martes, 30 de octubre de 2012

España y el silencio de la pobreza

No hay que ir muy lejos cada día para enterarnos de un familiar, un vecino o conocido que ha pasado a engrosar las listas del paro en España. Además de ese amigo que, desde hace tiempo, recorre cada día este mundo virtual en que se ha convertido internet a la búsqueda de un empleo o va dejando aterrizar su curriculum -envidiable en muchos casos-, en los más variados escenarios. Unos, dispuestos por su juventud y carencia de mayores responsabilidades a cualquier cosa a cambio de casi nada, otros acuciados por la necesidad extrema de atender una familia y mantener un hogar. Un hogar del que van siendo despojados tantos, unos por su propia negligencia y otros, la mayoría, víctimas inocentes de esta escabechina en la que ha quedado convertida la crisis.

Manifestación contra los recortes en Londres
Pero hoy no hemos venido a hablar de los culpables de esta última. De esos mega-millonarios dispuestos a arrasar países enteros -como llevan haciendo hace ya tiempo en Asia, África o Sudamérica-, y llevarse la vida de millones de personas por delante si eso les propicia pingues beneficios. Esos a los que su avaricia ya no les bastaba saqueando un tercer mundo perseverado de forma estratégica con el fin de mantener su saciedad cuasi-infinita y se atrevieron a dar un salto cualitativo a los países desarrollados en busca de un botín aún mejor. Ni a esa desvirtuada clase política que ha sobrepuesto los intereses de estos por encima de los de su propio pueblo a pesar de que un día fuera este quien depositara en ella su confianza. O lo que es lo mismo, ese 1 % de personas que intentan adueñarse de la vida del otro 99 % de los habitantes de este vasto planeta.

Hoy nos gustaría poder encontrar una respuesta a por qué de ese 99 % restante solo somos una inmensa minoría los que, a nuestra manera, intentamos denunciar esta situación y ponemos nuestro grano de arena en busca de una solución que evite acabar conduciendo a un régimen de semi-esclavitud a la mayor parte de la población. Estamos al borde del abismo -todos los indicadores llevan advirtiéndolo hace mucho tiempo- y ya ni siquiera tratan de esconderlo, por lo que solo cabe preguntarse... ¿qué hace el conjunto de la sociedad al respecto?

Centrándonos en España los datos son demoledores. Las familias en riesgo de pobreza aumentan de manera inexorable, El paro sigue creciendo del mismo modo. Los llamamiento de organizaciones tan significativas como Cáritas, UNICEF o Cruz Roja son incesantes. Y con unas perspectivas en el corto y medio plazo igualmente negativas mientras que en el largo solo se sostienen en base a algo tan difuso como es la fe, por cuanto la empírica y la historia ponen en evidencia que unas políticas basadas solo en dos conceptos tan restrictivos como son recortes y austeridad, solo acaban trayendo un mayor empobrecimiento del grueso de la población.

Movimiento 15M
Al margen de todo el extraordinario entramado puesto en evidencia por la crisis en cuanto a una más que nefasta economía de casino y demás tejemanejes, salvo para la casta política dominante supeditada a la voracidad del poder financiero, la raíz del problema -de ahí su casi imposible solución con la metodología actual-, parte de la destrucción masiva de puestos de trabajo en toda Europa occidental en las postrimerías del SXX. En primer lugar debido al desmantelamiento de la industria y su traslado a nuevas ubicaciones en países subdesarrollados o en vías de desarrollo donde las condiciones laborales son deplorables y por consiguiente el margen de beneficios para esta aumenta exponencialmente. A esto habrá que añadir la tecnificación de los medios de producción lo que traerá consigo la drástica reducción del número de operarios sin importar sus dramáticas consecuencias para la fuerza laboral, víctima de esa nueva exaltación del concepto de individuo en detrimento del valor del grupo. En definitiva, si esos puestos de trabajo han desaparecido difícilmente podrán encontrar acomodo en el mundo laboral los millones y millones de personas que los demandan si no es a costa de una intervención pública que, de la mejor manera posible, compense tales deficiencias. El triunfo, en buena parte, de la economía especulativa en detrimento de la economía productiva y el de lo estrictamente material sobre lo humano.

