Lo que queremos oir

Dicen ahora que, los nuevos políticos que quieren entrar en la enfangada arena política española, nos dicen “lo que queremos oír”. Porque dicen que deberían tener acceso a la formación debida todos los que así lo merezcan. Porque dicen querer una sanidad universal. Porque creen que deberíamos garantizarnos un futuro con nuestros impuestos. Porque no quieren que ese 1 % de personas que acapara la riqueza mundial no acapare también las vidas del otro 99 %. O porque quieren, además, que ese 1% deje de escaquearse sus impuestos y pague, como poco, lo mismo que pago yo. Todo eso y... mucho más.

También hay otros que nos dicen que lo que pedimos y decimos y dice toda esa gente es “antiguo”. Es decir, ser antiguo es pedir que servicios públicos básicos como el agua o la electricidad puedan ser de titularidad pública. Antiguo es promover una banca pública en beneficio de los menos pudientes. Antiguo es que la deuda pública sea reestructurada mediante quitas y plazos como se hizo en su día con Alemania y tantos otros. Antiguo es pedir que los bancos centrales –en este caso el BCE-, presten dinero directamente a los estados en vez de hacerlo a través de terceros. Antiguo es… por ejemplo, que la gente tenga un salario y un trabajo digno.

Pues sí, yo quiero oír que haya políticos que propongan esas cosas y no me importa y estoy muy orgulloso de ser también un antiguo por pedir que mi país se parezca a aquella vieja Europa y no la de ahora, a la que la avaricia y codicia de unos pocos quieren convertir en una ratonera.