miércoles, 10 de septiembre de 2014

Pedro Sánchez

Los partidos socialdemócratas europeos siguen haciendo su particular travesía del desierto tras haber dado a la espalda a los postulados tradicionales de la socialdemocracia que tan brillantes resultados dieron en el pasado a las grandes democracias occidentales y del norte de Europa. De entre sus cenizas surgen ahora dos nuevas y jóvenes promesas que van a tener enormes dificultades para ganarse la confianza de sus tradicionales electores: Matteo Renzi en Italia y Pedro Sánchez en España. 

Pedro Sánchez, el nuevo Secretario General del PSOE y presumible candidato a la presidencia del gobierno parece decir cosas interesantes. La depreciación del euro, fomentar la inversión pública para la creación de empleo, una reforma fiscal que haga que los que más tienen aporten realmente más al bien común,     acercar la política a la calle... son expresiones que han vuelto a entrar en el discurso que se le presupone a un socialdemócrata. Además, siguiendo ya sus instrucciones el PSOE ha sido el único partido del grupo socialista de la Eurocámara que ha votado, de manera coherente, en contra de la elección de Juncker –presidente del Eurogrupo hasta 2013 y desde donde ha alardeado de su posición para llevar a Europa a su deprimente estado actual-, a presidente ahora de la Comisión Europea. Lo que, como era de esperar, le ha valido duras críticas desde el orden establecido.

Pero Pedro Sánchez tiene numerosos escollos para hacerse creíble entre un electorado que le ha dado la espalda al PSOE viendo como este renunciaba a los principios fundamentales de la socialdemocracia, del mismo modo que le ha ocurrido a sus homólogos europeos. Ahora, ya no es suficiente con un panfleto que parezca renunciar a la ortodoxia liberal que ha arruinado la vida a millones de familias. Hay que hacerlo de hecho y para ello necesita enfrentarse con contundencia a los demonios de su propio partido: la corrupción, la transparencia, su enorme distanciamiento a la realidad de la calle, los pavoneos de los dinosaurios del partido y un buen número de etcéteras.

Pedro Sánchez no parece tener el carisma suficiente para ello -no en vano era el candidato preferido del PP y aunque ello sea solo una maniobra electoral, eso le lastra-. Tampoco le favorece andar diciendo él mismo que su referencia es Felipe González, quien llegó al gobierno como Isidoro y salió convertido en un dandi. Tampoco se puede permitir andarse permisivo y pedirle valoraciones a su oponente, Mariano Rajoy, cuando ya se sabe que en ese caso siempre echará mano este de su argumento preferido para justificar todo lo injustificable: “la herencia recibida”, tal como le ha pasado hoy mismo en su primer cara a cara con el presidente del gobierno. En este caso, debe ser mucho más concreto y poner sobre la mesa alternativas creíbles, válidas y debidamente argumentadas.

Pero, parece, que las filas socialistas han decidido darle un voto de confianza, aunque, casi me temo, no tengan tiempo ni para eso. Pedro Sánchez debe mover ficha, dentro y fuera del PSOE y tiene que hacerlo con contundencia y más pronto que tarde.

Veremos.

3 comentarios:

  1. A mí no me convence, de hecho nunca lo hizo. En los primeros debates y entrevistas televisivas lo vi muy pendiente de su propio reflejo, no sé si me explico. Me da a mí que es una persona un poco vanidosa, y mezcla ideas razonables con otras que no me lo parecen tanto. Aunque posiblemente coseche muchos votos, visto que ahora en los programas no dejan de ensalzar su "atractivo", como si ese fuese el ingrediente principal de un buen gobernante.

    El tiempo dirá.

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    1. Adolfo Suárez era atractivo y eso le dio, al parecer, muchos votos. Intentan repetir la jugada con Pedro; además, llamándose Sánchez es seguro que cosechará aún más votos. Se ve a la legua que es un figurín más, puesto para servir a los intereses de la minoría especuladora que nos está robando a manos llenas.

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    2. Sí, quizá por ahí pueda ir la cosa. No se le ve un hombre con la fuerza necesaria para hacerse oír entre semejante manada. Más bien es que se pretendiera dar esa imagen de formalidad, seriedad y, si cabe, hasta de "atractivo" para con aparente sensatez cautivar el voto perdido. No, no creo que Pedro Sánchez sea la solución, ni siquiera un buen un revulsivo pero, en cualquier caso, el tiempo lo dirá.

      Un saludo a ambos.

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