domingo, 15 de noviembre de 2015

"Dios mío, qué hemos hecho...

... para que nos odien tanto". Grabada para la historia y pronunciada por un neoyorquino anónimo aquel aciago 11 de Septiembre de 2001, esta frase ha sido el primer recuerdo que he rescatado de la memoria ante la violencia de los atentados de París.

Sucesos tan trágicos como este vienen a poner en evidencia una vez más que, a pesar de miles de años de civilización, solo un animal como el ser humano es capaz de tales actos de bestialidad. Es impensable en cualquier otra especie semejantes desatinos más allá del mero instinto de supervivencia.

Una raza en el que la intransigencia, la incapacidad, la inadaptación, la falta de respeto, una pérdida de valores generalizada y la delirante vehemencia religiosa de otros, da lugar a actos de una cobardía infinita como el perpetrado en París sobre la vida de ciudadanos inocentes.

Lamentablemente también, es más que seguro que durante estos días, no dejemos de oír de los principales responsables de la política europea frases grandilocuentes y otras convocatorias en pos de la paz y el orden. Pero, del mismo modo que en otras ocasiones y aún con el firme deseo de equivocarme en el pronóstico, a buen seguro, todo quedará solo en eso. A lo más una vuelta de tuerca a ese estado pseudo-policial al que la ineptitud de los políticos parece abocarnos tal como ha venido presagiando buena parte de la literatura de otros tantos autores que llevan advirtiéndonos desde hace décadas de la “deshumanización” de nuestra propia especie.

Desde el principio de los tiempos, la miseria y los desequilibrios sociales han sido de los principales caldos de cultivo que han dado pie a la barbarie. En los últimos tiempos el saqueo continuo de los recursos del planeta a manos de grandes compañías transnacionales, con el beneplácito tanto de los gobiernos de sus países de origen como comprando voluntades en otros, en una sociedad mediática donde los medios de comunicación ponen al alcance de todos todo lo que ocurre, se han ido radicalizando las posiciones de los más desfavorecidos, principales damnificados del proceso. Un escenario que se viene repitiendo una y otra vez en Oriente Medio desde la caída del Imperio Otomano en la 1ª. Guerra Mundial.

De la recuperación de prácticas religiosas que se tomaban por minoritarias, como el chiismo y, en especial, el salafismo que beben de determinadas interpretaciones del Islam menos comunes, han hecho su modus vivendi numerosos grupos que ven en la cultura occidental el origen de sus desdichas. Si bien estas puedan ser achacables en parte a esa desmesura, no es menos cierto que otra buena parte de esa responsabilidad recae en la debilidad de un modelo de sociedad aletargado en el tiempo consecuencia de una rigurosa influencia religiosa y al ominoso poder  de sucesivos gobiernos, de carácter casi feudal algunos, que mientras se enriquecen a costa de esos mismos recursos en correcta sintonía con las grandes potencias de occidente mantienen doblegado al pueblo.

La evidente incapacidad de la clase política europea para hacer frente a un enemigo de las características del Estado Islámico que ha puesto en marcha toda una milicia de descerebrados dispuestos a llevar la muerte  allá donde sea, como si del castigo de los impíos se tratase, su persistente negligencia en cuanto al abastecimiento de las mismas a través del mercado internacional de armas y su pertinaz indolencia ante las fuentes de financiación de ese mismo ejército de las tinieblas no solo con el saqueo si no con el contrabando de petróleo y las donaciones procedentes de grandes capitales de la zona, está dando lugar a que la inseguridad se vaya adueñando cada vez de manera más pertinente de nuestras vidas.

No es solo el Estado islámico, en esta especial interpretación de la Sharia, la Ley Islámica, el único instigador de todo tipo de atrocidades. Conflictos enquistados en el tiempo, como el problema Palestino o los casos de Afganistán, Iraq, Libia, el Sahel –en el África sahariana-, entre otros, forman parte también de ese vivero de  yihadistas que han convertido este en el primer problema de seguridad a escala mundial.

La solución a éste problema resulta hoy por hoy extremadamente compleja, al no haberse intervenido en su día sobre la raíz del mismo incluso a pesar de las continuas advertencias vertidas sobre ello. El deplorable estado social de todas esas regiones del mundo donde se nutren estas alimañas, incluso la persistente crisis económica europea que ha aumentado los desequilibrios entre sus propios conciudadanos  hasta cotas insospechadas desde hace décadas, sirven de chivo expiatorio y justificación de algo tan injustificable como el asesinato a sangre fría de otras personas.

La religión ha vuelto a convertirse en vehículo conductor de la tragedia. Una enrevesada interpretación del Corán, más concretamente ahora en su corriente salafista que devuelve a sus fieles a tiempos remotos, ha cegado y seducido las mentes de millares y millares de personas, encauzándolas en pos de la eliminación y el castigo de todo aquello que considera su antagonismo, por cuanto entiende que afrenta y arruina su vida, su entorno y sus virtudes.

