sábado, 24 de marzo de 2012

La opacidad de la transparencia

Corría el año 1996 o quizá ya 1997, en el que andaba uno todavía inmerso en eso de la política gremial cuando, por aquel entonces, fui participe de una reunión en el Congreso de los Diputados con el diputado ponente –el representante del gobierno que va a exponer un proyecto de ley ante el parlamento-, en relación a la futura ley que se estaba instruyendo, para la ordenación del mercado desde el cual uno intenta ganarse la vida. En un momento del debate le recalque a aquel diputado, creo que era malagueño y bastante agradable, que aquella nueva ley que se pronunciaba no era muy diferente a la anterior y que lo más importante a tener en cuenta era que si el Estado no ponía los medios para hacer que se cumpliera poco o nada se habría avanzado al respecto. El hombre qué iba a decir, sino manifestar su convencimiento del seguro control del estado a tales respectos. Gobernaba el PP por aquel entonces y aquella ley fue aprobada en 1998, pues bien, desde aquel mismo día hasta el de hoy, 14 años más tarde, la ley ha sido vapuleada y violentada continuamente, desde el primer día de su entrada en vigor, mientras los sucesivos gobiernos habidos desde entonces y a pesar de los continuos requerimientos para ello han venido mirando hacia otro lado sin pudor alguno. Salvo cuando las poderosas multinacionales inherentes al sector han levantado la voz en uno u otro sentido.

Ayer, tras el Consejo de Ministros la vicepresidente del gobierno ha presentado ante la opinión pública el anteproyecto de Ley de la Transparencia, una ley de la que España era uno de los pocos países de nuestro entorno que carecía de la misma y que lo que pretende es hacer desaparecer la opacidad demostrada una y otra vez por las diferentes administraciones públicas, prácticamente, desde tiempo inmemorial hasta nuestros días y muy particularmente en lo referido a las contrataciones y adjudicaciones de las mismas. Aunque por desgracia tenga que ser así, dicha ley se ha convertido en una herramienta muy necesaria para, si no acabar con la corrupción política, sí al menos hacer que nuestros defenestrados representantes, tengan un mayor recato a la hora de administrar “la caja de todos”, a su libre albedrío.

El problema surge cuando, ya de entrada, dicha ley pretende quedar al margen a una institución financiada íntegramente por el erario público, tan importante y trascendente, como es la Casa Real. Con una banal excusa, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, justifica el que esta quede una vez más al margen de la ley, a pesar de del oscurantismo que la rige tal y como hemos podido comprobar cuando a finales del pasado año se presentaron solo algunas partes de los costes que suponen su mantenimiento, excusándola de tales atribuciones en que no se trata explícitamente de una administración pública. Difícilmente podemos empezar a dar credibilidad a esta iniciativa cuando a las primeras de cambio ya nos encontramos con cortapisas de este tipo que deberían resultar indigeribles para la opinión pública, sobre todo ahora cuando un destacado miembro de esa Casa se encuentra inmerso en un proceso judicial por, aprovechándose de su posición, presuntamente, ha obtenido millonarios beneficios por procedimientos ilícitos. O lo que es lo mismo ¿cuántos casos Urdangarín serán necesarios para saber qué nos cuesta, íntegramente en su totalidad, el sostén de de esta familia?

Y si a esto añadimos los innumerables casos de corrupción en los que destacados miembros del partido en el gobierno se encuentran afectados en la actualidad, el “largo recorrido” de alguno de sus ministros, otros que se han visto salpicados en cuestiones de más que dudosa honorabilidad, el baile de colocaciones y renuncias de los esposos de algunas de sus “celebrities” y las, cuanto menos, singulares decisiones después de su ferocidad para con las mismas personas en la pasada legislatura, todo parece indicar que se trata más de un brindis al sol para seguir manteniendo la incólume fidelidad de su electorado, ante las consecuencias de esas durísimas medidas que por activa y pasiva nos vienen advirtiendo desde el principio de la legislatura que quedan por llegar, que una norma que realmente ponga o, al menos lo intente, poner coto a tanto desatino.

