Desde que el 15M irrumpió en la escena española toda la derecha mediática se ha despachado de lo lindo contra el mismo, despedazándolo de la manera más ominosa posible. En las furibundas tertulias de los canales de la tdt, en las columnas más ácidas de la prensa extrema o incluso pidiendo el desalojo a la fuerza de la Puerta del Sol la víspera electoral –con la masacre que se hubiera producido huyendo en espantada una multitud de más de veinte mil personas entre las estrechas calles que dan a la plaza-. Pero uno de los comentarios más “suaves” que se han vertido sobre el movimiento es la necesidad de que se le pusiera cara al mismo. Probablemente con la malévola intención de buscar el más mínimo resquicio en la vida de esas personas y canibalizarlas despiadadamente. Por cierto que ahora el último grito, gustosos ellos de las teorías conspirativas, es que el 15M responde a un entramado diseñado por Rubalcaba para usarlo frente a la derecha una vez gane esta las próximas elecciones generales… ¿hay quien dé más?
Sin embargo, en ningún momento, hemos oído ni de tales huestes ni del resto de la prensa más responsable que se ponga cara a “los mercados”. Nadie nos dice como se llaman los presidentes de esos bancos franceses o alemanes, o de esos grupos financieros norteamericanos o ingleses que atacan países o que exigen que se les abone tal o cuáles deuda o intereses. Aunque solo sea para saber cómo viven, que casas tienen o en que aviones viajan. Aunque solo sea para saber cómo juegan a los barcos con las vidas de millones de personas desde una coralina playa, enfundados en espaciosas camisas estampadas, en una de sus islas de propiedad.
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