viernes, 1 de mayo de 2015

Hay vida después de Monedero

En una escena de The International (Tom Tykwer, 2009), un poderoso banquero intenta convencer a un militar africano para que, con su ayuda, derroque mediante un golpe de estado a su gobierno. Abrumado por este, el ingenuo general le dice que él no tiene posibilidades de devolverle tal inversión, ante lo que el banquero, más o menos, le responde: "No se preocupe mi general. Usted, por el momento, no tiene que pagarme nada. El negocio de la guerra ya no es la guerra en sí misma. Ni siquiera la reconstrucción que viene después.  El negocio de la guerra está en quien acaba controlando el poder".

Alberto San Juan el conocido actor y monologuista, integrado de pleno en Podemos, decía no hace mucho que a él mismo no le gustaban algunas cosas que estaban sucediendo en la formación. Pero entendía a su vez que estamos ante una ocasión inmejorable -quizá única en la historia-, para cambiar las cosas y dirimirse en un exceso de transversalidad y tanto proceso asambleario podría hacerse demasiado largo y las elecciones tienen un plazo.

Derribar el poder establecido tiene pues dos caminos: por la fuerza o desde dentro. Para lo primero ya no estamos, al menos en nuestro marco geográfico, por lo que solo nos queda la segunda opción y para eso -aunque solo sea de principio-, hay que aceptar determinadas reglas del juego. Una vez se tenga ese poder que da la capacidad de cambiar las cosas,  será entonces cuando habrá que aprovechar el momento para hacerlo.

Pero, a pesar de eso, Podemos ya lo está haciendo.  Aunque ver trasladadas las plazas del 15M, a las de los mítines del PP resulte casi esperpéntico. Pero lo ha hecho. Por primera vez, desde la transición,  en España se habla de república, asamblea, de dar la voz al pueblo. De democracia que era algo que había quedado atrapado en una urna solo cada 4 años. Ya lo dijo también el 15M: "Nosotros no somos anti-sistema, es el sistema el que se ha vuelto con nosotros".

Lo intentaron primero Reagan y Tatcher,  con un éxito contenido,  pero cuando el mundo cambió tras la caída del Muro de Berlín en 1989, lo que por una parte significo el triunfo definitivo de la democracia,  curiosamente,  empezó a fraguarse su triste destino. Se abrieron las puertas a un mercado global y el exceso de confianza y la falta de control público, dieron lugar a que todo ese proyecto europeo que fue el adalid de la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial,  acabara dando al traste. Y todo volvió a cambiar. La política y con ella las personas pasaron a un segundo plano y quedaron a merced de la economía y su avaricia que es donde acaba deviniendo siempre la misma.

Y es, precisamente,  con el 15M cuando la gente empieza a darse cuenta de ello. Es cuando el pueblo empieza a implicarse de nuevo y comienza a organizarse en la idea de recuperar ese terreno perdido e intentar revertir la situación para devolver su papel de protagonistas a las personas. Es ahí también, cuando ese mismo poder que le había usurpado su sitio, cuando empieza a orquestar su defensa. Y no hay mejor defensa que el ataque y ahí es donde estamos.

Podemos, que emana de ese momento, ha cometido, comete y seguirá cometiendo errores. Si lo hace el PSOE con sus más de 100 años de historia, cómo no habríamos de imaginar que una formación con apenas un año formal de vida, que ha calado de manera tan rápida en buena parte de la opinión pública y en unas circunstancias tan adversas, no habría de cometerlos. Cuando, además, sus postulados chocan frontalmente con la ortodoxia ultra-liberal dominante. Y Juan Carlos Monedero es buena prueba de ello.


Que Monedero iba a dejar de estar en el primer plano de Podemos era previsible. Que quizá debiera haber dado ese paso atrás antes, cuando se descubrieron sus líos con Hacienda, también. Pero que se había convertido en un lastre de la formación es innegable y muchos, apabullados por la ferocidad del asedio mediático, habían aumentado sus dudas sobre la honorabilidad de los nuevos invitados a la política ante la enorme crispación reinante por la ingente cantidad de casos de corrupción que van apareciendo en los partidos tradicionales. Por mucho que el de Monedero poco o nada tuviera que ver con ello por cuanto se trataba de un intento de fraude fiscal y no de un delito de apropiación indebida, como los que estamos día sí y otro también descubriendo. Pero eso, es lo de menos.

Juan Carlos Monedero, el profesor madrileño ensayista e ideólogo del proclamado cambio que nos propone Podemos, en cierto modo, dice representar también esa parte de su partido que se encuentra algo disconforme con la evolución del mismo desde su irrupción de lleno en la arena política. En lo que estos consideran una metamorfosis en cuanto a su marchamo ideológico y a que, quizá, Podemos se esté contagiando de los modos y actitudes de los otros partidos a los que critica. Si bien pueda no faltarle algo de razón, no es menos cierto que la realidad suele superar a los deseos y si bien Utopía, aquella ciudad idílica que plasmara Thomas More en su obra del SXVI pueda parecer sinónimo de imposibles, su búsqueda indeleble deber estar debidamente pertrechada por el camino adecuado.

