Es aquí, en lo deportivo, donde la familia atlética está cuestionando muy duramente y con toda probabilidad no falta de razón, el planteamiento realizado por el Cholo Simeone en sus últimos envites frente al R. Madrid en los cuartos de final de Champions y que le han servido para caer justamente eliminado ante su eterno rival capitalino, si no de forma bochornosa en el resultado sí que por su juego en forma de estropicio.
Ni que decir tiene que lo conseguido por el entrenador argentino, desde su llegada al club rojiblanco, resultaría algo impensable en esta singular manera de evolucionar del mundo del fútbol en los últimos tiempos. Una Europa League, 2 Súper Copas de Europa, Finalista de la Champions y alcanzar, por segundo año consecutivo los cuartos de final de esa competición, es bagaje más que elocuente. Y si a eso añadimos haber conseguido una Copa del Rey, una Súper Copa de España y un Campeonato de Liga –algo por completo inesperado y olvidado en la liga española después del enorme distanciamiento, por unas u otras razones, de los dos trasatlánticos del fútbol español, Madrid y Barça, en la última década-, son resultados más que loables para cualquier entrenador y cualquier equipo de fútbol profesional en los tiempos que vivimos.
Pero ello no es óbice para no poder consumar las críticas del mismo modo que los halagos. El At. Madrid no ha estado a la altura de las circunstancias en su eliminatoria de Champions y ha dado un aspecto más que decepcionante durante el desarrollo de la misma. Especialmente en la vuelta, aún a pesar de contar con la ligerísima ventaja de no haber encajado un gol en la ida, lo que le podría haber aportado muy mucho a sus opciones de clasificación en caso de haber logrado alguno en campo contrario. Pero ha renunciado por completo, en su planteamiento táctico, a esa posibilidad y hasta negando la mayor si cabe, conforme se fue desarrollando el encuentro.
El equipo rojiblanco ha contado en los últimos años con ejemplares jugadores en el eje de su delantera. Forlán, Falcao e incluso el pasado ejercicio con la sorpresa de un jugador de claras deficiencias técnicas como Diego Costa. Pero este año el equipo carece de ese hombre referente arriba y que intimide a las defensas contrarias. Y menos aún en un esquema táctico reservón donde se hacen imprescindibles jugadores rápidos que compensen el mismo. Su actual delantero titular Mario Mandzukic es un jugador batallador, efectivo cara a la puerta pero extraordinariamente lento y propio de otro modelo de juego, donde su equipo encierre en el área al contrario.
Que su posible recambio, a pesar de sus consabidas carencias, Fernando Torres, hubiera sido más acertado en este caso en el campo de la Castellana, probablemente. Del mismo modo que, dadas las sensibles bajas del equipo contrario, dar una paso más adelante podría haber traído mejores consecuencias. Aunque esto entre solo en la parcela de la elucubración o el morir con las botas puestas como Custer cayó en Little Big Horn.
En cualquier caso, errar en ocasiones y repitiendo si cabe, lo han hecho todos los entrenadores y lo seguirán haciendo. De Luis Enrique en el Barça, nadie esperaba que “se comiera el turrón” esta temporada y de Carlo Ancelotti qué vamos a decir en el Madrid. No pasa nada, rectificar es de sabios y es de suponer que en los próximos tiempos tanto él como su cuerpo técnico corrijan errores pero, estemos seguros que, sea quien sea, fueran quienes fueran, volverán a cometerlos algún otro día.
El Atléti, si es capaz de superar el mazazo y es de desear que así lo haga, tiene todas las papeletas a su favor para conseguir la 3ª plaza en la Liga y asegurarse su participación en Champions el próximo año. Competición donde ha vuelto a quedar entre los 8 mejores del continente. ¿Qué más pedir a un equipo a años luz en su presupuesto del de sus competidores?
Hacerlo mejor, aún en la derrota, por supuesto. Pero esta vez si no ha podido ser, tampoco es motivo de rasgarse las vestiduras por ello y echar por la borda los éxitos y halagos de estos últimos años.
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