Ésta debería ser la primera pregunta que deberían hacerse nuestros sesudos responsables de la política europea en Bruselas para que los ciudadanos del Reino Unido, mayoritariamente su clase trabajadora a tenor de un primer análisis de la distribución de los resultados, hayan decidido abandonar la Unión Europea. Y lo peor si cabe que en una nación que hasta ahora había representado la máxima expresión del cosmopolitismo, la solidaridad y el respeto entre las diferentes razas y pueblos, un poderoso sentimiento antimigratorio ha sido también factor determinante para su decisión de abandonar la Unión.
Las consecuencias de una crisis que las autoridades de Bruselas fueron incapaces de impedir en su desmedida obsesión por llevar el modelo capitalista hasta su más rigurosa ortodoxia y la posterior gestión de la misma, haciendo recaer todo el peso de esta sobre las clases medias y trabajadoras, provocando los mayores desequilibrios sociales desde hace décadas, están resultando a todas luces catastróficas y con resultados cada vez más impredecibles.
Bruselas, apabullada por la presión de una todapoderosa Alemania, encorsetada por los intereses de la banca alemana como principales fiadores europeos y presa de su vehemencia ideológica en su apuesta por la versión más radical del neoliberalismo, no solo ha mandado a Grecia al ostracismo, a modo de castigo por rebelarse a sus drásticas medidas después de años y años de padecimientos sufridos, ha puesto al borde del abismo a Portugal e incluso no deja de poner en entredicho a España o Italia, si no que ha sido incapaz de retener consigo al otrora magnífico Imperio Británico.
A estas horas de la mañana cuando los resultados nos llegan todavía muy frescos, a la espera de circunstancias imposibles de predecir -mucho más allá de las previsibles dimisiones-, y a tenor de la información recibida de primera mano de españoles residentes en Inglaterra, habrá que esperar un poco a que remansen las aguas y la euforia de unos por un lado y la desazón de otros por el otro resulten más contenidas que en estos primeros momentos de semejante fiasco europeo.
Sin dejarse llevar por el desánimo, y por mucho que algunos traten de mitigar la noticia, este hecho tendrá profundas repercusiones en la UE. Puede ser para bien o para mal, ojo. Es un toque de atención a la política comunitaria, pero también una advertencia de por dónde están discurriendo los pensares europeos, hoy en día volcados en la xenofobia y el egoísmo. Si esto es lo que yo me temo, que las semillas han vuelto a germinar, entonces vendrán malos años.
ResponderEliminarDe necios sería negar que se está repitiendo un escenario similar al del periodo entreguerras, tras la Gran Depresión, de la primera mitad del SXX.
ResponderEliminarLa gente cuando no encuentra respuestas a sus males y no ve claro su futuro, busca chivos expiatorios allá donde mentes calenturientas los encuentran, siempre, en "lo diferente". Entonces fueron los judíos hoy son los inmigrantes.
Europa tiene dos problemas. Uno, el económico que en su parte "macro", se resolverá más temprano que tarde. Y otro que la continuidad de sus políticas de austeridad y de degradación del mercado laboral siga alimentando el monstruo del fascismo. Y las consecuencias de este ya lo conocemos.
Veremos.
A mi juicio, consecuencia de las polótocas de la Unión Europea: política económica (austeridad y comportamiento con Grecia), y política de inmigración, principamente.
ResponderEliminarUn sañudo
Sin duda Juliana. Ese es el principal caldo de cultivo que está propiciando, de no poder remedio,el fin del proyecto europeo como tal.
EliminarSaludos