viernes, 30 de enero de 2015

Un año para la esperanza

“La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. (Groucho Marx)

Acaba de arrancar un año que puede ser determinante para la mayor parte de los ciudadanos. Para nuestro presente, nuestro futuro y el de nuestros hijos. Un año que se antoja difícil para casi todos y extremadamente complicado para muchos. Un año en el que el único instrumento que nos facilita ya a los ciudadanos esta maltrecha democracia, pone en marcha varias apuestas electorales que pueden ayudarnos a reconstruir todo aquello que la negligencia de unos, la indulgencia de otros y la avaricia de todos ellos ha arrasado con todo lo construido y con todo lo que otros lucharon hace tanto tiempo por el bienestar común de los ciudadanos.

Y para eso nos toca elegir y nos toca arriesgar. Nos toca elegir entre apostar nuestras vidas por unos primerizos en la escena pública, de los que no podemos asegurar si serán capaces de evitar el definitivo naufragio de esta nave empantanada pero que, a priori, presentan un entusiasmo desconocido desde hace muchísimo tiempo. O, por contra, seguir condenados por una conocida camarilla de cortesanos al servicio de un tan ominoso como velado poder, del que se esconden sus nombres y apellidos bajo ese mantra al que llaman "mercado".

Nos toca arriesgar entre lo funesto conocido y lo nuevo, que no lo es tanto. Entre el mal que nos aqueja y otras opciones que vienen a insuflarnos un aire tan nuevo como añejo de los que cuenta la historia hicieron, con todos sus defectos y virtudes, del occidente europeo un modelo de desarrollo económico y social como nunca había conocido la historia de la humanidad. Un modelo que ha sido arrasado en las dos últimas décadas por la versión más salvaje de un capitalismo desbocado que ha provocado desequilibrios tales que nos están devolviendo a épocas pretéritas y poniendo en peligro la estabilidad social.

Como el precedente de lo que se avecina en los próximos meses y que recaerá, como estamos viendo ya con más o menos virulencia, sobre todos aquellos que conforme a los sondeos electorales puedan poner en cuestión la plutocracia dominante, tenemos el caso de Podemos, un movimiento político que, a la luz del 15M, ha irrumpido con fuerza inusitada entre el electorado. A estas alturas del metraje y cuando va tomando forma el programa político de la formación en torno a la socialdemocracia clásica y que podría pasar por el de cualquier partido socialista de la segunda mitad del SXX de las potencias democráticas europeas –Alemania, Francia, Suecia, Reino Unido, etc.-, que propusieron un modelo de desarrollo sostenido basado en el estado del bienestar, viene siendo demonizada ésta mediante argumentos peregrinos e intenta aprovecharse su inexperiencia en la arena del juego político, para desarmarla, desestabilizarla y mediatizar a la ciudadanía a través de un discurso que suscita al miedo y al caos.

Para ello y con un desequilibrio infinito de fuerzas, se inocula al pueblo con comparaciones fuera de lugar y debidamente enmarañadas, intentando asemejar Podemos y de paso otros movimientos sociales, con los regímenes de corte estalinista de la antigua Europa del este, la actual Corea del Norte o los de países como Venezuela, Cuba o Bolivia, descontextualizando a los mismos de su entorno histórico y social. Incluso hurgando en la vida privada de sus representantes a la búsqueda de cualquier resquicio –que los habrá, muchos y algunos inadmisibles para aquellos que quieran entrar en el juego político-, pero, en cualquier caso ciertos o inciertos, solo con la sombra de la sospecha será suficiente para satanizarles e intentar colocarlos a la misma altura que la grandes tramas corruptas de los primeros espadas de la política nacional.