Una vez deshecho el espejismo de un castillo de naipes fruto de las diferentes burbujas inmobiliarias y financieras, nos encontramos ahora una España en una situación límite, que hasta para la prensa extranjera resulta difícil de entender, y donde de manera inminente se van a alcanzar los 6 millones de desempleados sin que, ante la sorpresa de propios y extraños, se produzca una verdadera revolución social en contra de un modelo político-económico, auténtico responsable de la misma. Quizá solo puede entenderse esto como el resultado del fuerte arraigo de la familia en este país, lo que de alguna manera todavía puede paliar las necesidades más básicas de los más afectados. De la tremenda presión mediática de los grandes medios afines al poder establecido inculpando de la crisis al conjunto de la ciudadanía mediante la permanente repetición de mantras sobradamente conocidos ya como “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, “esto es lo único que se puede hacer”, “cualquier otra alternativa sería aun peor” o el manido hasta la saciedad “el gobierno cuenta con el respaldo de su mayoría electoral”. Como si esto último fuera un cheque en blanco para cometer todo tipo de tropelías que nada tienen que ver con el programa que les llevo, precisamente, a obtener esa misma mayoría. Ni que decir tiene de ese otro argumento de última instancia para sostener tales falacias de “la herencia recibida”, como si los que regentan el gobierno de la nación fueran nuevos en esto o su propio partido no llevará años y años rigiendo buena parte de la Comunidades Autónomas de este país.

Que duda cabe que otra particularidad que puede retener en muchas familias su deseo de un cambio de estrategia ante la crisis por parte de las autoridades, sea ese tufillo a la mal entendida prosperidad de los años previos a la debacle. El “España va bien” de Aznar o “la Champion League” de Zapatero, forman parte ya de la memoria popular en unos momentos en los que el citado castillo de naipes se levantaba sobre una vasta superficie de arenas movedizas. Aunque cada vez en mayor medida lo hacen, hasta no hace mucho, pocos recordaban aquella expresión tan repetida por tantos de “esto tendrá que explotar por alguna parte”, cuando veían como se construían auténticos barrios fantasmas en las periferias de las ciudades, para una población inexistente y con unos precios en constante crecimiento muy por encima de las posibilidades de la mayor parte de los mortales. Y cuando, para colmo, estos se ponían al alcance de muchos mediante créditos fáciles, imposibles de sostener en el plazo para cada una de las partes implicadas en el caso. El desarrollo de la crisis en todo el mundo ha evidenciado que esta no se gestó hace 5 años, sino que es el resultado de un modo de entender la política, la economía y la propia sociedad que dista ya de varios lustros.

Tampoco podemos olvidar también, a estos mismos respectos, ese terrible miedo escénico que las políticas neoliberales han metido en el cuerpo a muchos trabajadores que ante el riesgo de perder sus puestos de trabajo, cada vez más en precario gracias a una legislación laboral que cada día los hacen más vulnerables, prefieren mantenerse en silencio a pesar de presenciar todo tipo de atropellos.

Y qué ocurre con los grandes grupos políticos, qué ocurre con sus principales portavoces o qué ocurre en sus bases para que en un modelo de representación parlamentaria cuanto menos imperfecto pero manifiestamente mejorable, no sean conscientes del daño que están causando al pueblo, el mismo que un día depósito su confianza en ellos. O ¿acaso sí que lo son?

Quizá, como en la genial adaptación cinematográfica de Mario Camus de la obra de Delibes “Los Santos Inocentes”, sea necesario dejarse arrastrar por la locura, antes que seguir olisqueando el rastro de la riqueza junto a los pasos de quien la ostenta.

"Los Santos Inocentes" (Mario Camus, 1984)

8 comentarios:

  1. El que menos tiene suele ser el más generoso; es como si las riquezas inhibieran la filantropía o desbaratasen cualquier buena intención. Con tal de inflar más sus carteras, hay muchos hombres y mujeres que toleran y fomentan la esclavitud humana y el saqueo al medio ambiente. Esto es un disparate, pero una silenciosa mayoría permanece en las sombras y los atropellos se multiplican sin fin.

