domingo, 10 de agosto de 2014

Las noticias o el drama de la realidad.

Uno es un apasionado de las noticias.  Quizá fruto de esa ilusión frustrada por ser periodista y que, casualmente, retomó mi hijo para así completar una carrera que,  mucho me temo, terminará ejerciendo muy lejos de este país. Y es que andamos viviendo un momento tan álgido como dramático en el conjunto de éstas, de tal modo, que cada día que pasa se van convirtiendo en un acontecimiento  cada vez más sobrecogedor. 

Solo hay que coger cualquier portada de periódico, ver u oír la cabecera de cualquier noticiero  sea de radio o televisión, o indagar por todo ese vasto universo que representa internet, para echarse a temblar con la secuencia de dramáticas, trágicas y, cuánto menos, disparatadas noticias que se suceden una tras otra. Tanto es así que estas últimas semanas vienen resultando especialmente aterradoras. Además de despertarnos cada día con el nuevo o repetido episodio de corruptelas variadas que recorren todo lo largo y ancho de la geografía española, el último reproche con miras a seguir desmantelando nuestro ya maltrecho estado del bienestar o un avión que se cae o desaparece en cualquier lugar del mundo, se nos adereza la vista con las demoledoras imágenes de la guerra, bien sean de conflictos como los de Ucrania o Irak, aupados desde la vehemencia, o las de niños mutilados y asesinados en Palestina, donde parece que toda la bestialidad del ser humano se ha desatado de la manera más atroz.

Tan atroz como los sufrimientos de millares de personas en el África subsahariana, víctimas de un virus tan diminuto como voraz y cruel al que un río puso nombre en las profundidades del Congo, hace casi 40 años, el ébola y que puede esté dando lugar a una nueva y mortífera pandemia global.  Mientras, por el medio, nuestro imberbe presidente del gobierno sigue ensimismado en su repetida cantinela víctima o no de su inconsciencia y de la frialdad de unos datos macroeconómicos que no vienen a poner más que en evidencia su alejamiento de la realidad con la que conviven a diario la mayor parte de los ciudadanos.  Y tan alejados como las disparatadas cifras que se barajan en el mediático entorno del fútbol,  mientras buena parte de los que lo siguen se quitan el hambre a tortazos para llegar a fin de mes. Otra cantinela que cierra cada edición de noticias, como si de un cuento de hadas se tratara.

¿Hasta cuándo? 

2 comentarios:

  1. Lo que está ocurriendo es una locura, una verdadera demostración de locura global, colectiva. Lejos de ponerse manos a la obra y aunar esfuerzos, hay facciones que están luchando a muerte por el control de los recursos y de las ideas; somos prisioneros de una manada de lobos exentos de piedad y empatía.

    Todas esas películas que hablan de catástrofes, mundos ruinosos, futuros distópicos varios, epidemias zombie... son el deseo secreto y compartido de una población que, en su fuero interno, sabe que es necesario volver a empezar. Y, a veces, hay que demoler el pasado para crear el futuro.

    Entre tanto, más locura disfrazada y más entretenimiento para aislar nuestras mentes. La muerte se propaga y el silencio impera.

    Un saludo.

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  2. Se puede decir más alto pero no más claro. Hablando de cine, esperemos que el ébola no sea esa pandemia global que termine con la humanidad, aunque parece y claro que lo parece, que los hay interesados en que ello pudiera ser así. Esperemos también que, como bien dices, dentro de esta locura colectiva todavía haya gente suficiente dispuesta a impedirlo.

    En fin, me voy a ver unos días a mi hijo -ahora se ha ido a vivir a Inglaterra y después nos tomaremos unos días descanso. Así que un saludo y hasta Septiembre.

    Vovleremos..

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