lunes, 22 de junio de 2015

Grecia, historia de una tragedia.

La memoria histórica suele tomarse en consideración dependiendo no ya de sus certezas si no de los intereses de parte que pudiera poner esta en evidencia. Por ejemplo, en los Acuerdos de Londres de 1953 a Alemania se le permitió una quita de sus deudas contraídas en la 1ª y 2ª Guerra Mundial por un valor medio del 62 % de las mismas. El resto de la deuda pendiente se liquidó definitivamente en 2010 lo que, en definitiva y gracias también a las numerosas ayudas del Plan Marshall, permitió que Alemania se recuperara rápidamente hasta convertirse en la potencia económica que es hoy en día.


Entre sus numerosos acreedores, en algunos casos, esa quita llegó a superar el 98 % -es decir casi la totalidad de la deuda-, tal fue el caso de Grecia. Las relaciones entre Alemania y el país heleno han sido fruto de numerosos desencuentros desde hace siglos y de hecho Alemania jamás ha condonado a Grecia ninguna de sus supuestas obligaciones a lo largo del tiempo. Sin embargo, en el caso contrario, se estima que el total de la deuda contraída por Alemania con Grecia por créditos, daños y reparaciones  de guerra de la 2ª. Guerra Mundial, a valor actual, superaría con creces los 500.000 mill. de dólares, cantidad más que suficiente para saldar la totalidad de la deuda griega. Dicho de otro modo y volviendo a la memoria histórica, Alemania es obvio que no actúa, ni muchísimo menos, con la misma generosidad con la que actuaron con esta el resto de las naciones, a pesar de todos sus terribles desatinos cometidos durante la primera mitad del SXX.

El 6 de Octubre de 2009, Yorgos Papandréu, el candidato del partido socialista griego (PASOK), se alzaba con la mayoría absoluta tras las elecciones generales al parlamento heleno. La gran sorpresa que se llevó Papandréu y su equipo es que, una vez puesta al día la contabilidad del estado, el déficit que presentaba Grecia no era del 3.7 % como había manifestado el gobierno saliente del conservador Karamanlis, si no que en realidad era de un 12.7 % que era lo mismo que decir que dejaba el país en la bancarrota.

El motivo de semejante descuadre era que, durante años, el gobierno de Nueva Democracia dirigido por Kostas Karamanlis, con la inestimable ayuda y colaboración de Goldman Sachs, la todopoderosa banca de inversiones y comercial norteamericana, había falseado la cuentas griegas enmascarándolas en complejos productos financieros, aunque nunca ha quedado claro si los responsables comunitarios europeos realmente fueron engañados o simplemente miraron hacia otro lado. Por aquel entonces Mario Draghi, el actual presidente del Banco Central Europeo era vicepresidente operativo para Europa de Goldman Sachs por lo que tuvo que comparecer por tales hechos ante el Comité Económico del Parlamento Europeo pero, curiosamente, sin mayor trascendencia.


A partir de ahí, la UE, el BCE y el FMI asumen la necesidad del rescate del estado griego, por dos ocasiones -2010 y 2011-, para que pueda atender las necesidades básicas del país, a sus acreedores y pueda cumplir el pacto de estabilidad presupuestaria conforme a los dictados de la Unión con miras a contener el déficit público. Y, como no, una vez más reconvirtiendo también deuda privada en deuda pública.

Pero para ello Grecia se ve obligada a aceptar unas condiciones tanto en cuanto de los citados préstamos como de medidas de austeridad para con la ciudadanía griega –reducción generalizada de salarios de hasta un 30 %, reducción de las pensiones, incremento de impuestos, etc. etc.-, que ya desde el primer momento, numerosos analistas internacionales advierten que, en ese contexto, Grecia se sumirá en una depresión económica de la que será incapaz de salir y menos aún de asumir el pago al conjunto de sus acreedores con las condiciones impuestas.

Como consecuencia de los recortes, el pueblo griego se echa a la calle y se producen numerosas y violentas manifestaciones, así como cuantiosas huelgas generales que paralizan aún más el país. El suicidio, incluso de manera pública, es la única salida que encuentran algunos ciudadanos que se ven arrojados a la mendicidad. Grecia pasa a ocupar las primeras páginas de los medios de comunicación internacionales y se empieza a cuestionar la gestión de su crisis por parte de la comunidad internacional ante los enormes padecimientos del pueblo griego.


Así Papándreu, ante las reiteradas y nuevas exigencias del FMI y las instituciones europeas para acometer más y más medidas de austeridad cara a la refinanciación de la deuda, decide someter las mismas a un referéndum popular al que se niega la UE y por lo que dimite como primer ministro el 11 de Noviembre de 2011. En ese momento la UE paraliza la democracia helena y nombra primer ministro a un tecnócrata, Lucas Papademos, al margen de la voluntad popular.