    Gobiernos, economía... Todo atiende al primitivismo que nos caracteriza, al egoísmo cavernario, ilógico, que no mira ni por el futuro ni siquiera por el presente. Vivimos en la civilización del Hara-Kiri y ya todo nos da igual.

    Hemos sido educados para pensar que el cambio no es posible, ni deseable, pero la realidad tiene que desbordar a las mentiras e imponerse por su propia cuenta. O miramos más allá y nos atrevemos a probar algo distinto, o seguiremos atrapados en un paro galopante -a causa de unos puestos de trabajo que jamás regresarán-, en unas democracias falsas y en una sociedad enferma y solitaria.

    Vaya futuro nos espera; y nosotrs hemos contribuido a él para bien o para mal.

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    1. De una manera u otra todos -o casi todos-, hemos contribuido a ello. Y los que eramos conscientes de lo que estaba pasando por callar unos, otros por no saber expresarse o no utilizar el conducto apropiado y el resto por darse de bruces con el poderoso caballero.

      Pero esperemos que la realidad acabe imponiéndose a esta gigantesca mentira. Solo es preciso que la cantidad de gente suficiente se de cuenta de ello de una vez por todas. Aunque, de veras, sea dificil entender que esperan ya para darse cuenta también de que estamos ante una de las mayores estafas de la historia de la humanidad.

      Un saludo.
      Nota: Oscar, no te pierdas Londres, una pasada. Algo caótico y un tiempo de perros pero si eres como nosotros de los de museos y catedrales, es espectacular. Además los más importantes son gratis, aunque sea por aquello de haber saqueado medio mundo.

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  2. Ante tantos niños inocentes que no tienen que comer, que no pueden ir a la escuela, que prácticamente no pueden ser curados cuando enferman, etc. ¿qué hace la soiedad civil? ¿está hipnotizada? ¿qué espera? ¿que hacer para despertarla?
    Sin duda está haciendo mucho, pero no corresponde al 99 por ciento afectado. Y nuestros representantes siguen dando dinero a quienes con su avaricia nos han introducido en este agujero y además sigue haciendo que el agujero sea cada vez más hondo. Muchos ya están muriendo ahogados.
    Desesperante. La gente sigue votando ¿para qué?

    Un saludo

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    1. Por qué se sigue votando o a quién se sigue votando. Yo mismo me abstuve en las últimas elecciones pero ¿acerté o cometi un error?. No podría asegurarlo en un caso u otro.

      Probablemente lo que si es obvio es que resulta inexplicable que el concierto PPSOE se siga llevando la mayor parte de los votos o que CiU en Cataluña vaya arrasar tras esa cortina de humo que ha levantado con la cuestión independentista para seguir cometiendo todo tipo de fechorías en contra del Estado del Bienestar –y que también intenta utilizar el PP del mismo modo en beneficio propio-.

      Aunque sea igualmente crítico, poco a poco, es evidente que la sociedad se va movilizando cada vez más pero, es igualmente obvio que, de momento, resulta insuficiente. No obstante esto no puede demorarse mucho, con la inminencia de los 6 millones de parados o con más de 500 desahucios diarios es difícil que esto pueda seguir sosteniéndose por mucho tiempo.

      Veremos.

      Un saludo.

