Desfile de La Victoria, 1939 |
Desfile de la Victoria, 1973 |
Si bien la Transición democrática sirvió de chivo expiatorio
a los golpistas en sus intenciones, la situación actual con 6 millones de
desempleados y en aumento, 2 millones de familias con todos sus miembros en
paro, decenas de millares de personas que no tienen un solo ingreso, una
precariedad laboral como no se recuerda desde hace muchos años, salarios a la
baja de la mayor parte de la gran masa salarial o lo que es lo mismo de la
mayor parte de la población, un aumento sin precedentes de los costes de los
servicios básicos como la luz, el gas, los carburantes, etc., incremento de
impuestos que repercuten dura y masivamente sobre las clases medias y
trabajadoras, recortes en servicios públicos esenciales como sanidad, educación
o dependencia entre otros y por otra parte la impunidad con que actúan las
grandes fortunas y grandes empresas en beneficio propio y en detrimento de la
ciudadanía, los continuos escándalos de corrupción política que salpican a los principales partidos políticos, desde la Casa Real hasta el gobierno, sin consecuencias relevantes para los implicados y, lo que es peor, la criminalización del pueblo
en la verborrea política y, por tanto, la justificada sensación de este de
sentirse completamente desarmado por el gran capital y las instituciones
públicas, constituyen un auténtico caldo de cultivo para que este esperpento en
el que han convertido a este país unos y otros, está llevando a temer a muchos
y a codiciar a unos pocos, los
nostálgicos del régimen, una intervención
militar que conlleve una nueva involución en la historia de España hacia
posiciones absolutistas que vuelvan a marcar un paso atrás más en esta.
Paramilitares del Jobbik húngaro |
Un motivo más para que el pueblo no permanezca impasible ante toda
esta cantidad de atropellos que la clase política dominante está cometiendo en
España y que salpica ya a la mayor parte de las instituciones. La, en la práctica, nula determinación del
gobierno del Partido Popular en este sentido y la actitud de los defenestrados
dirigentes del principal partido de la oposición, con quien se alterna en el
poder desde hace varios lustros, están poniendo en tela de juicio y en
auténtico entredicho a la propia democracia. Amén del interminable número de
casos de corrupción que de uno y otro lado se suceden de manera incesante de
una y otra parte y que, a pesar del manifiesto rechazo popular expresado en las
encuestas no parece, ni por asomo, vaya a ser corregido por una casta de
políticos que, después de tantos años alejados de la razón ciudadana, han
manipulado de tal modo leyes, normas y a la propia justicia que, por un lado
supeditan al pueblo a los espurios intereses de las grandes compañías y de otra les permiten a los mismos moverse
en la más absoluta impunidad. A lo más un “quítame allá esas pajas” de burdo
reproche que, cada día, vemos caer a cada lado del tablero parlamentario.
De mediar voluntad para ello, la fuerza del pueblo es formidable
y, desde el principio de los tiempos, cuando este se ha rebelado contra un
poder regresivo, la sociedad ha dado un salto cualitativo hacia adelante. Hoy
mismo, una buena prueba de ello, aún de tratar de enmascararla bajo la
verborrea política habitual, ha sido el
cambio a última hora del Partido Popular para permitir la aceptación a trámite
de la iniciativa popular para el desarrollo de una nueva ley hipotecaria.
Si bien, hasta primera hora de la tarde este seguía manifestando su rechazo a
la misma, al final la inmensa presión popular que dan casi un millón y medio de
firmas presentadas en tal sentido por una Plataforma que lleva años luchando
contra semejante desatino y lo más importante para nuestros ensimismados
gobernantes, el temor a incendiar la calle, ha hecho que hayan decidido admitir
a trámite la misma, aunque sea de prever que poco o nada pueda prosperar la
misma, más allá de lo ocurrido hoy.
En definitiva la actitud del pueblo es absolutamente
determinante como garante de su propia libertad. Y no solo en la mejora del
actual sistema democrático, sino que, vista la secuencia de acontecimientos de
los últimos años, deberá asumir riesgos de forma ineludible si quiere conservar
un milenario modelo tan preciado como la propia democracia.
“Educar consiste en
formar personas preguntonas y respondonas, libres del temor autoritario de que
para no tener líos, más vale callar.” (Ignacio Sotelo, Catedrático de
Sociología y miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes)
Para empezar, estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Ignacio Sotelo de la educación.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con lo que indicas. Me da la sensación que los españoles nos estamos comportando bastante bien (ausencia visible de los extremistas que indicas); y ello a pesar de que el partido en el Gobierno está tensando la cuerda demasiado. Los ciudadanos debemos organizarnos de todas las maneras posibles para ocupar el Parlamento. Veremos cómo se resuelve el tema de las hipotecas; los bancos están presionando mucho, se sienten fuertes.
Un saludo
Veremos sí, Juliana, veremos. Aunque, efectivamente, los bancos y todo el emporio financiero parece sentise fuerte, el gobierno no lo parece tanto. De hecho sus recificaciones son continuas en los últimos días y eso indica cierto temor sobre las reacciones que pueden tener entre la ciudadanía cada día más enfurecida, no solo sus acciones sino incluso sus declaraciones.
EliminarLas previsiones en el corto plazo son despidos por millares en numerosos sectores, incluso en las adminsitraciones públicas. En este último caso al amparo de la nueva normativa por la cual se puede despedir a los interinos sin más, basta con que el presupuesto a los que se encuentren adscritos descienda por debajo del 5 %. lo que de hecho ya está ocurriendo incluso por niveles del 10 %.
En fin, veremos.
Un saludo.
Cuando un pueblo ya no tiene nada más que perder, entonces es cuando estalla. Tal y como comentas en otras entradas, de momento la sociedad española va tirando por el apoyo de la familia, el tipo de educación recibida, etc., pero eso no es garantía de nada. Todo tiene un límite y esta situación es extrema, lo cual puede desembocar en acontecimientos impredecibles y trágicos. Personalmente, ya no me fío de nada.
ResponderEliminarCon tanto corrupto y tanto abuso, se están ganando un billete de ida al infierno, pero lo que la sociedad debería hacer es presionarlos incansablemente hasta que todos, en conjunto, podamos sentarnos a hablar de fijar un nuevo rumbo. Un rumbo que corte definitivamente estos derechos de pernada que tienen algunos y ponga las cosas en su sitio, equilibrando una sociedad descompensada por la avaricia y el egoísmo.
Un saludo.
Que así sea y gracias por seguir ahí.
EliminarUn saludo.