Para quien suscribe esta bitácora, ser
ciudadano de un país es compartir jurídica y legalmente una
condición y contribuir con los impuestos por el bien de la
comunidad. Es lo mismo que pensaría si en vez de haber nacido en mi
Badajoz natal, lo hubiera hecho solo 5 km más allá, con la sola
diferencia que en ese caso mi condición sería la de portugués y no
la de español. A partir de aquí cada persona puede identificarse
con el sentimiento que quiera hacerlo, pero este no debería pasar
de eso, y nada tiene que ver con una realidad incuestionable como lo
es la mera coincidencia geográfica de haber nacido en un lugar u
otro. No es un mapa político el que genera el arraigo sino la
familia, los amigos y el trabajo y eso la historia lleva miles de
años evidenciándolo con las innumerables corrientes migratorias
que, por unos u otros motivos, han ido asentándose en las diferentes
regiones de este planeta.
En cualquier caso y para contrarrestar
tal evidencia, la larga dictadura franquista se empeñó en enterrar cualquier sentimiento nacionalista periférico -aunque este se
remontara igualmente a tiempos pasados-, por esa particular obsesión
de recuperar para la memoria aquel otrora imperio español “donde
no se ponía el sol”, aunque para ello se distorsionara la historia
todo lo que fuera necesario. Al margen de su furibunda interpretación
de las causas y consecuencias de la reciente Guerra Civill, se
recurrió a exaltar personajes históricos representativos de aquel
imperio, tales como los Reyes Católicos en los albores del mismo o
Felipe II como su máxima expresión y, de manera más especial, los
conquistadores de las tierras americanas como Pizarro o Cortés. Para
nada importó ocultar que los susodichos ejercieran una violencia sin
límites en sus carreras políticas y militares, tal como lo
hicieron sus coetáneos franceses o ingleses a los que, sin embargo,
se les tachó siempre de piratas sanguinarios al servicio de monarcas
de inusitada crueldad empeñados, además, en la aniquilación de la
nación española. Una manera, sin duda, de impulsar un sentimiento
de carácter ultra-nacionalista que le sustentara en el poder frente
a una supuesta amenaza allende de los Pirineos.
Con el fin de la dictadura la
Transición estuvo marcada por las exigencias y los deseos de la
plutocracia existente, con el objeto de seguir manteniendo ciertas
cuotas de poder una vez desaparecido el régimen. Para ello no solo
se recurrió también a la permanente amenaza sobre las fuerzas
democráticas -en especial varias intentonas de golpe de estado con
mayor o menor resonancia-, sino que se intentó mantener el mismo
espíritu centralista habido hasta entonces. La España de las
Autonomías no vino más que a confirmar tales actitudes y trajo por
consecuencia un numeroso grado de desigualdad en la forma y
administración que acabaron conformando cada una de las mismas.
Tanto con José Mª. Aznar como ahora
con Mariano Rajoy, la llegada al gobierno del Partido Popular -de
hecho bajo su anterior denominación como AP, votó
en contra del Título VIII de la Constitución que desarrolla el
modelo autonómico-, aún vista la imposibilidad de dar marcha atrás
esta concepción del Estado, ha intentado más restar que sumar a
este respecto valiéndose de esporádicas declaraciones, más o menos
medidas, que lo ponen en entredicho. Mejor si cabe aprovechando
cualquier coyuntura, como ocurriera de forma más sensible con
Esperanza
Aguirre parapetándose a tal efecto en la actual crisis
económica. O utilizando reiteradamente el caso Gibraltar o episodios
casi surrealistas como el del islote Perejil proclives a exacerbar el
nacionalismo español más rancio.
Hoy por hoy, la crisis presenta todos
los ingredientes necesarios para aumentar la tensión existente entre
el gobierno central y los autonómicos, especialmente catalán y
vasco, a tales efectos. Por una parte la esperanza o el deseo puesto
en un sentimiento como es la independencia como vía de escape a una
crisis que no parece tocar fondo y presenta un futuro más que
sombrío es algo que resulta comprensible sea o no acertado. Pero el
uso de este por una formación como CiU que jamás ha hecho una
expresa difusión del mismo, ni en momentos de bonanza económica,
hace pensar que su verdadero interés lo que esconde es desviar la
atención de sus insólitas políticas de austeridad y recortes que
están sumiendo en la pobreza a una gran parte de la sociedad
catalana.
Del mismo modo, el gobierno del PP está
aprovechando la misma coyuntura para dar rienda suelta a su arraigo
nacional-españolista y, de paso, predisponer a sus incondicionales
en tal sentido, ahora que un gran número de sus electores le
reprueban, día sí y otro también, su nefasta gestión de la
crisis.
Sería bueno que el conjunto de la
ciudadanía, que ha demostrado una y otra vez mayor altura de miras
que esta denostada casta de políticos que parece empeñada en
empobrecer este país y a sus gentes, sea consciente de todo esto y,
partiendo del respeto mutuo a la identidad e idiosincrasia de cada
pueblo, no caiga en una deriva interesada que, por una parte le
distraiga de la acuciante situación que ha traído para la sociedad
la mayor crisis económica conocida desde la Gran Depresión y por
otra vulnere su libertad para expresar libremente y en paz sus
sentimientos.
