jueves, 7 de junio de 2012

¿Por qué hay que exigir responsabilidades?

Aunque todavía la propaganda interesada lo haga de forma directa o subliminal intentando achacar todos los males de este mundo a la figura de J. Luis Rodríguez Zapatero y esto tenga aún cierto calado entre buena parte de la opinión pública, nada más lejos de la realidad. A Zapatero se le podrá culpar de muchas cosas y desde esta misma bitácora se le ha criticado abierta y duramente pero la objetividad de la perspectiva histórica acabará revocando, en buena medida, tales acusaciones. Lo que sí parece indiscutible es que el ex-presidente cometió, entre otros muchos, tres errores fundamentales en su carrera política, el primero enviar a la socialdemocracia a paseo por lo que él llamó “Nueva Vía” que no era otra cosa que la españolización de la “Tercera Vía” del dueto Blair-Schröder, el segundo no pinchar la burbuja inmobiliaria cuando llego al poder en 2004 y subirse a lo alto de una ola que de forma irremediable tendría que romperse en algún momento y por último creerse capaz de gestionar de forma debida, él solo en la parte que le tocaba, la mayor crisis social, económica y política desde la 2ª. Guerra Mundial que está sacudiendo de forma tan particular a la ciudadanía europea.

En España pedir responsabilidades a un ex-presidente del gobierno, menos aún en su función de Primer Ministro no cabe en las entendederas de una denostada clase política dirigente desde los tiempos del GAL de Felipe González, hasta el momento actual pasando por la disparatada aventura belicista del presidente Aznar, que se arrojó a vulnerar toda forma de democracia, cuando las encuestas más fiables daban que más del 90 % de la población española estaba en contra de la invasión de Irak. Las evidencias eran tan ciertas como acabó demostrando el desarrollo absolutamente nefasto de una guerra que ha causado uno de los mayores desastres humanos y políticos de la historia reciente y que de haber sido promocionada de la misma manera por mandatarios de países de los que llamamos del tercer mundo, a buen seguro que haría tiempo que habrían sentado sus posaderas ante la Corte Penal Internacional.

Pero si ya no fuera suficiente con esto, las exigencias de responsabilidades tampoco parece afectar a un corpúsculo, importante aunque no muy numeroso, de individuos a los que sí se les puede achacar de forma directa y manifiesta una serie de acciones que han llevado no ya este país al más absoluto desastre económico y financiero sino, lo que es peor aún, está llevando a la miseria a millones de familias, víctimas además del servilismo más incívico y cruel de esa misma casta política. El Consejo Económico y Social, organismo adscrito al aparato del Estado en su memoria de 2011 publicada recientemente, afirma con rotundidad que el 25 % de los españoles se encuentra en el umbral de la pobreza y que, además, la desigualdad entre clases ha aumentado desde el inicio de la crisis como en ningún otro país de la U.E. o lo que es lo mismo que los ricos son cada vez más ricos mientras la vasta clase media cada vez pierde más fuelle. Y si a esto añadimos también el informe de UNICEF España, publicado el pasado mes de Mayo, que dice que 2.2 millones de niños españoles se encuentra ya por debajo del umbral de la miseria, con un aumento del 5 % anual en los últimos años, todavía es más difícil entender cómo los causantes de tales desatinos se siguen paseando de rositas por las calles de este país.

Y entre ellos los gestores de las Caja de Ahorros, con salarios e indemnizaciones millonarias, arropados  por todos los grupos políticos y especialmente los dominantes como el PP en Caja Madrid o PSOE en Castilla La Mancha por citar solo a alguno de ellos pero que podrían ser extensibles a la mayor parte de las Cajas de Ahorros españolas que han dado como resultado estropicios sin parangón en el escenario financiero español. Los casos de la CAM, NovaCaixa Galicia, Cataluña Caixa o el Banco de Valencia entre otros, han provocado un agujero que “el padre de todos”, Emilio Botín, sitúa en los 40.000 millones de euros, aunque haya fuentes que lo lleven hasta los 90.000. Ahí es nada. El caso de Caja Madrid reconvertida en Bankia tras su fusión con un grupo de entidades a cual más desahuciada raya lo irreal.  El mayor fraude de la historia financiera española donde todos los que la dirigían, con la anuencia de la corte de Esperanza Aguirre, hacían su agosto, aseguraban su futuro con contratos de película mientras Caja Madrid se derrumbaba y falseaba todo lo habido y por haber mientras las autoridades responsables, entre ellas el Banco de España, miraban a otro lado.

