miércoles, 25 de noviembre de 2015

Yo o el caos. Y la campaña comenzó aunque quede a la vuelta de la esquina.

Como ya hemos dicho en otras ocasiones España se desenvuelve en una continua campaña electoral. Tanto es así que se considera un rara avis, el que los dos principales partidos de este país se pongan de acuerdo en cuestión alguna salvo, como ya sabemos, cuándo se trata de defender sus intereses, los de la Merkel o alguno que otro puesto a mandar. Más en este año que, entre unas y otras convocatorias, no acabamos de salir de una para meternos de llena en otra. Y la próxima, las generales, las que deciden el gobierno de la nación aunque el presidente haya decidido convocarlas en Navidad que, a buen a seguro a alguien se le atragantarán mantecados y turrones.

Así que, como ya vamos viendo y oyendo aunque sea de forma extraoficial, asistiremos a todo ese desenfreno de líderes políticos de acá para allá, invadiendo tiendas y comercios, aceras y calles, fábricas y hospitales  y como no, mercados de abastos para, entre frutas y hortalizas, darse un baño de corazones aunque, esta vez, seguro que también se llevarán algún que otro reproche. Y eso que, uno que conoce la guisa, todo va por delante orquestado y más o menos organizado para que aparezcan bien encarados los paisanos ante próceres y aspirantes.

Mítines y más mítines aunque, también, cada vez menos plazas de toros  y más recintos reducidos que el personal está muy harto y los jubilados ya no están con muchas ganas de pasar una tarde en autobús y en esas fechas con un frío que pela,  por un llavero, una banderita, un aperitivo, un quítame allá esas pajas y poco más. Y los jovencitos detrás del orador –escogidos por supuesto-, que no faltan a la cita hasta que otro sesudo publicista se le ocurra otra cosa con la que amenizar el jolgorio.

No sé bien a estas alturas del metraje que efectos tendrán los mítines sobe el electorado. Quizá en los partidos más jóvenes, carentes de los medios de los dos grandes, sí que puedan tener un efecto. Seguro que lo tendrán. Pero de PP y PSOE ya conocemos todos la misma jerga: rugir a borbotones, escupir todos los exabruptos que se les ocurra sobre el adversario –ahora tienen más donde elegir-, y prometer y prometer a sabiendas que, en su caso, de lo prometido no queda ninguna deuda.

Pero por encima de todo brillará o se apagará la faz del presidente y de todos sus adláteres de gobierno que, según dicen los gurús de estos eventos, son los que más se juegan ya que son los que detentan el poder y tienen el riesgo de perderlo. Una verdad a medias porque quien realmente se la juega es el pueblo que es el que tendrá que soportar los errores o beneficiarse de los aciertos de quien rija su destino los próximos años.

Así anda desde hace tiempo Mariano Rajoy, puente a puente, carretera a carretera, ebrio de inauguraciones antes que los plazos se agoten para tamaña borrachera. Entrevistas por doquier y hasta sonrisas y chistes de corrillo que ya nos parece raro en él, tan escurridizo como poco amigos de coloquios y otros públicos chascarrillos. Como la vicepresidenta que, hasta se deja ver echándose un baile en la tele. Sí, la misma que en sus ruedas de prensa del consejo de ministros solo habla del gobierno con cara de pocos amigos y no de los revuelos en los partidos salvo cuando, claro está, no se trata del suyo mismo.

De debates, pues lo previsto. El presidente solo acudirá al de la Academia de la Televisión y solo ante Pedro Sánchez –vaya también con el señorito seguir prestándose a semejante jueguecito-, donde todo está pactado y más que pactado, tanto que ya no interesa a nadie, si acaso para cambiar de canal y pasar de largo ante semejante estropicio. Aunque a costa de Ciudadanos y Podemos el escenario parece ir cambiando, España todavía está a años luz del modelo de debate de otros países europeos.

En fin, el inri de este año del partido de gobierno, “España en serio” o lo que es lo mismo el consabido “yo o el caos”. Rajoy se esforzará por hacernos creer a los millones de españoles que no creemos en él, en su gobierno y en ese modo suyo de entender un modelo de sociedad que engendra extraordinarias bolsas de pobreza o en el que el trabajo ya no dignifica mientras enriquece a una minoría de que, en realidad, somos víctimas del Paraíso. Y es que España crece, al menos eso dicen las cifras, aunque todo el mundo sepa que eso no se ajuste a la realidad de los que más si no a la fría estadística. Esa misma estadística que dice que si Ud. gana un millón y yo no gano nada, cada uno ganamos medio millón, cuando en verdad es que es Ud. el que gana el millón y yo sigo sin ganar nada.

Lo dicho, esto acaba de empezar y nos quedan por ver y oír toda clase de chanzas. ¿Será Pedro Sánchez un radical? ¿Albert/o Rivera es de centro derecha o de centro izquierda? Y Alberto Garzón y Pablo Iglesias ¿unos descerebrados? Más o menos, ese será el argumento del Partido Popular que es el que manda y puede dejar de mandar. Ah y, por si fuera poco que a costa de lo de Cataluña no dejará de españolear. De los demás, todos hablarán de ganar aunque a tenor de las encuestas, lo más probable, es que no queden en más que disponer de la llave para quien haya de gobernar. Y en un país como España tan acostumbrado a perder, eso ya es suficiente motivo para ir a votar.



7 comentarios:

  1. A mi juicio, la actual democracia representativa: no es representativa, ni democracia.

    Un saludo


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  2. Más de lo mismo: gato por liebre. Y el pueblo, una vez más cómplice de la estafa.

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  3. ESTO es una partidocracia , así de simple

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  4. Nada de lo que está ocurriendo y ocurrirá en los próximos meses es realmente nuevo. Es la vieja política funcionando como sabe: ser mediocre y descalificar a los posibles rivales, además de seguir legislando para los millonarios, pisoteando a una población que, por muy pisoteada que esté, aún pide a gritos más sodomía.

    En diciembre iremos todos a las urnas a elegir un nuevo cacique, y luego soportaremos otros 4 años de tiranía. A menos, claro, que entren en el gobierno partidos que sí pretendan abrir la política a la ciudadanía, iniciando un procedo de reforma hacia la democracia participativa 2.0. Algo que ya es posible pero no interesa, porque Europa también está metida en el hoyo y le élite quiere a las ovejas quietas.

    Ya veremos a ver qué pasa.

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    1. Oscar esta " claro " que si ganan los DOS de siempre No habrá novedad alguna mas allá de un tenue pintado de fachada , si gana " otro " puede que cambie algo aunque no todo lo que seria necesario , pero si cambiara MUCHO podría ser hasta peligroso , de cualquier forma por mucho que Europa quiera , la palabra la tienen los votantes , otra cosa es que los votantes en este país estén preparados para discernir con claridad que es lo que nos conviene a todos

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  5. En definitiva, todos tenéis razón, aunque me gustaría que así no fuera. Me preocupa, muy mucho que Ciudadanos acabe pactando con el PP porque sus postulados en economía son ultra liberales y serían un refuerzo a las políticas actuales. Si lo hace con el PSOE lo poco que le queda a este último de la S y la O de sus siglas, saltarán en pedazos. Asi que de no entrar Podemos o el grupo de Alberto Garzón en liza -con los lios de IU ya no se ni como se llama-, que puedan darle algo de humanidad a la política, mal pero que muy mal vamos.

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