jueves, 19 de julio de 2012

¿De obligado cumplimiento? (II) Un poco de historia

Al contrario de lo que suele afirmarse la historia no tiene un carácter cíclico. Las diferentes sociedades evolucionan con el transcurso del tiempo y son múltiples factores los que intervienen en el desarrollo de las mismas. No obstante bucear en el pasado nos permite entender mejor el porqué de los acontecimientos del presente e incluso pueden establecerse ciertos paralelismos entre sucesos acaecidos en su momento de tal forma que podrían permitir proyectarnos una idea aproximada de lo que pueda ser el futuro más próximo, aunque esto no deje de entrar también en el terreno de las elucubraciones. Tal es el caso de la actual recesión o Gran Recesión como hay quien ha dado en llamarla y que nadie pone en duda a estas alturas que solo tiene un precedente en la historia reciente que es la Gran Depresión de la década de los 30 del siglo pasado. Por eso y, como quiera que es posible establecer esos ciertos paralelismos que decíamos antes  entre ambos casos, vamos a detenernos por un momento en sus orígenes, su desarrollo y sus consecuencias.
La historia contemporánea era una asignatura para mi apasionante puesto que ponía en pie toda la evolución de nuestro modelo social actual desde la Revolución Francesa de finales del SXVIII hasta nuestros días. Lástima que nunca diera tiempo a lo largo del curso a terminar la materia y apenas se sobrevolaba el SXX desde la 1ª. Guerra Mundial, la Revolución Rusa para terminar finalizando con la Gran Depresión. Por lo general se daba el pistoletazo de salida a esta con el desplome de la bolsa neoyorquina el martes 29 de Octubre de 1929 y, a la hora de estudiar sus orígenes se situaban estos, precisamente, en una época de radiante esplendor de la economía norteamericana como lo fueron los inmediatamente anteriores “Años locos” o “Felices 20”.
Sería largo de contar y no sería el caso el porqué de esa década vertiginosa y que, aun no de la misma forma, se traslado también a Europa hacia la mitad de la década.  Básicamente fue el fin de la 1ª. Guerra Mundial, la Gran Guerra, la que generó un espíritu de optimismo en la población y en lo económico un nuevo poder hegemónico mundial representado en los EE.UU. Pero en cualquier caso significó, aunque insistimos que no en todos las ocasiones, un importante auge de la industria y de la economía financiera que, a la larga, acabaría siendo el detonante del Crack del 29, consecuencia de la gigantesca burbuja financiera con la que se cebó el sistema y que acabó extendiéndose a todo el mundo desarrollado dando lugar a la conocida como Gran Depresión de la década inmediatamente posterior.
La Gran Depresión marca un antes y un después del concepto de Economía Clásica reinante hasta ese momento y que propone, por esbozarlo de una manera sencilla aunque pueda pecar de simplista, que la eficiencia económica promoverá el progreso de forma directamente proporcional al grado de libertad económica existente para el desenvolvimiento de la misma. A mayor libertad mayor grado de eficiencia o lo que es lo mismo considera la injerencia del estado como un entorpecimiento a la causa natural de las cosas incluida la propia economía, teniendo esta la capacidad de auto-regularse por si misma en función a la oferta y demanda existentes. Según esta teoría, este máximo grado de eficiencia acabará abarcando a todas las clases sociales lo que redundará en beneficio de todas y cada una de las partes integrantes en los procesos de producción y por ende el desarrollo mismo de todo el conjunto.
El fracaso de este modelo evidenciado con el hundimiento de la bolsa neoyorquina y con ella del grueso de la economía norteamericana y mundial, impulsó a F.D. Roosevelt a la presidencia de los EE.UU. desde las filas del Partido Demócrata, en 1932. Roosevelt puso en ese momento en marcha una serie de medidas contrapuestas al modelo clásico, especialmente, en lo referente a la intervención del estado como motor de la recuperación económica de los EE.UU., y a lo que él mismo denomino New Deal.  Si bien la profundidad de la crisis y la falta de apoyos de las grandes fortunas, poco o nada interesadas en un modelo económico en el que el estado fuera el nexo vertebrador entre las diferentes capas sociales, impidieron que la economía se recuperase a la velocidad deseada –lo que acabaría llegando con la movilización industrial a raíz de la 2ª. Guerra Mundial-, sentó las bases para el reconocimiento de lo que habrían de ser las políticas futuras en las que se tomaran en consideración a los trabajadores, el valor de la fuerza del trabajo, y la reafirmación de la idea del Estado del Bienestar.
En el caso de Europa los efectos de la Gran Depresión fueron profundos y en algunos casos devastadores, tanto es así que los historiadores la contemplan como una de las causas de la 2ª. Guerra Mundial. El caso alemán resultó también el más elocuente  ya que había que añadir a la complicada situación económica propiciada por su derrota en la guerra del 14 y las sanciones del Tratado de Versalles, la suspensión de los préstamos concedidos por EE.UU., el excesivo proteccionismos de sus vecinos franceses e ingleses en su intentó por combatir la crisis y, especialmente, esa extraña filosofía del “empobrecimiento del vecino”, beggar my neighbour, que tantos estragos causara en occidente. Todo una serie de sucesos que propiciaron que el pueblo alemán se arrojara a los brazos del nazismo que encontró en la dramática situación del país su auténtico caldo de cultivo.
La falta de perspectiva entorno a lo que estaba sucediendo en el centro del continente y el ensimismamiento en su realidad interna por parte de las potencias democráticas occidentales, especialmente Francia y Gran Bretaña –su poca altura de miras incluso ante el desenlace de la guerra civil española que ponía en evidencia la fuerza del fascismo en Europa y la violencia desatada al efecto-, acabo devengando en el, hasta ahora, peor conflicto armado de la historia de la humanidad con decenas de millones de víctimas. Solo, en las postrimerías ya de la guerra, las democracias europeas se dieron cuenta que sus políticas sociales y económicas dominantes hasta ese momento, habían resultado un fracaso y que era preciso un cambio sustancial en un modelo fallido con tan nefastas repercusiones para la sociedad.
Lo que formará parte de nuestro siguiente capítulo.

