viernes, 23 de noviembre de 2012

Israel vs Palestina, el conflicto sin final. (II)

No es motivo de este artículo hacer un recorrido pormenorizado de la innumerable cantidad de sucesos reseñables que se han despachado, algunos de forma sobrecogedora, en la tierra de Palestina desde el mismo día que se arriara la bandera británica hasta hoy.  Existen en esta misma red de redes infinidad de webs con abundante documentación al respecto y todos los detalles concernientes a las guerras que se han librado hasta la fecha entre las comunidades árabe y hebrea, por lo que vamos a prestar especial atención, una vez conocidas las causas desencadenantes del problema las consecuencias del mismo, así como sus posibles alternativas.

Desde el día de la independencia israelí hasta hoy, el balance de victimas es prácticamente incalculable ya que las acciones violentas, por ambas partes, con  mayor o menor frecuencia e intensidad, no han dejado de producirse desde entonces. En cualquier caso las estimaciones confirman que, conforme avanzan los años, la diferencia entre víctimas israelíes y árabes palestinas, se inclinan de forma absolutamente desfavorable en contra de estas últimas durante esta cruenta partida. Ahora mismo, mientras damos forma a este artículo ya se supera el centenar de muertos por parte palestina y apenas unos pocos por la israelí, desde que se han reanudado las hostilidades.

A pesar de todo esto y desde que, con la guerra del Yom Kipur de 1973 -al margen de otras paralelas como las diferentes guerras del Líbano en años posteriores-, desapareciera del conflicto el concepto de guerra convencional, la desproporción entre las fuerzas israelíes, dotadas de una extraordinaria potencia de fuego, al amparo de los EE.UU., y la nimia capacidad operativa de la milicia palestina es absolutamente desigual. De ahí que al levantamiento popular palestino contra las fuerzas de ocupación israelíes en Gaza y Cisjordania, la intifada, se le conozca también por “la guerra de las piedras” ya que este precario procedimiento es el medio más utilizado comúnmente por la población palestina para atacar y defenderse del ejército israelí.

Por su parte, el papel que ha jugado la comunidad internacional en todo el conflicto, desde antes incluso del inicio de las acciones violentas, ha sido deplorable. Además con el transcurso del tiempo este se ha enquistado igualmente a pesar de las innumerables negociaciones y acuerdos de paz habidos hasta la fecha entre todas las partes integrantes del mismo. Desde el momento en que los actos terroristas palestinos contra la población judía se entendieran como tales por parte de dicha comunidad de naciones, mientras que los bombardeos indiscriminados sobre la indefensa población civil palestina se consideren por esta misma “acciones militares”, ha sido y es imposible, de hecho, que el problema pueda entrar en vías de solución.

Hasta tal punto que ante esta nueva oleada de violencia fruto, parece ser ahora, de meras cuestiones electorales de una y otra parte y que han promovido otra brutal secuencia de acontecimientos, los referentes más importantes de la renombrada comunidad internacional, EE.UU. y la U.E. parecen mirar a otro lado. A pesar de que, a la vista de los hechos, no deje de sorprender también el grado de crueldad y de locura casi infinita que esgrimen ambas partes en litigio sin que el transcurso del tiempo pueda reducir la tensión en esta espiral de tragedia y muerte. Y aún siendo indudable que la gestión británica de esos territorios tras el fin de la 1ª. Guerra Mundial y hasta 1948 en los que permanecieron bajo su administración fue extraordinariamente nefasta por cuánto fue incapaz de  permitir la cohabitación en paz de ambas partes, peor es todavía que, después de miles y miles de víctimas y desplazados, los organismos internacionales no hayan sabido detener la violencia y reconducir la situación a una coexistencia pacífica de ambas comunidades.

Por otro lado resulta significativo el cariz religioso que, desde la parte árabe-palestina, ha ido tomando el problema, conforme el salafismo y el chiismo, dos de las ramas más extremas del islam han ido cobrando mayor protagonismo en todo Oriente Medio. Una vez más, como haya ocurrido desde la profundidad de los tiempos, la exacerbación del motivo religioso lejos de ejercer un clima de moderación que permita un acercamiento y una negociación serena entre las partes en conflicto, lo que termina provocando es aún mayores dosis de violencia fruto de la vehemencia extrema de una radical interpretación de sus creencias.