Miguel Blesa ex-presidente de Caja Madrid
Y mientras, el pueblo sucumbe en un escenario cada vez más sombrío mientras los responsables de tal desaguisado con las repercusiones que ello traído para la sociedad española, terminan con sus alforjas a rebosar con el mayor desparpajo lejos del mundanal ruido y sobre todo del trauma y la miseria que han dejado tras de sí y a la que han arrojado a millones de crédulos infelices. El pueblo cree cada vez menos en la política y en general en el funcionamiento de las administraciones públicas como así lo demuestran las encuestas. Qué paradigma el de la justicia, el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Divar –por cierto con un salario que, como poco, dobla al del presidente del gobierno-, resulta acusado de gastarse el dinero público en sus correrías marbellíes y encima se encorajina de la forma más chulesca ante el pueblo, como si de un enviado divino se tratase. Y lo que si cabe es peor, el parlamento se desinhibe del caso sin percibirse siquiera que es él como auténtico representante del pueblo quien debe exigir respuestas ante casos tan graves como este.

El pueblo necesita que se asuman responsabilidades en todas las parcelas de las altas esferas públicas que se precisen. El pueblo necesita volver a creer en la política y en las instituciones de este país no solo ya por respeto, ética y dignidad sino porque ello inspira confianza en las mismas. Y si no hay confianza, como está ocurriendo hoy, cualquier persona dotada del don de la palabra puede hacer sucumbir a la sociedad en los populismos por donde la historia reciente nos lleva a escenarios dantescos. La Gran Depresión y la incapacidad de las clases políticas que por aquel entonces regían los destinos de Europa acabó dando lugar a los fascismos con las consecuencias que ya conocemos. Los derroteros y antecedentes que hoy acumulan las mismas pueden presagiar destinos muy parecidos si los que se han empeñado en dirimir el nuestro no son todavía conscientes de las consecuencias de esta crisis de la que todos ellos son, de una manera u otra, artífices y responsables.

Es el momento para que los políticos dejen de mirarse el ombligo, de asumir responsabilidades  y de mirar a la mayoría de la población a los ojos que es quien realmente está padeciendo las consecuencias de esta crisis en beneficio de solo unos pocos. El pueblo está más que harto de sacrificios mientras quienes son los auténticos instigadores de todo lo que está pasando se ocupan solo de lo divino y dejan al margen cualquier atisbo de lo humano. Ha llegado el momento de exigir respuestas por parte del pueblo y si los políticos siguen sin dar la talla tendrá que ser él mismo quien lo haga desde la calle. Al fin y al cabo es donde han ido a parar millones de personas víctimas de la pretenciosa ceguera de quienes habrían de guiarles.

2 comentarios:

  1. Culpar a Zapatero es el camino fácil, que el actual Gobierno, sus seguidores y una gran porción de la población han optado sin dudar. No obstante, Zapatero fue un mal capitán, pero la culpa del rumbo del barco la tienen tanto él como todos los demás pasajeros, y en especial los remeros -refiriéndome al sector financiero-.

    Es cierto que ahora España se enfrenta a un terrible enemigo, a la usurpación de la soberanía popular por parte de la esfera económica extranjera, que con esta guerra de finanzas y primas de riesgo está hundiendo el país y expropiando naciones ajenas. Las personas nos hemos visto atrapadas entre estas salvas de flechas incendiarias, y entre los dos torreones de ególatras adinerados, se encuentra un amplio campo de cadáveres asaetados.

    Para solucionar esto, se requieren decisiones difíciles, pero inmediatas. Políticos que no tengan miedo a plantar cara al poder real -el dinero-, y que sean capaces de soltar estas cadenas que nos amarran. Políticos que, hoy por hoy, no tienen cabida en los partidos, ya que lo que se premia es la corrupción, la locura y el distanciamiento de la realidad. Nuestra clase política es nuestro principal enemigo, porque tan ciegos están que ni siquiera ven que están hundiendo su propio país.

    Hay que meter mano en los bancos y en las cajas, y hay que replantearse los límites a los que estamos dispuestos a llegar por conseguir beneficios. Y, por supuesto, poner coto a esos finiquitos millonarios de los estafadores y de los políticos corruptos. Que, en otras palabras, cualquier ciudadano de a pie pondría esto en su sitio en muy poco tiempo, porque son los humildes trabajadores los que son conscientes del alcance de las medidas y decisiones que los poderosos adoptan sin pestañear.

    Un saludo.

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  2. Completamente de acuerdo Oscar. Hace falta una nueva raza de políticos que sean capaces de enfrentarse a un sistema tan perverso como este que enriquece, hasta cotas que nos parecen fuera de cualquier órbita, a unos cuantos a costa de sacrificar la vida de la inmensa mayoría.

    Un saludo y gracias por tu grato comentario.

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