Sin embargo, curiosamente, para sorpresa de sus instigadores y a tenor de las encuestas, no está calando de manera suficiente entre la opinión pública, harta de esa misma y reiterada cantinela de reprobaciones, despropósitos e incumplimientos. Una ciudadanía cada vez más responsable no puede de dar crédito a las amenazas absurdas e infundadas de ver convertido un país del occidente europeo en un nuevo reducto del comunismo más extremo o a los modos y maneras de algunas pseudo-democracias sudamericanas.


Pero esto, a buen seguro, no ha hecho más que empezar. Aún queda mucho por venir y lo hará desde lo más alto de la política española, sus palmeros y voceras mediáticos, desde las principales instituciones, las grandes empresas y la propia Bruselas, como ocurre y ha ocurrido con Syriza en Grecia con todo aquel que "se mueva en la foto" y pretenda poner en cuestión las maneras de esos mismos mercados, surgidos de la más perversas formas de un modelo que lejos de la economía productiva se basa en la especulación y la ingeniería financiera.

Pero no se trata ahora solo de elegir entre Podemos y esa dualidad casi infinita a la que se nos condena como la única opción posible, PP/PSOE, de los que sin embargo su historia y sus errores se acumulan en este tiempo. No, se trata de "elegir" en libertad, se trata de elegir entre las numerosas opciones propuestas, llámense Podemos, IU, UpyD, Compromis, Ciudadanos, Equo, votar en blanco, nulo o... o lo que quiera que sea, pero se trata de decidir por nosotros mismos. Visto el fracaso de este modelo bipartidista en España y la falta de regeneración efectiva de los dos grandes partidos que han copado la soberanía nacional, casi desde el fin del régimen franquista, incapaces de sacar al país de esta crisis interminable de una manera cierta, después de haber promovido a la misma y estar sumidos ambos en un sistema viciado hasta las entrañas por innumerables tramas corruptas, se trata ahora de decidir si estamos dispuestos a seguir manteniendo esa misma conducta servil con la que se ha adormecido a la sociedad en beneficio de unos pocos o volver a ese camino que emprendieron otros no ha tanto tiempo hacia la utopía, que aún inabordable fije al menos un punto de mira o un espejo donde mirarse y mirar.

Me decía hace muy poco un dirigente de esa dualidad a la que llamamos tan acertadamente PPSOE, en "petit comité" claro está, que de esta solo se sale "a lo bestia". Y no le falta razón.  De no haber sido por la Revolución Francesa hoy, probablemente, seguiríamos bajo el yugo de las monarquías absolutistas del SXVIII. De no haber sido por los movimientos obreros del SXIX hoy no conoceríamos las prestaciones sociales. De no haberse soliviantado las naciones contra la vehemencia nazi, podríamos continuar todavía bajo el yugo del fascismo. Hoy, de no haberse echado el pueblo a la calle más allá del telón de acero hace solo unos años, el totalitarismo soviético seguiría campando a sus anchas por buena parte del continente europeo.


No se trata ahora de volver "a las barricadas" -o, al menos, esperemos que no haga falta-, se trata solo de cambiar el modelo, de elegir libremente nuestro propio destino y no de seguir coaccionados por el insaciable deseo de unos cuantos a cambio del sufrimiento de muchos. Tenemos una ocasión que puede ser inmejorable para cambiar este orden fatal y no sabemos siquiera si podrá volverse a presentar. La avaricia y codicia de los que manejan el cotarro se ha demostrado insaciable y su capacidad para persuadir a los que un día consideramos nuestros representantes es mucha, debido a la debilidad e incapacidad manifiesta de estos. Pero estamos ante una realidad cruel y lo que es peor con un futuro manifiestamente pesimista para casi todos a costa del beneficio de las rentas de un capital procedente de la especulación y el ultraje y en detrimento de las del trabajo y algo deberíamos hacer para evitar mantener esa dinámica.