En la parte judía, sin duda causa sorpresa que, de la misma manera que el pueblo judío haya sufrido diversas persecuciones a lo largo de las diferentes épocas, como su expulsión de la península ibérica por parte de los Reyes Católicos o su holocausto, durante la 2ª. Guerra Mundial por parte de la Alemania Nazi, en la denominada Solución Final, esté promoviendo ahora una auténtica masacre sobre el pueblo árabe-palestino que ha costado ya la vida a decenas de miles de inocentes.

A evitar todo esto, más bien si cabe todo lo contrario, no ha contribuido la actitud de los diferentes actores internacionales, mediadores en el conflicto. Las numerosas Resoluciones dictadas por Naciones Unidas en relación al mismo, la mayor parte de ellas condenatorias contra Israel sin que hayan tenido resultado alguno, es una buena prueba de la candidez de la institución y su falta de eficiencia. Del mismo modo ocurre con la evidente disponibilidad demostrada por el estado israelí para fabricar y almacenar armamento nuclear, al margen de todos los acuerdos, lo que es obviado en la escena internacional mientras que, por otra parte, se exhorta e incluso amenaza a otros países por este mismo motivo, lo que viene a significar más al Estado de Israel como si gozara de impunidad total para actuar como lo venga en gana.

En definitiva la solución a tan crítico problema pasa por una conjunción de diferentes factores de difícil entendimiento para las facciones en conflicto. Por una parte es necesaria una clara, evidente y manifiesta voluntad popular –aunque se empiezan a dar voces en este sentido el sentimiento parece ser todavía minoritario-, para imponer una paz definitiva por encima de la manifiesta voluntad política existente en ambos bandos de enroscarse de forma continua en el conflicto. Por otra es preciso erradicar motivaciones de índole religiosa para encauzar la situación, desvinculándolas completamente de lo que es un problema de índole nacionalista.

Por último, se hace indispensable el reconocimiento de un estado palestino con unas fronteras claramente delimitadas que, aún el arraigo existente en cada una de las partes, sea asumido definitivamente por los contendientes. Y que cuente con el respaldo claro y definitivo de la comunidad de naciones, así como todo su apoyo para construir un estado que, aún desde el respeto a sus usos y costumbres, goce de un suficiente, sostenido y sostenible desarrollo económico. El pueblo hebreo es cierto que ha llegado a convertir el desierto en un vergel pero no  es menos cierto que de no haber contado con el inestimable apoyo de los poderosísimos lobbies judíos norteamericanos, difícilmente, podría haber alcanzado tal nivel de desarrollo. Del mismo modo, es inadmisible que la población árabe, haya quedado relegada a la miseria después de haber sido expoliada y despropiada de sus tierras y sus hogares, a lo largo del último siglo. Ello ha generado una vorágine de rabia que, aliñada con una componente religiosa altamente coercitiva, ha calado hasta sus genes, máxime cuando no ha conocido en mucho tiempo otra cosa que la miseria, el odio y la violencia.   

"A pesar del éxito del proyecto sionista el año 1948, al ocupar la tierra y ahuyentar a la mayoría del pueblo palestino, por la fuerza de las armas y cometiendo grandes y pequeñas matanzas, cambiando los rasgos naturales y demográficos de la tierra, destruyendo 417 aldeas para demostrar que nosotros no habíamos estado nunca aquí ni habíamos existido, que no tenemos presente ni pasado, ni memoria... A pesar de ello, la verdad palestina sigue viva en la búsqueda por los árabes de su identidad y de su existencia en la historia. Sigue viva en el empeño de los pueblos subyugados en liberarse. Y esto es así gracias a nuestra firmeza corporal y cultural, a la conservación de nuestra memoria colectiva y nuestra dimensión árabe y humana".  Mamad Darwix

11 comentarios:

  1. La solución, lo sabemos todos, pasa por reconocer el estado de Palestina. Pero a los sionistas no les interesa eso, quieren para ellos todo el territorio. Y cuentan con el factor tiempo, que juega en su apoyo.