4 comentarios:

  1. Magnífica clase de historia; he disfrutado leyéndola. En el fondo, me encanta estudiar o leer todo aquello relativo al pasado, aunque mis profesores de historia se quedaban casi siempre en las desamortizaciones de Jovellanos o por ahí -jamás llegamos al siglo XX-.

    En lo relativo a los sucesos acaecidos, la historia demuestra que solo somos conscientes del error cuando se ha metido la pata hasta el fondo y es, en consecuencia, demasiado tarde. Ayer me encontré por la red un comentario de un personaje que afirmaba que el pueblo entraría en el Senado en septiembre para tomar cartas en el asunto... ¿Qué pasaría si eso es cierto? ¿Y después?

    Siempre he pensado que estas crisis son inventadas para lograr "revoluciones controladas" y, posteriormente, retomar el control bajo otros preceptos.

    Un saludo.

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  2. Interesante lección de historia. Estamos a un paso de que vuelva a ocurrir lo que se convirtió en preámbulo de la segunda guerra mundial.

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  3. Que la crisis sea un pretexto para desmantelar el Estado del Bienestar es más que posible Oscar pero, de ahí a que se haya organizado premeditadamente tengo ya más serias dudas. Creo más bien que a la indsutria financiera esto se le fue de las manos por culpa de su avaricia mientras que de la clase política... qué más podemos decir. Que, por desgracia, hemos coincidido en el tiempo con unos políticos absolutamente negligentes, serviles y ensimismados por el poder a la que esta situación les sobrepasa muy de lejos.

    Con respecto a la posibilidad de un nuevo conflicto armado, esperemos y deseemos que no sea así Lorenzo. De momento no hay resentimientos belicistas como ocurriera tras el Tratado de Versalles pero, no es menos cierto, que situaciones como las que se están viviendo en la actualidad en países como España sí que propician la aparición de vehementes que, dotados del don de la palabra y hoy en día con toda la tecnología a su alcance, podrían acercarnos a esos derroteros.

    Gracias a ambos por comentar.

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  4. Gracias cuànto he aprendido y sobre todo que bien lo has contado!!!

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