sábado, 8 de noviembre de 2014

Con faldas y a lo loco, con perdón

Decía Bismarck, el legendario canciller alemán en las postrimerías del SXIX, que “lo raro de España es que con los políticos que tiene siga existiendo como país”. Y tanto es así que después de tanto tiempo seguimos sin toparnos con un político de altura de miras suficiente como para ser considerado ese tipo de hombre de estado que cala y pasa de forma rotunda a formar parte de la historia de la humanidad. Quizá, con sus defectos y virtudes, solo pudiera rozar tal envite el finado Adolfo Suárez, aunque tuviera que pasar para ello por el calvario de su enfermedad para alcanzar el debido reconocimiento, después de haber sido defenestrado de su carrera política.

Hoy, hemos presenciado un nuevo espectáculo, rayano en lo delirante, a costa de esos dineros sin necesidad de justificar – que así de rotunda lo ha expresado la vicepresidenta Soraya y por lo que acaban convirtiéndose en injustificables-, que nuestros senadores y congresistas se gastan en viajes a su libre albedrío y que, entre otros menesteres, sirven para echar una cana al aire cuando así se tercie. O cuantas veces se tercie, tal como les ha sucedido al otrora senador J. A. Monago y al diputado turolense, compañero de partido y de fatiga, Carlos Muñoz por enfatizar más de la cuenta con la misma señorita, convertida ya en ínclita pepera .

Si bien el segundo ya ha presentado su dimisión al descubrirse el entresijo, Monago mantiene su huida hacia adelante tras sus 32 viajes en año y medio a las Canarias “a gastos pagos” por el Senado, a pesar de que una señorita haya confesado que tales viajes son consecuencia de la relación que mantenía con ella y que tanto senadores como miembros de su mismo partido en las islas hayan desmentido que hubiera algún tipo de vinculación con los mismos durante todo ese tiempo. Pero ahora, Monago cambia radicalmente de táctica, entonando el mea culpa, disculpándose por sus errores y diciendo que devolverá el dinero gastado que para eso es una persona “honrada”. En apenas 24 horas, Monago ha rizado el rizo, primero desmintiendo todas las acusaciones amenazando incluso con querellas a tutiplén contra todo bicho viviente, para ahora venir a decir que cometió un error –más bien 32-, y que pedirá cuentas al Senado a ver a cuánto asciende la factura.

Y para animar aún más el escarnio -un filón para el más surrealista Almodovar-, en medio de tan enternecedora oratoria va y aparece interrumpiendo el discurso, casco de bombero en ristre recordando el pasado profesional del presidente, Miguel Celdrán el inequívoco ex-alcalde pacense durante dieciocho años, conocido tanto por sus chascarrillos como por su apasionado verbo, para manifestar  su fe, respeto y admiración por este. Y todo ello con Rajoy y Cospedal de cuerpo presente y, como no, manifestando abiertamente su sintonía con el enjuiciado lo que, si cabe, todavía lo pone en mayor aprieto visto como acabaron los Bárcenas, Fabra y Matas, después de mostrarle también sus apoyos el amigo Mariano de manera tan fehaciente.

Esperemos  que el ilustre Bismarck no haya estado atento al esperpento desde el más allá, que de ser así tendría que rasgarse su robusto uniforme ante tanta inmundicia, más de un siglo después de su rotunda afirmación.



2 comentarios:

  1. Es más de lo mismo, hombres patéticos haciendo cosas patéticas. Si esta gente es la que gobierna es porque interesa a una élite mafiosa y criminal. Cuanto peores sean los gobernantes, mejor será para esta élite.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por seguir ahí con tus comentarios.

      La verdad que últimamente no me prodigo mucho por el blog y no es por falta de ganas pero por unas cosas y otras... Además ahora me he animado al facebook que es más breve y rápido, aunque sigo siempre en la misma línea. Pero vamos seguiré por aquí que todavía, mientras nos dejen, tendremos que seguir dando la lata.

      Un saludo.

      Eliminar