lunes, 10 de junio de 2013

La reconstrucción europea (III). El Estado del Bienestar.

Aunque el concepto de “Estado del Bienestar” se aplica especialmente a partir de 1945 tras la 2ª. Guerra Mundial, en un intento de constituir un modelo de estado protector para con la ciudadanía que evite que se vuelvan a dar las condiciones sociales que propiciaron el conflicto bélico, habría que remontarse al SXIX cuando empieza a tenerse conciencia de que “la pobreza, por lo general, no es culpa de las personas sino del propio sistema” (Gertrude Himmelfarb). Así, con la Revolución Industrial, surgen los movimientos obreros preocupados por la dignificación del trabajo e incluso en las tesis liberales aparece un modelo de estado donde, a pesar de su predominancia por la libertad del individuo, se contempla también la necesidad de un estado vertebrador del bien común.  O como dijera el ensayista inglés T.H. Marshall quien define el Estado del Bienestar en su teoría general de la ciudadanía como “la combinación de democracia, bienestar social y capitalismo”.

Contrariamente, se atribuye el éxito en la salida de la Gran Depresión económica inmediatamente anterior la guerra a algunos movimientos totalitaristas y fascistas como el caso de la Alemania nazi, la Italia de Mussolini o la Rusia de Stalin, aunque ello acabara devengando en situaciones catastróficas para el general de la ciudadanía. En sí, el carácter de las dictaduras muestra en numerosas ocasiones un extraño sentido del paternalismo que aun lejos de toda complacencia acaba calando en buena parte del pueblo. Sin duda, para ello se sirve de todo el aparato de propaganda puesto a su entero servicio y sin oposición alguna, dándose curiosos casos –por tildarlos de algún modo-,  como el de la Falange Española de la posguerra que, por una parte, practicaba el auxilio social, amén de su carácter doctrinario, mientras con la otra mano enviaba numerosas personas a la cárcel y hasta la muerte por el solo hecho de pensar diferente de lo reglamentariamente establecido. Sin embargo, con esta cruel simbiosis, este tipo de regímenes lo que acaban provocando es un modelo de estabilidad y desarrollo económico que, en cualquier caso, genera extraordinarios y evidentes desequilibrios entre los diferentes estratos sociales, como ha quedado debidamente probado en el devenir de los tiempos.

De forma muy distinta, tras la 2ª. Guerra Mundial se dan por finiquitados, en la mayor parte de Europa occidental –como hemos visto España quedaría al margen de ello-, esos modelos de “estado policial”, que por otro lado pueden resultar afines en ciertos aspectos con las versiones más ortodoxas del liberalismo y vemos como se están recobrando en la actualidad cuando los movimientos ciudadanos frente a la crisis son a menudo tachados de antidemocráticos o hasta terroristas por la oligarquía dominante. Tras esto se da paso a ese otro modelo de estado interventor encaminado al bienestar social del conjunto de los ciudadanos, dentro de unos claros principios de libertad individual, política y económica. Una visión amplia de la teoría utilitarista en aras de la felicidad de toda la sociedad y en detrimento del uso particular de la misma. Además es la propia evolución histórica, desde la Revolución Industrial, la que se había encargado de demostrar que una libertad individual sin límites contraponía no solo los derechos del conjunto de los ciudadanos sino las propias posibilidades del desarrollo de la sociedad.

Definitivamente, fueron los principales partidos europeos que representaban a la socialdemocracia y la democracia cristiana clásica quienes se conjugaron tras la derrota nazi en dos ideas básicas: el reconocimiento del avance social tomando como referente las ideas de J. M. Keynes, en la que el estado se erigía como elemento cohesionador y organizador del desarrollo económico en pos del bien común, dentro de una economía capitalista, que permitiera el acceso de todos los ciudadanos a unas condiciones que garantizarán una mínima calidad de vida y abriera las posibilidades de todos a su implicación en ese mismo desarrollo económico y social. Y de otra parte que el bien de un país no podía ser asumible si no lo era también junto al de sus vecinos, creándose a partir de aquí el embrión que acabaría dando paso a las comunidades europeas.