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    1. El problema viene, una vez más, a la supeditación de la política al poder económico y financiero. Es obvio que la capacidad de presión de los lobbies judíos está por encima de la clase política y esto está haciendo que un problema, ya de por si dificil, se este alargando sine die a pesar de las dramáticas consecuencias que conlleva.

      En esto, no parece que la civilización haya avanzado mucho. Como tu mismo apostillas muchas veces, la vida de los seres humanos queda relegada tras las oscuras tramas del poder.

      Un saludo.

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    2. Desde luego, nosotros solo somos fichas, peones en el tablero. Y ni eso, nuestra vida no vale nada. Si les interesa nos suprimen, y punto.

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    3. Desde luego. Nunca alcanzaran mis entendederas a comprender cuando les oigo a hablar o la forma en que actuan, qué puede pasar por esas cabezas para tratar así a las personas.

      Saludos.

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    4. Voy a lanzar un pensamiento anti-judío. No tengo nada contra los judíos como raza, por lo que mi pregunta es una mera hipótesis: ¿y si lo que está pasando es una venganza del pueblo judío por lo que hizo la humanidad en el pasado contra ellos?

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  2. Un análisis muy bien estructurado que apunta a cuestiones muy importantes. Pienso que en este conflicto se mezclan muchos intereses cruzados, desde los religiosos a los económicos. Israel goza de la protección de EEUU, por así decir, y eso le permite actuar impunemente haciendo cosas que el pueblo judío sufrió en sus propias carnes no hace mucho. No sé si se trata de una venganza, de puro rencor, pero de entre todos los pueblos, me choca que el judío se escore tan peligrosamente a una actitud prácticamente nazi.

    A tenor de lo visto, no es de extrañar que los habitantes de Palestina se vean presionados al límite, lo que los empuja a los brazos de la religión y de esos líderes radicales que abundan en tiempos de conflicto.

    La humanidad tiene que aprender todavía muchas cosas, porque este no es el camino, pero parece que no sabemos hacerlo de otra manera...

    Un saludo.

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    1. Creo que los judíos aplican a rajatabla lo del ojo por ojo, la ley del Talión.

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  3. Tenemos que cambiar de mentalidad. Sobre todo tienen que cambiar la mentalidad de los dirigentes políticos. ¿Cuánto tiempo piensan seguir así? Acepto que hay mucho odio, aunque no en todos los civiles judíos y palestinos, que han creado actividades conjuntas, para demostrar que pueden vivir en paz.

    Un saludo

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  4. Un cóctel explosivo, en definitiva, en el que se juntan tantos y tan longevos factores que resulta dificil de desenmarañar.

    Todos vuestros comentarios son perfectamente válidos y todos, sin duda, tenéis buena parte de razón en cuanto apuntáis.

    Por resumir, estamos ante un problema que precisa de la voluntad política, popular, aportación internacional y, sobre todo, buena dosis de cordura para solucionar definitivamente el mismo.

    ¿Cuando? Me temo que, ante los intereses creados, el odio acumulado y esa misma falta de cordura, aún tendremos episodios trágicos para rato.

    Gracias y un saludo a todos.

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  5. simplemente a alguien que manda y mucho no le interesa resolver ese conflicto, mantenerlo en el tiempo, parece ser negocio... al fin y al cabo que más dá unas cuantas muertes más y destrozar más un lugar ya destrozado...

    Así son los humanos, perdón, así somos aunque me niege a incluirme soy al fin y al cabo tristemente
    humana...

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    1. Pero no tiene por que ser así Mar. Somos humanos y aunque hay muchos seres humanos de una crueldad casi infinita, otros muchos se han caracterizado por todo lo contrario y, sin ánimo de destacar, hay otros muchos, muchísimos que intentamos en la medida de lo posible hacerlo lo mejor que podemos. Y somos la inmensa mayoría, lástima que sean unos pocos los que, dotados de tanto poder, puedan causar tanto perjuicio a tantos y tantos otros.

      Un saludo.

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