Es cierto que pactar es negociar y negociar es ceder pero lo que no se puede es ceder tanto y solo del mismo lado –por parte del PP todo se reduce a unos pocos concejales liberados menos y a toda una serie de vaguedades sin compromisos ciertos-, por lo que pudiera dar la sensación que la actitud de Ciudadanos, desde el recuento de las votaciones hasta ayer mismo, más se diría que ha respondido a una cuestión de imagen –la novia más deseada-, que a un firme deseo de cambio en la infraestructura y el modelo de gestión municipal.
Ya sabíamos que el modelo de ciudad que presentaba Ciudadanos en su campaña electoral poco o nada difería del modelo de los populares, dentro de la más pura ortodoxia liberal, más allá de cuestiones obvias de regeneración democrática. Lo que queda plasmado, especialmente, en lo referente al gasto y la economía social. Y eso, podemos comprobarlo en el susodicho “Acuerdo” donde solo en su punto 7, en principio, se da cierta prioridad a tales cuestiones pero donde, más o menos, viene a decir después que quedarán estas sujetas a labores de voluntariado y a las iniciativas de colaboración público/privadas en lo referente a las actividades de cohesión social en pos de la reducción de la pobreza.
Una vez más, no se ve ni aprecia ninguna intencionalidad cara a un fuerte incremento de la inversión pública en servicios sociales, sí no que, como marca su doctrinario, este es un asunto que se entiende solo desde el punto de vista de la caridad y nunca desde el de los derechos de los ciudadanos. Entendiendo a las víctimas de las veleidades del sistema, como responsables o en el mejor de los casos damnificados de su propia desdicha.
En una ciudad que ocupa el sexto lugar en el panorama de las capitales de provincia españolas en cuanto a porcentaje de desempleados, una de las últimas en cuanto al nivel adquisitivo de sus habitantes y en la que acaba de presentar Caritas un informe demoledor sobre sus niveles de pobreza, debería tenerse muy en cuenta y como prioridad absoluta el desarrollo de las condiciones necesarias para acometer desde lo público tales problemas.
Es obvio que, desde el pensamiento liberal, toda iniciativa en pos de esto último, más allá de lo privado queda fuera de contexto y de mediar intervención pública solo podrá ser esta contabilizada como un gasto poco más allá de un mero apunte contable. Pero desde otro punto de vista solo a través de la dignificación del trabajo se puede conseguir una mejor distribución de la riqueza y la justicia social. Y en ello deberían entrar las administraciones públicas como garantes de la equidad y el prospero devenir de la comunidad.
De hecho, los resultados de la iniciativa privada en Badajoz, básicamente resultado de la irrupción de grandes firmas comerciales en los últimos años, en nada o casi nada han repercutido para la recuperación económica de la ciudad. El uso y abuso del empleo precario por parte de las mismas no ha aportado más que una mayor desazón en la ciudadanía ante la falta de perspectivas proporcionadas por la mayor parte de estas empresas, además de haber creado gravísimos perjuicios en el pequeño comercio tradicional. Lo que al final devenga en una destrucción de empleo estable en beneficio de otro de altísima precariedad e ínfima calidad.
Por eso, es ineludible que en contraposición a tan nefasto modelo laboral para la comunidad, sean las administraciones públicas las encargadas de proporcionar un empleo de calidad suficiente que redunde, a través de las rentas del trabajo, en beneficio no solo de sus perceptores sí no, de manera tan directa como evidente en el beneficio común de toda la ciudad.
Si bien este ha sido un recurso por lo general denostado en España mientras que, por el contrario ha sido una de las principales fuentes generadoras de riqueza en nuestros vecinos del centro y norte de Europa, las circunstancias actuales exigen un imprescindible y titánico esfuerzo por parte de todas las administraciones para conjugar ese empleo de calidad enfocándolo al desarrollo de toda una serie de servicios sociales que se hacen extremadamente necesarios para tantas personas y colectivos que se han visto perjudicados por una crisis que se ha hecho crónica e interminable. Un modelo de desarrollo de social, capaz a la vez de simultanear la solidaridad con la creación de riqueza.
En fin, esperemos que, por lo menos la incorporación de Ciudadanos, en la práctica, al equipo de gobierno municipal permita algo más de transparencia a una ciudad conocida por su opacidad. Aunque una actitud tan condescendiente pueda representar la desaparición de Ciudadanos, como ya insinúan algunos de sus votantes, será solo responsabilidad suya pero, es obvio que, por el momento, solo ha hecho un flaco favor a Badajoz.
Una ciudad tiene que ser algo más que amplias avenidas y fastuosas edificaciones. Una ciudad, cual idílica Utopía, tiene que cuidar ante todo y sobre todo por el bienestar de la gente que la vive y la habita.
Ya me lo temía yo: los nuevos partidos no son más que más de lo mismo, algo así como cuando Felipe González conquistó el poder, que nos hicieron creer que él sería el símbolo del verdadero cambio, cuando en realidad trabajaría a favor de las élites, como siempre ha sido.
ResponderEliminarFelipe González... quién lo ha visto y en lo que se ha convertido. La mayor decepción de la historia de la socialdemocracia española. Francamente, cada vez que le veo aparecer en la pantalla, intento cambiar el canal de la televisión.
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