En Febrero del año siguiente un nuevo plan de ajuste vuelve a dar otra vuelta de tuerca a la sociedad griega, recrudeciéndose nuevamente las condiciones, tanto que ya entonces se empieza a plantear la salida del euro de Grecia. Sin embargo, ante el temor a las posibles consecuencias negativas de esto no ya para Grecia si no ante la duda de cómo podría afectar al resto de la eurozona un caso hasta ahora desconocido como sería el de salida del euro de uno de sus países integrantes, se acaba desestimando esa opción. En especial por Alemania por temor a las negativas repercusiones que podría tener para sus todopoderosos bancos en el momento más álgido de la crisis financiera europea y siendo los mismos los principales acreedores del continente.

En Mayo de 2012 vuelven a convocarse elecciones pero su resultado hace imposible formar gobierno por lo se celebran nuevos comicios en Junio que dan el gobierno a Antoni Samaras de Nueva Democracia, el renovado partido conservador, con el apoyo del PASOK e Izquierda Democrática (DIMAR) , lo que a la larga acabaría condenando a los dos últimos al ostracismo político.


En Abril de 2014 Grecia consigue volver a financiarse de capital externo en los mercados financieros al registrarse una mejoría en sus indicadores macroeconómicos, pero las políticas de austeridad siguen causando tal mella en la población que el gobierno de Nueva Democracia se quedará sin apoyos en el parlamento, lo que se acaba escenificando en la imposibilidad de alcanzar un acuerdo para nombrar presidente del mismo. Motivo el cual lleva a unas nuevas elecciones el 25 de enero de 2015 que gana la coalición de izquierdas SYRIZA y aúpa al puesto de primer ministro a Alexis Tsipras.

25 % de desempleo, 60 % en el caso del empleo juvenil, caída del 26 % del PIB en los últimos 6 años, aumento de la pobreza del 20 al 35 %, la pensión básica ha descendido hasta los 360 € en un país que antes de la crisis tenía un salario mínimo algo superior al de España, liquidación de buena parte de los servicios públicos en aras de reducir el gasto, colapso en el sistema de salud con la consecuencia del regreso de enfermedades como la malaria o que aumente la mortalidad infantil en las zonas rurales hasta un 43 %. Aumento en un 45 % de la tasa de suicidios y, en general un acrecentamiento en masa de la indigencia que se aprecia claramente en las calles. Estos, entre otros muchos, son los resultados de la crisis griega y de la gestión de la misma por parte de las autoridades griegas, europeas e instituciones internacionales y a los que ha de enfrentarse el nuevo gobierno.

Es el escenario con el que se encuentra el gobierno de Tsipras y de ahí que inicie una serie de medidas que, de alguna manera, puedan paliar la situación e inicia a su vez una ronda de negociaciones con la U.E. y el FMI, sus principales acreedores, con la intención de suavizar las condiciones  impuestas por estos.


Hasta ahora el resultado de estas negociaciones, parece más que incierto pero lo que sigue siendo evidente es la insensibilidad de los organismos internacionales –no hablemos ya de las grandes fortunas y la todopoderosa industria naviera griega-, con la dramática situación de la población y los gravísimos perjuicios causados sobre la misma, auténticas víctimas inocentes  de la nefasta gestión desarrollada por sus propios y sucesivos gobiernos y las citadas instituciones internacionales. Son las consecuencias de anteponer la política económica a la política de las personas. Más aún en el país donde hace más de 2.500 años nació la democracia.

“El Gobierno de Tsolakoglou (*) ha aniquilado toda posibilidad de supervivencia para mí, que se basaba en una pensión muy digna que yo había pagado por mi cuenta sin ninguna ayuda del Estado durante 35 años. Y dado que mi avanzada edad no me permite reaccionar de otra forma (aunque si un compatriota griego cogiera un kalashnikov, yo le apoyaría) no veo otra solución que poner fin a mi vida de esta forma digna para no tener que terminar hurgando en los contenedores de basura para poder subsistir. Creo que los jóvenes sin futuro cogerán algún día las armas y colgarán boca abajo a los traidores de este país en la plaza Syntagma, como los italianos hicieron con Mussolini en 1945.” (Nota de suicidio de Dimitris Christoulas, un jubilado heleno de 77 años que se quitó la vida frente al parlamento en Atenas el 5 de Abril de 2012. (*) Christoulas probablemente intentó estableció un símil entre el gobierno griego de ese momento con el de Georgios Tsolákoglu, primer ministro colaboracionista con los nazis, durante la ocupación en la 2ª. Guerra Mundial).

Fuentes: Wikipedia, Diario Vasco, Eurostat, Unión Europea.


No hay comentarios:

Publicar un comentario