A la luz de los acontecimientos, la respuesta a la segunda pregunta es evidente: no. Esto no es óbice para reconocer que la cuestión es extremadamente difícil pero de la misma manera resulta obvio el fracaso de la gestión del problema por la parte que compete a occidente.
Quizá lo primero que había que plantearse es de dónde bebe el extremismo salafista para alcanzar esos niveles de odio contra la civilización occidental y en general contra todo aquel que no profese sus convicciones. Sin duda, como ha ocurrido con otros fenómenos similares a lo largo de la historia, no hay mejor manera de alimentar el radicalismo que la miseria y la pobreza extrema. Y si a esto añadimos una componenda religiosa como es el salafismo, la versión más ultra-ortodoxa de la comunidad sunnita, la más mayoritaria en el islam, tendremos un cóctel auténticamente explosivo.
Peor aun cuando el reclamo del dinero es un factor muy determinante a tener en cuenta, ya que el EI recluta mucho de sus mercenarios de entre jóvenes, sin oficio ni beneficio, de los barrios marginales de Ankara y otras ciudades de los países limítrofes, a cambio de salarios que serían impensables hasta ese momento para los mismos.
Por todo esto el Estado Islámico es un hecho ya y con un vasto territorio en su poder, consecuencia entre otros menesteres de la desidia e incompetencia de las instituciones supranacionales. Un fenómeno que de no mediar una actuación decidida de la comunidad internacional en varios frentes y no de forma tímida y encorsetada como hasta ahora, va a seguir haciendo correr ríos de sangre. Esperar que, tarde o temprano, la lógica haga que la población de los territorios ocupados se rebele, incapaz de soportar tal nivel de opresión y brutalidad, puede demorarse de tal modo en el tiempo que su coste humano resulta inasumible.
Los bombardeos de las fuerzas aliadas se están mostrando poco expeditivos y la operatividad sobre el terreno de los maltrechos ejércitos iraquís y sirio, apenas si tiene algún resultado positivo y, en cualquier caso, también de forma poco diligente. Lamentablemente, la feroz irracionalidad del enemigo hace necesaria una intervención sobre el terreno contundente, bien con fuerzas internacionales o bien pertrechando en la forma debida a los países vecinos y ocupados. Pero para eso, es necesario primero dotar a esos países limítrofes de gobiernos fuertes y representativos del común de la población y ese, por ahora, no es el caso.
Esto no es un proceso rápido y sencillo pero entrar como elefantes en una cacharrería como ha ocurrido en Iraq, Libia y en otras tantas intervenciones de fuerzas multinacionales, sin tener acordado previamente el futuro a posteriori de las zonas en conflicto con todas las partes interesadas, ha resultado catastrófico y las evidencias saltan a la vista.
Pero, mientras tanto, hay otras formas de poner mayores y más productivas trabas al Estado Islámico para frenar su operatividad. Y eso es cortarle toda probabilidad de financiación o buena parte de ella. ¿Cómo se financia el EI? En primer lugar este grupo yihadista ha contado con el apoyo y las donaciones procedentes de las grandes fortunas de los petrodólares de Arabia Saudí y de los estados del Golfo Pérsico, simpatizantes de la causa salafista en contraposición de la expansión chiita, la otra rama más importante del islam en la zona, tradicionales enemigas entre sí.
Además de los secuestros o los botines capturados, una vez que parece haberse frenado –por la presión externa e interna-, la inyección de capital al EI, este ha encontrado en el petróleo su principal fuente de ingresos. Se calcula que, al día de hoy, el Estado Islámico percibe casi un millón de dólares diarios por las ventas del petróleo que extraen de sus pozos expropiados en los territorios ocupados. Y que, a través de las redes contrabandistas, acaba llegando a los países vecinos e incluso se presume que a algunos occidentales a bajo precio.