Por último y a la vista de todo lo
dicho, si hiciéramos una búsqueda secuenciada en el diccionario de
la RAE de conceptos como patria, patriotismo, etc., al final
llegaríamos a la conclusión que, de la noche a la mañana,
estaríamos viviendo un auténtico derroche de patrioterismo o lo que
es lo mismo “alardear excesiva e inoportunamente del amor a la
tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente
ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y
afectivos” . Decía mi padre
que el héroe, la máxima expresión del patriota, es un soldado
aturdido por el fragor de la batalla que no es consciente de ser el
último de su trinchera y que tras la llegada de los refuerzos se le
otorga dicha condición por tamaña tarea. Pero que, a fuerza de ser
sinceros, si hubiera sido consciente de su abandono hubiera entregado
el puesto al enemigo sin el menor recato y cautela.
El sentimiento nacionalista no deja de ser un delirio intransigente de una persona o un determinado colectivo. Las personas son personas y no pertenecen a ninguna parte; su entorno está formado por otras personas y, por el momento, no he visto a ninguna con raíces.
ResponderEliminarPor supuesto, todo atiende a motivos económicos. Si la gente defiende a su "patria", los que mandan pueden justificar ciertas decisiones, en aras del bien nacional, y seguir gobernando a su manada privada. Pero es lo de siempre, una engañifa primitiva y populista para moldear, caldear y manipular sentimientos.
¿Por qué la gente cae en estas trampas? Por la educación, los medios y la desesperación. Cuando ves el país poco menos que en llamas, te aferras al primer fariseo que se te cruza. Y hay muchos fariseos dispuestos a prometer el infinito por perpetuar su linaje político.
Gran artículo. Mucho tenemos que aprender.
Un saludo.
Y que es cierto, es realmente doloroso ver como se aprovechan de las necesidades de la gente para aferrarse al poder.
EliminarUn saludo
Hay un refrán que dice: uno no es de donde nace, sino de donde pace.
ResponderEliminarYo lo conocía por: uno no es de donde nace, sino de donde se hace.
EliminarGracias Lorenzo, un saludo.
Estimado Felipe. Ningún tema de los que tratas es para pasar inadvertido. Recuerdo al difunto líder de Alianza Popular, Manuel Fraga, cuando hablaba que en vez de una España grande y libre, íbamos camino de tener muchas pequeñas y cabreadas: De ahí su oposición al Capítulo VIII.
ResponderEliminarA mi me llama poderosamente la atención como efectivamente se reavivan estos conflictos en los momentos más delicados. Unos y otros intentan sacar partido. El partido ganador de las elecciones observa como se le difuminan sus votantes por ambos costados y ¡ojo! que su origen es el de una coalición: Alianza Popular, Partido Demócrata Popular, Unión Liberal, Centro Democrático y Social. Por el centro, su electorado más volátil castiga el engaño en el programa de Gobierno y sufre en carnes propias el duro golpe asestado a las clases medias. Por la derecha, su electorado de conveniencia (no hay ninguna otra alternativa), no perdonan la excarcelación de Bolinaga, la imagen de debilidad / sumisión ante las instituciones europeas o el castigo al entorno familiar.
Hacen falta enemigos comunes que ayuden a frenar la dispersión del electorado. Y es aquí donde puede llegar el matrimonio de conveniencia: El enemigo es el Estado colonizador / Los enemigos son los oportunistas antiespañoles y nacionalistas.
Al fin y al cabo son estrategias de marketing político que enmascaran el problema real y no aportaran soluciones a corto plazo.
Gracias por permitirme expresarme con libertad en tu foro y buena semana a todos.
Gracias a ti por participar de este blog.
EliminarEfectivamente, se trata solo de puro marketing político. El problema es que eso no resuelve los problemas de los ciudadanos si cabe, incluso, los agrava, porque desvían la atención del principal.
Ahora tenemos elecciones en varias CC.AA. y veremos que es lo que pasa pero, a la vista de las encuestas, los resultados -salvo el caso de Bildu-, vienen a confirmar que será más de lo mismo. Ya se guardan los principales partidos de mantener este modelo que tanto les beneficia aunque eso impida abrir la participación.
Por último, es lamentable que en dos partidos tan grandes como PP y PSOE no se le permita el acceso desde las bases a personas que, seguro que con cualificación más que suficiente, están completamente en desacuerdo como su modo de actuar, de como lo están haciendo y como nuestro modelo de sociedad lo van deteriorando día a día.
Es la hora de la POLÍTICA con mayúsculas, que anteponga los intereses del pueblo al poder financiero. Lástima que carezcamos de políticos capaces de llevarla a cabo.
Un saludo.
Es que los políticos forman parte del problema porque están vendidos, quiero decir que a cambio de dinero hacen lo que ordena el poder financiero.
EliminarY no solo eso Lorenzo. Hasta podíamos entender que alguna persona, entre otras muchas, cometiera algún dislate porque es "ley de vida", pero la realidad es que por una parte utilizan tales desmanes para financiar el establishment de sus partidos y por otra, como bien dices, están sometidos a ese supuesto dogma que antepone el poder financiero por encima de los intereses del pueblo, en base a ese "orden natural de las cosas" que argumenta el mismo. Y digo "supuesto" por que es dificil creer, conforme se van desarrollando los acontecimientos, que no sean conscientes del daño que están haciendo al conjunto de la sociedad.
ResponderEliminarUn saludo.
Son perfectamente consciente del daño que están haciendo al pueblo. Pero se han vendido, literalmente hablando, al poder del dinero. La consecuencia de esto es que carecen de iniciativa propia. Además, están muy de acuerdo con machacar el pueblo porque son delincuentes con parcelas de poder, no lo olvidemos.
Eliminarsolo defienden su origen, no la tierra de origen.
ResponderEliminarCorrecto Mar, tanto es así que se de buena gana, a traves de un antiguo diputado, que hoy, el 80 % de las personas que entran en política lo hacen por sus intereses personales.
ResponderEliminarUn saludo.