Esta es la máxima que impera en los últimos años en el seno de la UE y que tan bien está cumpliendo el actual gobierno de España. Una especie de nueva teología económica que está sacudiendo con la mayor virulencia a las clases medias y trabajadores de todo el continente y que a cambio de la tan manida recuperación económica está acentuando de manera más que sensible los desequilibrios sociales.
Por una parte, quizá no haya mayor evidencia de este mantra que los famosos "rescates" a los que, de uno u otro modo, nos ha abocado un modelo económico fallido que, ideado por los mismos que enarbolan el milagro de esa supuesta recuperación, se quiere mantener con tibios matices. Los casos españoles y griegos resultan flagrantes. En el último, solo el 10 % de esos rescates llegaron al pueblo, mientras el resto ha tenido por destinatarios a los mismos bancos que ayudaron al desaguisado. Y en el caso español todavía y a saber por cuanto tiempo, estamos padeciendo en forma de recortes el que le salváramos el culo a nuestros banqueros de su propio desastre. Un mal menor, nos dijeron. Lástima que cuando se trata de un honrado tendero el estado no acuda raudo a su redención. Al contrario, si cabe, este aún tira más de la cuerda no sabemos si para evitarle mayor dolor.
Y como no, olvidarnos de la otra gran proposición: “el déficit cero”. Es decir, cuando en las administraciones públicas los ingresos igualen o superen a los gastos. Elemental, que han hecho creer al más pintado. O lo que es lo mismo, como si usted no pudiera comprar un coche, una casa o un televisor hasta que disponga sobradamente del dinero necesario. Vamos, que a hacer puñetas aquello de la capacidad de endeudamiento, salvo que se trate de usted y yo y un banco de por medio se quede con el mejor trato.
Si no que se lo digan al donoso Montoro que ha vuelto a dar otra vuelta de tuerca al objetivo de déficit por parte de las Comunidades Autónomas en la última reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera, aunque 13 sobre 17 de las mismas no hayan estado de acuerdo y en la que ha tenido que resolver el voto de calidad del primero. Será por esa manera de ver la política cuando su partido no es el que gobierna por lo que habrá que suponer que el ministro no de tanta rienda suelta porque, extraña como poco, que ahora que dicen que nos va también, en vez de aflojar la soga, nuevos recortes nos acechan en la puerta.
Y claro, cuando a esto le añadimos que los que más tienen apenas si pagan impuestos y no aportan nada o casi nada al tajo, en el mejor de los casos empleo cada vez más precario, todo habremos de soportarlo el pueblo y así nos luce el pelo cuando la proposición, irremediablemente, se va al carajo.
Dicen algunos de estos ricos, los que no participan del sacrificio, que no es justo que ellos paguen por unos servicios que no usan de coartada. Porque ellos acuden a la sanidad privada y no usan la pública para nada. Porque sus niños no van a nuestras escuelas y recurren a la enseñanza privada. Porque tienen sus buenos planes de pensiones y les da igual lo que les quede de paga... Pero no se acuerdan nunca que utilizan nuestras mismas calles y plazas y que mean y cagan de la misma manera, al menos eso creo yo, que lo hacemos el resto de la manada.
El egoísmo convertido en religión. Ya no tenemos sociedad, sino conjunto de individuos que medran y se hacen la guerra entre sí.
ResponderEliminarVeremos a ver como acaba todo esto de Grecia...
Eliminar