Hace solo unos días Syriza ha abierto, precisamente en Grecia la cuna de la democracia, una puerta a la esperanza. Ha iniciado un camino que será arduo y extraordinariamente difícil frente a unas instituciones europeas y el propio FMI que llevan primando desde hace décadas la economía sobre la política. En primer lugar por un crecimiento sin límites y después, cuando sus continuos desatinos estallaron en sus narices, un modelo de reformas y austeridad en pos siempre de del provecho de esa reducidísima parte de la población que ensimismada por un deseo de poder irracional provocaron ese mismo estallido.

No podemos asegurar cual será la mejor alternativa pero lo que si sabemos con certeza es que las élites de los grandes partidos hace mucho tiempo que le dieron la espalda al pueblo y es el pueblo el que habrá de decidir, libre de coacción y en libertad, su destino.

“La libertad política es la condición previa del desarrollo económico y del cambio social”. (John Fitzgerald Kennedy)



5 comentarios:

  1. A mí lo que me desanima de todo esto es que de no ser por la crisis, hoy nadie estaría hablando de renovar la democracia o de regenerar la política nacional. ¿Hizo falta un enemigo común -la crisis y sus acólitos- para unir al pueblo? Y la respuesta es sí.

    En los años de bonanza o en las crisis intermitentes de leve intensidad, el bipartidismo "funcionaba" para todos. O, mejor dicho, pocos se planteaban una alternativa. Pero como los años pasan y el hastío es general, los grupos minoritarios, que por su discurso fresco se ganan el apoyo de la gente, acabarán tomando el relevo. Es cuestión de tiempo.

    Hoy mismo, pese a las burradas de Esperanza Aguirre y de sus colegas del PPSOE (que si ETA, Stalin o Hitler), la manifestación de Podemos ha batido récords de asistencia. Siendo un político de los partidos tradicionales, hoy me sentiría un poco intranquilo, no solo por la certeza de que esto se acaba, sino por la certeza de saber que he traicionado todo aquello que juré representar y proteger (el pueblo y sus derechos).

    La juventud es casi un elemento principal de estas opciones "minoritarias", un relevo generacional posiblemente necesario. Pero al igual que observo estos movimientos con cierto agrado, también soy consciente de que lo que vemos es meramente la punta del iceberg. Seguro que por detrás, entre unos y otros, hay muchos intereses cruzados intentando perpetuarse pese a los cambios políticos.

    En materia de poder y dinero no existe el radicalismo, existe la mímesis y la adaptación. No obstante, es bueno arriesgarse aunque nos estrellemos; por lo menos aprendemos del error.

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    1. Sí es cierto. Aunque no todos diéramos por bueno el modelo cuando todo iba ¿bien? Es, en cierto modo lógico, que la gente no se preocupara mucho más allá de sus narices o las consecuencias de tal modo de vida. De hecho cuántos decían que aquello no era lógico pero... Todo el mundo, nos guste o no, tiene su pizca codiciosa, desidiosa, etc. Y eso es de humanos también, ha pasado a lo largo de la historia de la humanidad y tiene que venir un cataclismo de estas proporciones para que el pueblo reaccione. Que esta mal, pues sí, qué no tiene por qué ser así, pues también, pero lo es.Mis experiencias en la vida me han enseñado que para "tirar del carro" de 50 tenemos que hacerlo dos o a lo sumo cuatro e involucrar al resto casi a la fuerza, pero... Por lo menos aquí seguimos.

      Y todo lo demás es una consecuencia de esto, entre ello el bipartidismo que, al fin y al cabo es una manera conservadora de hacer política.

      Por eso tenéis que ser los más jóvenes los que acabéis dando el paso, con sus defectos y virtudes, con sus aciertos y sus errores. Aunque algunos todavía nos sentimos jóvenes y por eso aquí seguimos.Si a mi me hubiera pillado esto con 20 o 25 años...

      Un saludo.

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    2. La nueva dirección

      http://eldoseldeletras.blogspot.com.es/

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  2. TE FELICITO!!! MUY BUEN ARTÍCULO!!!

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