Los países de su entorno, Europa y las grandes potencias deben dejar de mirar a otro lado y no enfrascarse en solucionar un problema, como el de las oleadas de refugiados que huyen del terror –alimentando la xenofobia y el racismo en los países de destino-, desde una perspectiva solo interna sino mucho más ambiciosa. Como hemos dicho en numerosas ocasiones no se le pueden poner puertas al mar y si no se toman de una manera decidida soluciones al respecto que garanticen un futuro estable y digno para nuestras comunidades vecinas el problema se ira acrecentando desde todas sus vertientes y a saber las consecuencias que podrá tener para todas las partes implicadas en el mismo. La cuestión no es nada fácil, y además lenta y ardua pero sí es posible si existe una clara y decidida voluntad para ello.
Otra cosa es que realmente exista esa voluntad y no sirva semejante tragedia para que, al albor de sus amenazas y sus consecuencias derivadas, se auspicien recortes de derechos y libertades y se ahonde en ese cambio en el modelo de sociedad occidental que conocíamos y que de manera tan evidente se está pretendiendo transformar ya desde el ámbito económico.
Fuentes: El País, Wikipedia.
No sigo las noticias y no puedo hablar sobre esto. Pero en mi opinión hay una parte oscura de Occidente (los traficantes de armas, por ejemplo) que colabora con los yihadistas. El enemigo lo tenemos en casa, está en Occidente.
ResponderEliminarYo sí, ya sabes que soy un apasionado de las noticias y que quizá lo sea por considerarme un periodista frustrado. Fue la carrera que quise estudiar en su día pero había que salir de casa y, claro, por aquellos entonces...
EliminarY sí, claro que hay muchas sombras en occidente con el tema del tráfico de armas. Muchas más que luces por cuanto las armas que esgrimen todos estos grupos salen de las fábricas de las grandes potencias y sin serlo tanto como es el caso de España.
Es ilusorio pensar que el EI, en este caso, se nutra exclusivamente del material incautado. Más bien, como todos los demás lo adquirirán a traficantes sobradamente conocidos que a su vez lo adquirieron antes en el mercado internacional, ferias, etc..
Estoy totalmente de acuerdo con tu análisis y comentario posterior.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias Juliana. Un saludo
ResponderEliminarEsta amenaza es doblemente peligrosa porque se financia con algo que occidente necesita, que es el petróleo. Quizá por eso, la comunidad occidental se lo toma con demasiada tranquilidad, lo que a la postre permite a la organización terrorista seguir creciendo y asentarse en las zonas que han conquistado. Gracias a los sueldos y a la mejora de las infraestructuras locales, nunca le faltarán nuevos seguidores, mientras un occidente henchido de autocomplacencia se limita a esperar.
ResponderEliminarLa situación recuerda en grado sumo a la vivida en los últimos años del Imperio Romano. Se creían intocables y los enemigos les entraron hasta la capital. Pero claro, en un mundo en el que el dinero es lo que manda, ¿cómo combatir a un grupo de personas fanáticas pero sumamente ricas? Tienen los recursos y tienen la ideología.
Tarde o temprano, eso va a explotar.
El problema es complejo por que hay numerosos intereses de por medio. El componente religioso todavía lo que hace es echar aún más leña al fuego, tanta que quizá sea la cuestión más difícil de solventar por que son personas que -si no en el caso de los casos de los que se alistan por dinero, cual mercenarios-, se salen de lo racional.
EliminarEl cambio climático nos fuerza a prescindir del petroleo y usar energías alternativas. Con el uso de energías renovables podríamos "matar dos pájaros con un mismo tiro". Pero las empresas del sector no quieren renunciar a sus ganancias y sus lobbies presionan a los gobiernos, que no son capaces de oponerse.
ResponderEliminarNo digo que así se resolvería el problema, pero facilitaria su solución. .
No es que los gobiernos no puedan oponerse, es que son cómplices de los lobbies. O dicho de otro modo, en los gobiernos gobiernan los lobbies, o agentes puestos a dedo por ellos.
EliminarEsa cuestión tardará muy mucho todavía, Juliana. Es evidente que el petroleo es un combustible fósil y se terminará agotando, dado el nivel de explotación. Pero aun queda para rato y, como bien dices hay también otros tantos intereses de por medio.
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