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La Comisión Europea |
A primeros de Noviembre del pasado año
Yorgos Papandreu,
primer ministro de Grecia, anunciaba su deseo de someter a referéndum las
últimas medidas que pretendía imponer desde Bruselas la U.E. para reducir la
deuda del país heleno. Además de la dramática coyuntura europea la crisis
griega tiene sus particularidades propias tras el descubrimiento, por parte del partido
socialista griego, el PASOK a su llegada al poder en Octubre de 2009, de la
estafa pergeñada por el gobierno anterior de Nueva Democracia, que con la
colaboración de
Goldman
Sachs, de forma sorprendente –aunque a la altura en que nos encontramos
cada vez parece menos creíble este argumento y pase mejor por la concomitancia
entre todas las partes-, había falseado las cuentas griegas ante la U.E.,
Alemania, el
Deutsche Bank
y el BCE para ocultar las dificultades de Grecia en su incorporación al euro,
así como posteriormente los malos resultados económicos de las
Olimpiadas
de Atenas de 2004. Papandreu,
siguiendo el dictado de la jauría alemana, había llevado a su pueblo al borde
del más absoluto colapso social y económico lo que, de forma inapelable, hacía necesaria la convocatoria de una
consulta popular para que el pueblo decidiese sobre la nueva batería de
recortes de obligado cumplimiento marcadas por la Comisión Europea. El
referéndum no llegó a celebrarse ya que, a los pocos días la misma comisión
promovía un auténtico golpe de estado desde fuera en Atenas, forzando la
dimisión del primer ministro e instaurando un gobierno de tecnócratas al frente
del país y al margen de la voluntad popular. Las medidas se pusieron en marcha
y, como era previsible, lo único para lo que han servido ha sido para
satisfacer, al menos en parte, a los mercados y sumir al país en la más
profunda miseria. Papandreu, con sus defectos y virtudes, fue incapaz de dar un
paso más allá en contra de su pueblo, aunque por ello quedara defenestrado de
un plumazo por las autoridades europeas.
Ahora la historia vuelve a repetirse en España ante la
voracidad insaciable del
Deutsche
Bank, su principal emisario Angela Merkel y, de paso, la
City londinense,
los
especuladores españoles y , en definitiva, todos aquellos que constituyen
los
mercados financieros. Con la conocida
excusa de que no hay otra alternativa, la propia Comisión Europea, en un juego
sin sentido que lleva atiborrando de miseria a gran parte del continente desde
el inicio real de la crisis a mediados de 2007 con
el
estallido de las subprime en EE.UU y su oficialización con la caída de
Lehman Brothers, el
paradigma de los bancos de inversiones, un año más tarde -que, curiosamente, en
España tenía
como
consejero delegado al actual Ministro Luis de Guindos, vuelve por enésima
vez sobre sus pasos a pesar de los estragos causados por su política en toda
Europa. La burbuja inmobiliaria y financiera gestada por el gobierno Aznar en
1998, con su famosa ley del suelo y continuada por el gobierno Zapatero hasta
el pinchazo de la misma en 2008, sirvió como un auténtico panal para toda
clases de especuladores que, aún no suficientemente satisfechos, siguen
impugnando su preciado botín y postrando a sus pies al gobierno que se trate, máxime
cuando este no quiere bucear otra solución distinta a la de reconvertir, una y
otra vez, la deuda privada de familias, empresas y especialmente de esas mismas
entidades financieras,
en
deuda pública, para saciar a las mismos, aunque sea a costa de llevar a la
ruina y a la miseria a millones de familias en toda España.
Las cifras son apabullantes, según Unicef, alrededor del
20
% de los niños españoles están ya por debajo del umbral de la miseria, el
25
% de los españoles están al borde de la pobreza, el desempleo supera ya el
24 % y parece imposible de detener, con una tasa de desempleo juvenil superior
al 50 % que está haciendo que numerosos jóvenes recurran a la emigración como
única salida. O que, a pesar de esto y de forma asombrosa, entre otros muchos
datos objetivos, España es el país donde más se ensancha
la
diferencia entre ricos y pobres de toda la U.E. gracias al aumento de la
pobreza y a que
el
salario de los altos ejecutivos sigue creciendo imparablemente.
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Durão Barroso, Presidente de la Comisión Europea |
Y si a todo esto añadimos los continuos escándalos
provenientes de las más altas esferas públicas como el caso del Presidente del
Supremo, el del yerno del rey, la Gurtel, los Ere’s, Bankia o los multimillonarios
emolumentos entre los altos directivos de las Cajas asociados tanto al PSOE
como al PP, lo que les impide a estos sacar a la luz toda la clase de
vilipendios cometidos por sus respectivos adláteres durante los últimos veinte
años sin exigirles un mínimo de responsabilidades al respecto… es imposible
evitar el aire de pesimismo que enfunda a la ciudadanía. Como tanto o más
incomprensible parece aún que, ante tanto desvarío y otra vuelta de tuerca más
de los Durão Barroso y compañía con los temibles antecedentes existentes, no se
echen millones de personas a la calle bajo enseñas como las del 15M, “los
políticos no nos representan”, “no somos mercancía en manos de políticos y
banqueros” o “no hay pan para tanto chorizo”. Sin duda no puede entenderse esto
de otro modo si no fuera por el poderoso papel de la industria mediática
defenestrando cualquier movilización al respecto, la extraordinaria precariedad
laboral acentuada tras la última reforma, además de la sabida insolidaridad de
parte del pueblo obnubilada por la idiocia consumista.