Veremos.

9 comentarios:

  1. Hecha la ley, hecha la trampa. Y esta afirmación es todavía más grave cuando los tramposos son los que hacen las leyes a posteriori, sabiendo precisamente los berenjenales que tienen que evitar. En otras palabras: demagogia barata para camelarse al electorado, pero conservando invariable la doctrina fundamental.

    Aunque lo repito siempre que puedo: todo cambia para seguir igual. Visto lo visto, creo que esta frase ya podría considerarse un axioma. Y vaya, al que le guste el teatro, no se puede quejar...

    Un saludo.

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  2. Si el pueblo deja de acudir a las urnas ya sería el principio del final de esta función patética que tan mal representan los políticos.

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  3. Habrá que esperar a ver que pasa cone esta ley. Hay quien afirma que la misma es más un refuerzo a la imagen exterior de España que realmente una herramienta de uso práctico interno. Hasta ahora ya se han redactado, aprobado, firmado y sellado numerosos códigos de conducta entre los dos partidos principales sin que ello haya servido de nada. A la vista de la calidad de los redactores de este -que parece ser ni siquiera es todavía un anteproyecto de ley-, no parece inspirar mucha más confianza y, ciertamente, no es precisa una ley de este rango -lo que hará que su demora sea mayor, por cuanto hay que modificar hasta el código penal-, para poner en marcha medidas del tipo que se plantean en la misma. En fin, lo dicho, veremos.

    Por último, con respecto a lo que dices Lorenzo, a esta hora de la tarde parece que la participación ha caido sensiblemene en los procesos electores de Andalucia y Asturias. Esto ya es singificativo pero, lamentablemente es todavía insuficiente por cuanto supongo, además, que ello corresponderá al electorado socialista mucho más autocrítico tradicionalmente que el del PP. De hecho, como hemos visto en las pasadas elecciones generales al mismo en nada le afecta la corrupción en la filas conservadoras y mantiene su fidelidad de voto. En fin, si se confirma este descenso en el número de votantes será una prueba más del descontento de la población que aumenta exponencialmente. Lo peor de todo es que, emborrachados por la euforia no se den cuenta de ello en el PP y en el PSOE parece que tampoco, cuando sigue manteniendo al frente, a los mismos que lo llevaron a la hecatombe.

    Gracias a todos por vuestros comentarios.

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    1. Pienso que los porcentajes de participación electoral les importan un comino a los partidos políticos. Mientras se celebren elecciones, se considerarán legitimados y tendrán vía expedita para sus ocurrencias. Supongo que el día que solo vayan a votar dos personas, ahí sí, ahí se preocuparán. Pero no mucho.

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    2. A la vista de lo ocurrido hasta ahora puede que tengas razón Oscar pero, el pueblo sigue cometiendo el mismo error de ir a votar siempre la misma cosa. Había que ver si ese porcentaje de votantes bajara por debajo de, por ejemplo, el 40 % y la contestación en la calle fuera mucho más continua y multitudianria cual sería la respuesta de los políticos.

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  4. Pero que tipo de transparencia puede haber en una clase politica que miente por principios y los protejen callando sus fieles empleados....
    Nadie se cree ya nada... Estamos un poco hartos de tanto cuento chino.
    Perdoname por la escritura desde movil es dificil.
    Saludos !!!!

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  5. Bueno Mar pero ya te va saliendo mejor que, por lo menos, no te aparece el comentario dos veces.

    Y sí, hay gente que se lo sigue creyendo -aunque los resultados de las elecciones andaluzas y asturianas hayan resultado sorprendentes, pero ya hablaremos de eso-, tanto es así que, a pesar de unas políicas nefastas desde que empezó la crisis en toda Europa y con los resultdos conocidos, todavía creen que con el PP y esas mismas políticas se puedan crear millones de puestos de trabajos dignos.

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  6. Esa es la gran hipocresia volver a crear trabajo en un mundo hecho añicos....

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