorme falta de respeto, un desconocimiento absoluto de la realidad.

      Y sí, si que es cierto que la cuerda o se ha roto ya o está a punto de hacerlo. Lo que está salvando a España, de momento en ese sentido, es, que los grupos ultra-derechistas están dentro del PP, dentro de esa inmensa amalgama de ideologías conservadoras que se integran en el mismo. Lo que, como hemos dicho en alguna ocasión, tiene sus ventajas e inconvenientes. La ventaja es que mientras estén ahí estarán más sujetos y el inconveniente que hace que el PP se posiciones más a la derecha para darles satisfacción.

      Veremos como evolucionan los acontecimiento. No obstante hay un tema tanto o más preocupante y creo que es donde está ahora mismo toda la oligarquía dominante. Y no es otra cosa que hacer convencer a la gente de que "esto es así". Es decir que tendremos que conformarnos con lo que tenemos, por poco que sea, adaptarnos a vivir así y renunciar a nuestros derechos, libertades, ilusiones, etc. etc. Y que, encima, tenemos que estar agradecidos a ello. La sociedad orweliana y, francamente, no se que será peor.

      Un saludo.

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  2. Los grandes empresarios y los banqueros compraron a los políticos, fue lo primero que hicieron. Necesitaban impunidad ante sus crímenes. Por eso compraron a los representantes del pueblo. Sabían desde el primer momento que iban a delinquir.
    Excelente artículo.

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    1. Y los políticos se dejaron comprar..

      Gracias por comentar. Un saludo.

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