viernes, 25 de enero de 2013

Lejos de casa

A finales de los 50 la precaria situación de la economía española propició que la dictadura franquista abriera sus puertas para que los ciudadanos españoles pudieran emigrar en busca de trabajo allende de sus fronteras, en especial a los países centroeuropeos que se encontraban en un fuerte periodo de expansión. De este modo, más de dos millones de personas salieron de España a lo largo de toda la década siguiente lo que, en buen modo, acabaría propiciando una sensible mejora de la economía nacional, dentro del Plan de Estabilización de 1959 y como lógica consecuencia del inmediato descenso de las cifras de desempleo que, aunque como en todos los regímenes de estas características sean más que dudosas por efectos de la propaganda, en cualquier caso experimentaron un notable descenso,  de ahí que a tal operación se le haya dado en llamar el Plan Marshall  del franquismo.

Hoy, transcurridos más de 50 años desde entonces, millares de jóvenes españoles están abandonando esta nave llamada España que se mantiene a la deriva, después de casi seis años que amaneciera una crisis cuyo precedente más cercano aún se remonta mucho más lejos, sin que ninguno de sus supuestos capitanes parezca que pueda, sepa o quiera poner rumbo. Pero con una diferencia sustancial, otrora nuestros mayores partían a la aventura con poco más que un hatillo y una maleta de cartón mientras que ahora estos lo hacen con un portátil, un smartphone y un título universitario. Los que, como quien suscribe, saben lo que es ver como un hijo se va lejos de su casa en busca de una vida y un mundo mejor intentan entender cual grado de ineptitud de esta maldita clase gobernante que, en buena medida, ha hecho sufragar al estado  el extraordinario gasto de su formación y ha exigido todo el esfuerzo de sus padres del mismo modo para que el resultado de sus estudios acabe dando su fruto a miles de kilómetro de este país.

Y yo, como tantos otros, les empujo a ello. No estoy dispuesto a permitir que un chico excelente, con una cualificación y capacitación demostrable y fuera de toda duda malgaste su tiempo y sea explotado por 400 € al mes y más de 40 horas semanales de trabajo, como le ha venido ocurriendo a mi hijo como a tantos otros. Estos deben ser los efectos de “la competitividad”, los “ajustes laborales” o la consecuencia de esa maravillosa “reforma laboral” que “propiciará las condiciones para el crecimiento” que tanto promulgan los miembros del actual gobierno de España. Un gobierno que, por cierto, se jactaba hace poco más de un año de que “airearía las alfombras” y ahora, lo que no nos sorprende a muchos, las pisa fuerte para no dejar salir su propia polvareda. O quizá se trate de un nuevo Plan Marshall para enviar fuera de nuestros fronteras a otros tantos millones de personas y aliviar así la imparable sangría del desempleo.

Y espero y deseo de buena gana que sean felices allá donde vayan y donde estén. Siempre he gustado de creer que somos  “ciudadanos del mundo”. Yo mismo nací a solo unos kilómetros de una frontera y de haberme desviado un poco hoy hablaría otra lengua. Al fin y al cabo, la mayoría de las veces, las banderas solo han servido para desatar la guerra. Eso, ni más ni más ni menos fue lo que le dije a mi hijo cuando me despedía de él antes de marchar a hacer las Américas. Que ahora que iba a empezar esa aventura, quizá la aventura de su vida, mantuviera siempre la cabeza bien alta, con dignidad, humildad y respeto. Que nunca se obsesione con el dinero, con ganar más, con el lujo o las riquezas, que se trata solo de ser feliz y para eso no se necesita mucho de esto o aquello.

Lástima que los que se erigieron en dirigir el destino de nuestro pueblo solo  tengan para si el marchamo del poder y el desenfreno.

Vancouver, Canadá

7 comentarios:

  1. La historia se repite, pero el desenlace es hoy más incierto que nunca. Tengo la impresión de que cada vez nos queda menos tiempo. El planeta ya no puede esperar a que el hombre se decida a cambiar por fin de actitud. O cambiamos hoy, o mañana mismo será demasiado tarde (si no para nosotros, para las generaciones que están por llegar). Si algún día soy abuelo, y hemos seguido con las mismas, incapaces de modificar un ápice nuestro egoísmo, me costará mirar a los ojos de mi nieto y no bajar la cara de vergüenza.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí que es cierto Lorenzo. En lo que nos toca, por extensión, a la gente de a pie, es triste ver como a pesar de cómo están las cosas y de la que, de no mediar remedio, se nos viene encima tal gado de insensibilidad, desidia y desinterés por parte de tanta y tanta gente.

      Por eso siempre digo que la solución para todo esto pasa por la voluntad política y la "voluntad popular" de arreglarlo.

      Un saludo.

      Eliminar
  2. La voluntad política no existe. Solo nos queda la voluntad popular. Es el ciudadano el que debe despertar y empezar a comportarse como debe: con solidaridad y empatía. Una de las primeras y más necesarias cosas a hacer, es variar nuestra pauta de consumo, y no comprar en cualquier sitio. Solo con eso empezarian a cambiar las cosas. Desde luego no los problemas que están creando nuestros políticos, pero sí el sistema económico que abrazan, al fin y al cabo, verdadero causante de todo. Por otra parte, hay que implantar una verdadera democracia: no podemos seguir viviendo en una dictadura.

    Demasiadas cosas para un comentario. Lo siento, porque, además, "me ha salido del tiesto"

    Un saludo

    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No, no te preocupes Juliana.A mi ya ves que en tu blog me pasa a veces. Es inevitable. Sobre todo cuando se ven cosas tan evidentes en una situación tan deplorable como la actual. Mi padre solía decir cuando alguien decía oalgún disparate: "pero ¿tu has estudiado?". Pues lamentablemente parece sí, nuestros políticos de hoy en día, al menos, debieron ir a la escuela, aunque a la vista, esta debieron ser los últimos de la clase.

      Bromas aparte, lo que si que cada día parece más claro Juliana es, como decías en tu comentario... ¿qué habrá sido de la democracia?

      Un saludo.

      Eliminar
  3. Las fronteras en el siglo XXI ya no existen, somos ciudadanos del mundo, humanos, no solo grupos étnicos limitados a una zona geográfica. Es la expansión natural de una especie que ha invadido el planeta en su totalidad; y ahora solo queda dejar atrás los sistemas primitivos -las dictaduras y democracias falsas- y abrazar el progreso real y auténtico, el vivir con menos y ser feliz. Puede ser aquí o más allá, pero por si las moscas, deberíamos ir mirando un billete hacia Bután, país poco conocido y del que tendríamos que aprenderlo casi todo.

    Un saludo y suerte para tu hijo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas Gracias

      Sí conozco algo el caso de Bután, ni más ni menos que eso: para nada tiene que ver la riqueza con la felicida. Como hemos visto, vemos y veremos en numerosas ocasiones.

      Un saludo.

      Eliminar
  4. Excelente post, compañero.

    El drama del paro y la precariedad juvenil, es quizá, una de las consecuencias más lacerantes de esta monumental estafa a la que llaman crisis.
    La emigración forzosa de nuestros jóvenes es nuestra gran vergüenza nacional.

    Marchar no es una decisión fácil ni para el que emigra ni para el que queda, pero me temo que es este el camino que nos han diseñado: http://puntsdevista.wordpress.com/2013/03/04/el-saqueo-de-grecia/

    ¡Ánimo y mucha suerte!

    ResponderEliminar