No debieron hacerlo tan mal los políticos de la época cómo se les critica precisamente ahora, cuando la evolución de Europa occidental, desde ese mismo momento, hasta las crisis del petróleo de los 70 e incluso sobrepasado el thatcherismo y sus secuelas inmediatas en la década de los 90, el resultado de este modelo económico y social que representa el Estado del Bienestar permitió a los diferentes pueblos que apostaron decididamente por el mismo, un nivel de desarrollo humano como nunca se había conocido en la historia. Y, como hemos dicho anteriormente, fruto de ello fueron el conjunto de las instituciones europeas que, aunque como veremos más adelante hoy están en el punto de mira de toda la ciudadanía por su gestión de la crisis, en su día representaron un gran paso adelante en aras del bienestar social y económico de la misma.

“Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento” (Maquiavelo).

2 comentarios:

  1. Al igual que pasó con Roma, no hay imperio que sea eterno. Los reinos humanos tienen fecha de caducidad, y sus sistemas, y hasta incluso sus ideas. Por unos u otros motivos, quizá corrupción, quizá colapso sistémico, esto ya no funciona como debería y en lugar de buscar la reanimación galvánica de un organismo muerto, tendríamos que estar pensando en alternativas y soluciones racionales y propias de una especie "avanzada".

    En cualquier caso, la frase de Maquiavelo, creo extraída de "El Príncipe", resume muy bien lo que podría pasar en un futuro inmediato. Una vuelta al pasado que nos condenaría a repetir los errores de antaño, eso sí, esta vez mucho peor. La omnipresencia de la red, la vigilancia orwelliana y opresiva de los Estados y las compañías... me hacen pensar que, de darse un fascismo hoy en día, posiblemente sería irreversible.

    Un saludo.

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    1. Probablemente Oscar, pongas en pie uno de los problemas más dificiles de atajar en la actualidad. No es que el recuperar ideas tenga que ser necesariamente un fracaso ¿Porqué habría de serlo, si la historia demuestra que han funcionado en un tiempo tan cercano?

      La diferencia ahora radica en el extraordinario aumento de las capacidades tecnológicas. Este poder puesto en malas manos puede manipular a la opinión pública, de hecho así se viene haciendo desde el inicio de la crisis de una manera absolutamente torticera, gracias a su enorme poder mediático.

      De ahí que, como decíamos en nuestro artículo, se presenten a los movimientos sociales de rechazo a la crisis como grupos antidemocráticos, antisistema y hasta nazis o terroristas, de forma más o menos velada según sea el caso sin que ni siquiera sea preciso alborotar en exceso al respecto -aunque algunos miembros del gobierno actual no cejen en su empeño de disparatar publicamente cada vez que tienen ocasión -. Basta un poco de exceso, una serie de pequeños planos o darle toda la importancia a sucesos esporádicos sin relevancia en medios de comunicación destacados, para sembrar la duda y la discordia ente los ciudadanos.

      Es el fin de la democracia y un paso más hacia un estado totalitarista, con la única diferencia con ocasiones anteriores de que los gobiernos aparenten una legitimidad democrática, aunque no dejen de ser meros títeres de un poder muy superior en la sombra, ejercido por las grandes corporaciones financieras e industriales.

      Pero, seamos realistas, en el corto plazo y ante las extremas y urgentes necesidades que se plantean para millones de personas, deberíamos tener un objetivo, un fin y unos medios los suficientemente probados para dar la vuelta a la situación actual. Otra cosa es que, si esta coyuntura, de una manera u otra se diera o pudiera darse, del mismo modo que parecen otros dispuestos a aprovecharse de esta crisis para dar carpetazo al Estado del Bienestar y a la propia democracia, por otra parte se exija paralelamente que se pongan los medios suficientes al alcance del pueblo -a través de claros mecanismos que hicieran mucho más participativa en las decisiones a los ciudadanos-, y los recursos necesarios para impedir que vuelvan a darse situaciones como estas.

      Veremos.

      Un saludo.

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