Por último y puestos a elucubrar sobre tales desatinos y la
manera tan explícita como ofuscada de arruinar la vida a sus conciudadanos, no
estaría demás –lástima la mediocridad de sus líderes políticos-, que Grecia,
Italia, España, Portugal e Irlanda que tanto daño parecen causarles a los
estados centrales de la Unión, dieran conjuntamente un golpe en la mesa
abandonando el euro y por ende su suicida disciplina. Seguro que entonces, con
la pelota en el tejado del otro, acabaría el sometimiento del pueblo a la
dictadura de los mercados y sería mucho más fácil encontrar otro camino,
sobradamente escrito, que pusiera las cosas en su sitio. Pero para eso no solo
hacen falta bemoles sino salirse de esa misma disciplina neoliberal a ultranza,
como es el caso del gobierno de España, que, a la vista están sus resultados,
han llevado al mundo a la mayor de sus decadencias.
Excelente artículo. Dos apuntes:
ResponderEliminar-España debe salirse del euro inmediatamente. Cuanto más tarde, peor será.
-el pueblo debe hacer una revolución, salir en masa a la calle y exigir prisión para los criminales que están detrás de este circo.
Sin estas dos medidas el futuro no es negro, es negrísimo. España vivirá una vuelta a la época colonial del siglo XIX. Pero esta vez seremos los españoles los colonizados.
En cuanto al primer apunte, como ya sabes, los economistas no acaban de ponerse de acuerdo por lo que creo que sería más factible que se salieran varios países a la vez que no es que hiceran temblar los cimientos europeos sino que "volarían" directamente la U.E.
ResponderEliminarPor lo que respecta a lo segundo, es absolutamente obvio, por cuánto estamos contemplando como un corpúsculo de especuladores están no solo especulando con su dinero sino con la vida de millones de personas.
Un saludo y gracias por tus comentarios.
Yo te voto!!! Tienes toda la razón que emana del sentido común y tambien jo.
ResponderEliminarEspaña está peor que grecia pero no lo dicen. Sus cuentas son mentiras y hemos sido rescatados con el "caso bankia" ademas el paro y la pobreza supera a grecia.
Saludos!!!
No, no te preocupes Mar que no tendrás que votarme. Tuve la ocasión de entrar en esa política hace muchos años pero me quede y de hecho participe activamente, inluso a nivel nacional, de la política sectorial en la industria en que me muevo durante más de 10 años. Incluso colaboré -como parte interesada-, en la redacción de alguna ley y mantuve reuniones con parlamentarios, un sinfin de etcéteras y... te puedo asegurar que acabé hastiado.
ResponderEliminarPara el ejercício de la politica, tal y como opera hoy, hay que tener un grado de cinismo que yo no tengo. De hecho conozco a personas, alguna incluso muy allegada, que están o han estado en política y en los dos partidos mayoritarios que te cuentan cosas que si trascendieran a la opinión pública entonces si que era para echarse a temblar.
Solo apuntarte un dato que no se si ya habré comentado en alguna ocasión pero, puedo asegurarte que por ambas partes tanto en el PP como en el PSOE, la inmensa mayoría de las personas que entran en política les mueven en primer lugar y por encima de todo sus intereses personales y que, los que llegan a escalar a lo más alto, pierden absolutamente el sentido de la realdiad, tanto que lo que para ti, para mi y para el resto de los mortales es "anormal" para ellos se convierte en algo absolutmente "normal". De ahí esas reacciones tan inexplicables a circunstancias y hechos tan probados como elementales. Reuniones, reuniones y más reuniones para acabar solo acordando cuando celebrarán la próxima reunión.
Gracias por tu comentario, Mar y un saludo.
Siempre dije que los politicos que son buenas personas se van de la política cuando conocen como funciona el sistema y lo digo con conocimiento de causa por desgracia...convivo con esos sres depredadores.
EliminarSaludos muy cordiales
Estamos asistiendo a una guerra de sistemas. Es la guerra entre la democracia -o su sombra- y el capitalismo, esto es, la usurpación del poder popular por parte de entidades financieras sin escrúpulos. Hoy rigen las naciones gentes de dudosa moral y aviesas intenciones, aunque parezca esto un escrito apocalíptico.
ResponderEliminarCuanto antes nos demos cuenta de la verdadera batalla, antes podremos recuperarnos del terrible golpe que nos están asestando. Si no lo hacemos y continuamos obedeciendo los intereses del mercado y de esos grupos de personas que no dudan en condenar vidas a la miseria o pisotear naciones, acabaremos esclavizados a un nivel que ni siquiera intuimos -mucho más de lo que estamos ya-.
El estatismo social es inexplicable e inaceptable. Se juega el futuro, nos afecta a todos... Entiendo que la precariedad laboral mete el miedo en el cuerpo, pero no manifestarse por miedo a perder el trabajo, es como ponerse a barrer la casa cuando está ardiendo. Un sinsentido muy peligroso.
Ya veremos en qué acaba esto, porque digo yo que algún día tendrá que acabar...
No creo que cambie a mejor, lo siento.
ResponderEliminarY tendrá que acabar o el sistema acabará con la democracia y la libertad. ¿Si soy optimista? Ni lo soy ni dejo de serlo. Hacen falta también líderes, aunque no nos gusten, aunque el problema de esos líderes es que la industria mediática se encargará de amedrentarlos y ponerlos en jaque ante la opinión pública. Aún con mentiras, porque eso para ello y para una gran parte de la masa cerril es lo de menos.
ResponderEliminarEn fin, veremos, seguiremos hablando de ello y quizá en algún momento aflore la solución.
Un saludo a todos y gracias por vuestros comentarios.