Atenea, Diosa de la razón |
Si en algo estamos de acuerdo en los últimos días con
nuestros queridos contertulios es que resulta absolutamente insostenible, a
estas alturas de una crisis sistémica que está asolando como no lo hacía otra desde
hace muchas décadas a la mayor parte de la población, como día sí y otro
también venimos comprobando nuestras sospechas de que esta crisis no es fruto
más que la avaricia de unos pocos, llámense estos la más pura casta política
que al servicio de un buen número de empresas y de sus grandes fortunas
embaucaron a muchos para enriquecerse y seguirse enriqueciendo hasta ahora hasta extremos nunca vistos.
Los casos Bárcenas, Gürtel, Oriol y Pujol, Baltar, Fabra,
los ERES de Andalucía, el Palma Arena, o el caso Urdangarin, entre otros muchos
con cifras de por medio capaces de obnubilar la mente a cualquiera por un lado y las
infaustas pretensiones de empresas como Repsol, Telefónica o las eléctricas, en
general para hacer de su capa un sayo a costa de recursos básicos para la
población, rayan en lo auténticamente insostenible para una multitud asolada
por unos recortes y unas medidas de austeridad que, desde los poderes públicos,
la viene despojando de unos derechos que tardaron hasta siglos en conquistar. Y
que está empujando a buena parte de la misma casi a la marginalidad consecuencia
de una economía de supervivencia.
Es aquí y ahora donde la presión popular ha de hacerse
sentir con mayor fuerza sobre el cogote de quienes prestos a desviar la
atención del pueblo con peregrinos argumentos y una verborrea agotada pretenden seguir imponiendo sus
intereses y los de quienes les dan amparo y protección. La clase política de
este país y en especial la que ejerce su más alta jerarquía, tal y como
reflejan todas las encuestas, forma parte ya del repudio popular junto al de
banqueros y grandes capitales a los que se les ve solo prestos a un
enriquecimiento no solo inmoral sino en numerosas ocasiones ilícito. Destruir
las aspiraciones de los que un día, fruto de su trabajo y esfuerzo, buscaban
para sí y para su familia una mejor calidad de vida, parece que ha acabado
convertido en el deporte nacional de nuestros encabronados políticos. Quizá aún
inconscientes de sus peligros, quizá cegados por la lujuria y quizá
aprisionados en una nueva clase de fascismo donde ensimismados por el poder son
capaces de dar rienda a suelta a sus deseos, sin darse cuenta que, al final, la profundidad del abismo tienen cabida para todos.
“La democracia no es el silencio, es la
claridad con que se exponen los problemas y la existencia de medios para
resolverlos.” (Enrique Múgica)
La democracia que tenemos está a años luz de la que decía Enrique Mújica. Creo que es lo primero que habría que hacer, peo por ahora no veo muchas personas que estén dispuestas a ello, ¿pereza? Lo que según Einstein es el mayor problema con que tropiezan los países y las personas, para aprovechar una situación de crisis, aprovechar para buscar nuevas estrategias.
ResponderEliminarUn saludo
Pereza, miedo, desengaño... inrervienen muchos factores en ello pero, sin duda, algo habrá que hacer. Aún tengo mis dudas si todo lo que está ocurriendo es meramente dogmático o responde a una estrategia para acabar con las clases medias y de paso con la libetad y la democracia. O que incluso buena parte de la clase política ni siquiera es consciente de ello. Pero es evidente, por otro lado, que es inimaginable tal grado de incompetencia. En fin, veremos.
EliminarUn saludo
La situación actual bien se merecía el nombramiento de un caballo como presidente del gobierno, en mímesis del nombramiento que hizo Calígula en el Imperio Romano. Vendría a dejar claro lo "útiles" que son los políticos actuales, y que rara vez van separados de corrupción o sustracciones ilícitas. Casi sería mejor que nos gobernase un ordenador, algo más justo e imparcial, a esta caterva de envenenadores y magos del robo.
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