Y para ello, como decíamos al principio, ese mismo camino requiere buenas dosis de estrategia y deberá asumir ciertas prácticas, modos y maneras que, aunque no gusten, permitan alcanzar el objetivo propuesto. De ahí que Podemos opte ahora por cierta verticalidad en sus formas y una moderación más acorde en sus postulados. No es que el fin tenga que justificar los medios pero sí que es cierto que se hacen necesarios medios para poder alcanzar el fin.

En lo que conocemos más de cerca, Podemos está facilitando a los ciudadanos la posibilidad de que se inmiscuyan en sus propuestas. En Badajoz, por ejemplo, se ha pedido y abierto a toda la ciudadanía que ha mostrado interés en el proyecto, sin necesidad expresa de formar parte del mismo, que aporte sus ideas e inquietudes de una forma personal y directa, cara a su programa a las elecciones municipales del próximo 24 de Mayo. Y eso, como otras muchas cosas que están aportando, significan pasos muy importantes para la participación democrática.

Que, evidentemente, la irrupción tan poderosa en el panorama electoral de Podemos puede traer consigo la aparición de los llamados “trepas” que, al margen de cualquier interés político pretendan hacerse un hueco para su interesada proyección personal. Tanto es así que Ciudadanos, la otra nueva formación que está teniendo un profundo calado en otra parte del electorado, ha decidido contratar una agencia de detectives para evitarlo. Y esto, solo prescindiendo de una parte de esa tan ansiada transversalidad, puede ser posible. Y, a buen seguro, que a pesar de todo sus esfuerzos algún caso se dará al respecto.

Con todo, la dimisión, forzada o no pero eso nunca lo sabremos, de Juan Carlos Monedero, si es bien administrada puede ser positiva para las opciones de Podemos cara a las elecciones. Por mucho que la furibunda mediática aproveche este supuesto momento de debilidad para arremeter aún más contra estos y pueda parecer en estos días que la situación les perjudique.  Pero en el medio plazo –en unas semanas-, una vez pasado el revuelo mediático, presentado su programa y si este reviste la coherencia deseada, Podemos puede y debe salir reforzado.

Es difícil que Podemos llegué al gobierno de la nación a finales de año. Pero debe esforzarse, sin salirse de sus principios ideológicos básicos, por conseguir un número suficiente  de sufragios que le faciliten la llave para empezar a cambiar las cosas. Y el primer paso han de ser las municipales y autonómicas de Mayo. Debe demostrar, allá donde consiga gobernar y donde se haga con esa llave de paso, que otra forma de política es posible. Que ese cambio en la manera de hacer y en el orden de prioridades también es posible. Y aunque, apenas quede tiempo suficiente antes del envite final, tiene que tener la necesidad de demostrarlo.

La vicepresidenta del gobierno, en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, sobre el caso Monedero dijo en su momento que si todos actuaremos como este difícilmente podrían pagarse las pensiones, por ejemplo. Cuestionada en el mismo  acto hace solo unos días sobre el caso Rato, dijo no comentar nada porque se trataba de un asunto privado. Cuántas cosas nos quedarán aún por ver y oír de aquellos que no están dispuestos a que cambie nada.

2 comentarios:

  1. Yo pienso que esta dimisión es más bien una inmolación por el bien de la formación. Vamos, que está convenida entre ellos para no perjudicar al partido. Lo que devenga de esto, imagino, será positivo al medio plazo, como ya bien dices.

    Lo que es innegable es que nos presentan unas propuestas renovadas y que resultan frescas, aunque chocantes para un pueblo acostumbrado a escuchar bravatas e idioteces por doquier. La actitud del PP y de sus acólitos defraudadores es, si acaso es posible, todavía más surrealista al intentar escenificar la postura de víctima y no de victimario. Que ellos no sabían nada y que los líos de Bárcenas, por ejemplo, eran fraudes acometidos por él mismo a espaldas de todos. Eso no se lo cree nadie, pero lo dicen sin reparos a ver si cuela.

    Y también es muy cierto que a Podemos les están poniendo una lupa mucho más exigente de la que sufren los partidos clásicos. Pareciera ahora que por robar una barra de pan uno es tan criminal como el que asesina 100 personas, y en esas está el PP y, en especial, Esperanza Aguirre, la paradoja existencial más compleja que he visto jamás en un solo ser.

    Ya veremos a ver qué pasa. Solo espero que Podemos y Ciudadanos no acaben siendo los relevos de PP y PSOE, todos ellos bajo el yugo del capital.

    Un saludo.

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    1. Sí, yo lo veo así también. Creo que está dimisión no es fruto solo de una decisión personal. Y con respecto a lo que dices de los casos Bárcenas, Esperanza Aguirre, etc. realmente no cabe en cabeza de nadie que con las numerosas evidencias existentes todavía no hay uno ni dos, si no cientos de miles, seguro que hasta millones que vayan a seguir votándoles. Increible.

      Ya veremos cómo van evolucionando las cosas.

      Un saludo.

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