lunes, 4 de julio de 2011

La lujuria del fútbol

Hace muchos años empezamos a entender el fútbol profesional en España más como un espectáculo que como un deporte.  Más tarde asumimos su nueva reconversión en un puro o “puto” negocio para acabar terminando ahora como la más lujuriosa, obscena, impúdica y deshonesta propuesta que puede hacerse de un deporte.

Hace solo unos meses, en plena efervescencia del serial Barça-Madrid, Michel, en su faceta de entrenador del Getafe, era preguntado acerca del evento y respondía con una singular observación en la que venía, más o menos, a decir que no entendía como la prensa podía seguir llamando a la liga española como “la mejor liga del mundo” dado el carácter absolutamente ruinoso de esta, con varios clubes en suspensión de pagos, jugadores que no cobran, deudas multimillonarias y un sinfín de etcéteras. A los que podíamos añadir también, lo poco que queda de lo deportivo, una liga que disputan solo dos equipos dados los intereses de la industria y política futbolera.

Hace mucho más tiempo, allá por 1990 echó a andar la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas (S.A.D.), después de haber condonado una deuda multimillonaria a los clubes de fútbol profesional la administración del Estado. Las principales justificaciones que se dieron a este hecho fue la imposibilidad real de hacer frente a dicha deuda por una parte y de otra que, a través de las apuestas deportivas –las quinielas-, y sin obtener los equipos  contraprestación alguna, era la propia administración del estado quien recibía una buena dosis de ingresos que luego repercutía en todas las áreas del deporte. A partir de ahí con el nuevo modelo de SAD se esperaba que dichos clubes se gestionaran como una empresa privada, evitando deudas de calado y que, en cualquier caso, respondieran por si mismos ante las adversidades que pudieran sobrevenirse al uso del modelo empresarial común. Por cierto que, como “quien hiciera la ley hizo también la trampa”, el desarrollo de la ley permitió que si, se cumplían una serie de parámetros, algunos clubes podrían quedar al margen de este nuevo marco regulatorio; es decir en el diseño de la Ley se contemplaba la obviedad de quedar fuera de ella al F.C. Barcelona y al R. Madrid, con el fin de evitar que en el futuro pudiera ponerse en peligro la subsistencia de ambos. Así al cabo de más 20 años, Barça y Madrid acumulan una deuda con el fisco entorno a los 1.300 millones de euros, desconociéndose, por razones legales, la cantidad que adeudan también a la Seguridad Social y contando para ello con toda la impunidad que el entramado de las antiguas Sociedades Deportivas ¡¡sin ánimo de lucro!! les permite.

Hoy son numerosos los equipos que se encuentran en situación de suspensión de pagos en todas las divisiones de la Liga de Fútbol Profesional y aún más –batiéndose records históricos-, los que han perdido su categoría cara a la temporada 2011-12, por no haber hecho frente a sus pagos. Las razones que han llevado al fútbol a esta situación de bancarrota y que, de no mediar soluciones, va a acabar llevando al colapso a la competición, vienen dadas tanto por los desorbitados salarios y traspasos que se abonan por los jugadores como al caprichoso reparto de los derechos televisivos.


En el primer caso hay que situar en los 150.000 € el salario mínimo estipulado en la LFP para los jugadores profesionales en la 1ª. División, lo que ya y sin tener en cuenta los estrafalarios emolumentos que perciben los más destacados, sobre todo en el caso de los llamados crack o galácticos que pueden superar los 10 millones de euros anuales, puede dar una idea de la absoluta inviabilidad de un proyecto deportivo lógico. Aproximadamente los ingresos de los clubes provienen en un 25 % de las taquillas, otro 25 % por publicidad y merchandising y el 50 % restante de la tarta televisiva. Y es en este último apartado donde surge el problema. Hasta hace unos años el reparto de los derechos de imagen para la televisión se hacía de una forma más distributiva que la actual, permitiendo que pudieran subsistir los clubes con menos agobios que en la actualidad. Hoy, ese dinero va a parar en su mayor parte a las arcas del Barça y el Madrid quedando para los demás equipos solo las migajas, por lo que les resulta imposible soportar el nivel de gasto que ha generado una competición tan deformada como esta.

En el resto de los países de nuestro entorno con ligas profesionales como la española (Francia, Inglaterra, Alemania o Italia), el reparto de los derechos de imagen se hace de forma mucho más equitativa. El dinero va, íntegramente, a la liga como tal y esta lo reparte a partes iguales entre todos los participantes en la competición, estableciendo unos pequeños variables en función a resultados. Así se promueve una fórmula mucho más racional y favorece la competitividad en lo de deportivo. Por el contrario, el modelo español hace que, en lo económico, se esté llevando a la ruina a la mayor parte de los equipos y por otra, cada vez ensancha más la distancia en lo deportivo entre los dos clubes más ricos y el resto, viciando completamente la competición. 

En definitiva la situación en el fútbol profesional es absolutamente insostenible no ya solo desde el punto de vista deportivo o económico sino que, además, resulta un peligroso alarde de agravio comparativo para con el resto de la sociedad en una situación de crisis sistémica como la que nos encontramos. Son, cuanto menos, indecentes los salarios que se están pagando en la LFP sin que además estén gravados fiscalmente ya que, de hecho, no se abonan ante la Agencia Tributaria ni por los futbolistas ni por los clubes. Sobre todo en el caso del dueto Barça/Madrid que vienen renegociando una deuda para con la administración del estado que, encima, en vez de descender aumenta cada vez más, sin que las autoridades hagan el menor caso. Probablemente el temor a la amenaza de una revuelta social por parte de los seguidores culés y madridistas más forofos, hace que la administración mire continuamente hacia otro lado ante tamaño chantaje pero ya va siendo ahora que, por respeto a la ciudadanía, los políticos tomen de una vez cartas en el asunto y exijan de la LFP y particularmente de sus clubes más representativos que cumplan con sus deberes de obligado cumplimiento como el resto de los ciudadanos.

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