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  3. Hola Felipe. En el gran engaño del:
    1º España va bien.
    2º Si la economía va bien, España va bien.
    3º El ladrillo nunca baja.
    4º Compra al precio de un alquiler.
    5º Vive como un rico por una módica cuota al mes.
    6º Ya se ven brotes verdes.
    Creo que todos hemos sido cómplices, en parte.
    Algunos paradigmas eran beneficiosos y no los cuestionamos. Ahora llega la realidad y sin exculpar a la clase política y a la banca, también hay que reconocer que todos hemos sido cómplices y hemos querido subirnos a un vagón superior al nuestro.
    Yo tengo 40 años y cuando era pequeño se vivía la gran crisis del petróleo. El paro en España era bestial, pero éramos conscientes que no todos podíamos veranear, ni ir a grandes hoteles, ni vivir en casas en propiedad. Estábamos preparados para vivir la recesión. Hoy no. "Yo no soy menos que nadie".
    Hemos acostumbrado a la juventud a tener de todo y a no decirles NO.
    Sin desviar la cuestión del:
    - agotamiento del sistema político.
    - injusticia del monopolio bancario.
    - ausencia de separación de poderes.
    - creación de una clase pasiva política.
    También hay que mirar hacia dentro, hacer autocrítica y llegar a la conclusión que:
    - Todos no podemos veranear en hoteles 4 estrellas ni tener casa en propiedad.
    - Todos no podemos celebrar las comuniones como bodas.
    - Todos no podemos conducir un vehículo de lujo.
    - Todos no podemos realizar Reyes de despilfarro ...
    ¿Es duro? Tal vez. ¿Hablamos de lucha de clases? Prefiero no responder. ¿Exculpa a la clase política y bancaria? Nunca y en absoluto.
    Gracias por ofrecer el foro con libertad para opinar y ¡buena semana a todos!

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    1. Que duda cabe que, en buena parte tienes razón. La exacerbación del consumismo hasta límites que otrora parecerían increíbles y el contagio de esa filosofía a la sociedad tiene buena culpa de lo que está sucediendo. Aunque sea por los que, aún no partícipes de esa vorágine, miraron hacia otro lado. Pero que el pueblo llano este asumiendo enteramente la responsabilidad de lo sucedido mientras que los grandes promotores de ello se hayan hecho aún más ricos de lo que ya lo eran, incluso en muchísimos casos por medios fraudulentos, se marchen de rositas es, a mi modo de entender la gota que rebosa el vaso.

      Como tu bien dices no todo el mundo puede verse en la obligación o el derecho de tener todo lo que quiere –y lo que es más importante, no ha de ser menos feliz por ello-, pero hasta qué punto podemos tachar de irresponsables a una pareja que pretendía emanciparse y que la única opción posible para adquirir o alquilar una vivienda –ojo, que la Constitución dice que todo ciudadano tiene derecho a una vivienda digna pero en ningún sitio dice que tenga que comprarla-, era a unos precios astronómicos. Si a este ejemplo añadimos la poderosa maquinaría de la propaganda con los “usted también puede”, “cómprelo hoy y páguelo en cómodos plazos”, “no se quede atrás”, “el coche de sus sueños” y un sinfín de etcéteras, aún siendo cierto que la decisión última compete al comprador no es menos cierto que la fiabilidad de su ego puede verse alterada ante tal grado de coacción.

      Insisto en que no es menos cierto que cada uno tenía que haber sido consciente de su “capacidad de endeudamiento” a la hora de, por ejemplo, firmar una hipoteca pero tampoco deja de serlo que la parte profesional del contrato, el banco, realizaba unas tasaciones absolutamente fuera de toda lógica, muy por encima de su valor real y en la absurda confianza que el precio de la vivienda subiría eternamente, o lo que es lo mismo preso de una avaricia sin límites y de unas burbujas financieras fruto de operaciones igualmente cuasi-fraudulentas.

      En cualquier caso, los resultados están a la vista. Millones de desempleados y los que mantienen su puesto de trabajo, en muchos casos, con un futuro incierto. Una pérdida de poder adquisitivo apabullante en las rentas medias y bajas. Más de 500 desahucios diarios en España. Y mientras tantos cada vez se concentra más riqueza en menos manos, los instigadores de tales desatino se han llenado los bolsillos y nuestros políticos miran hacia otro lado.

      Realmente Adrián, cada día que pasa y a la vista de la actuación de nuestra clase política –y no me refiero solo a la española, sino a la europea en general-, me hago la misma pregunta… ¿no estará siendo la crisis el pretexto para conducirnos a esa sociedad totalitaria que intuyeron en sus novelas Orwell, Huxley y otros tantos más?

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  4. Ya estamos en esa sociedad totalitaria de la que habla Orwell. El futuro nos ha alcanzado.

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    1. Probablemente tengas razón Lorenzo. Ajunque ójala que pudieras estar equivocado.

      Un saludo.

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