La combinación de todos estos factores: religión, deterioro social, opresión, etc. y las particularidades de los combatientes, muchos de ellos, ciudadanos perfectamente integrados en las sociedades europeas –los atentados de Londres fueron perpetrados por ingleses y los terroristas de París, según los testigos, tampoco tenían acento extranjero en algunos casos -, dan lugar a un cóctel explosivo de consecuencias  impredecibles y promueven un escenario de esta llamada guerra del terror tan amplio que no contempla los parámetros clásicos de los conflictos armados.

Por eso se hace necesaria la búsqueda de otras respuestas para poder afrontar el problema con decisión y darle solución al mismo. A pesar de ello y vista la capacidad operativa actual del ejército del EI, una de estas soluciones pasa también por una intervención militar de manera decidida sobre el terreno en aquellas zonas en conflicto. Pero no a la ligera ya que la experiencia en casos como el de Iraq o Libia debe servir de experiencia. Ambos países, controlados durante décadas por feroces dictaduras militares, se han convertido en auténticos nidos de terroristas tras la calamitosa invasión militar de las potencias occidentales sin haber previsto, en la medida oportuna y previo acuerdo con las fuerzas opositoras el devenir de los mismos después del derrocamiento de sus antiguos sátrapas.

Se hace necesaria también desde este mismo punto de vista la colaboración estrecha de todas las fuerzas de seguridad y servicios de inteligencia de todos los países democráticos a la búsqueda de cédulas terroristas  e individuos que abducidos por esas creencias religiosas sean capaces de cometer semejantes atrocidades. Dotándolas de los medios suficientes y evitando así caer en una merma de la perdida de los derechos y libertades del resto en contrapartida a ello que es, a la fin y a la postre, lo que nos diferencia de los mismos.

Y sí cabe, lo más importante. No se puede seguir permitiendo que los recursos naturales de todos estos pueblos y, por lo general, de todos los países de este alicaído planeta, sean explotados de manera tan vil y manteniendo a tal efecto las sociedades que los conforman en el subdesarrollo, en pos del máximo beneficio de quienes los saquean sin ningún tipo de miramiento.

El progreso, la prosperidad,  el florecimiento de la sociedad no puede ser el de unos pocos si no el del conjunto que la conforman. Pero me temo que, el futuro que se nos presenta, es mucho más oscuro que todo eso. Que, como decíamos al principio, la probada incapacidad de los responsables de la política actual a todos estos respectos, no nos inspiran al optimismo. Todo lo contrario, cada vez más muros se levantan a nuestro alrededor y, quien sabe, si un nuevo muro de Berlín, esta vez en todo el contorno europeo, de nuestras ciudades y de nuestros pueblos, acabará formando parte de nuestro destino.


7 comentarios:

  1. Para mí este atentado es perpetrado por los mercenarios de las élites que gobiernan el mundo. Una cortina de humo sangrienta para que no se hable del cambio climático ahora que hay la conferencia sobre el clima.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hombre, Lorenzo, no digo yo que dichas élites no sean capaces de atrocidades de cualquier tipo pero, francamente, no creo que sea este el caso. Los yihadistas ya creen tener razones suficientes, desde su propio imaginario, para cometer actos como estos.

      Eliminar
    2. ¿Quién sale ganando con este atentado? Por lo pronto nos dicen que van a reforzar el estado policial dentro de Europa y que cerrarán aún más las fronteras. Medidas impopulares, un buen atentado y pasan. Es la doctrina del Shock a rajatabla.

      Eliminar
  2. Si es cierto , no hay palabras para calificar ESTO . también es cierto que en estos días , como ya ha pasado en otras ocasiones , se hablara y se repetirá muchísimo lo mismo miles de veces , pero seria bueno que tantos y tantos de esos que tanto hablan , hablaran también de donde sale TANTISIMO dinero para poner en marcha esa grandísima maquinaria no so lo de personas que visten y comen todos los días , también de armas , combustibles , comunicaciones y un sin fin de cosas que les son necesarias para actuar como lo hacen .

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sin duda y aunque la financiación del EI y otro tipo de organizaciones ya es conocida por buena parte de la gente -incluso ayer mismo se hablaba del tema en tv-, es obvio que ante este tipo de intereses cruzados nada van a decir de esto los responsables políticos de la UE.

      Eliminar
  3. Lo primero que pensé, en frío ya, fue que este atentado busca crear aún más rechazo en la comunidad europea hacia los inmigrantes sirios. Lo cierto es que encontrarnos con un "pasaporte sirio falso" en la escena de uno de los atentados parece apuntar en esa dirección. Y claro, la derecha francesa, con la señora Le Pen, poco tardó en decir que había que cerrar fronteras. Si los inmigrantes sirios son expulsados de vuelta a la zona en conflicto, eso es alimentar la maquinaria yihaddista con nuevos combatientes forzosos -o que no tienen otra alternativa-. Obligar a los rechazados a buscar cobijo en los brazos de ISIS.

    Ahora es el momento de unir fuerzas entre todos, pero entre los ciudadanos, no entre cargos políticos que nos han llevado a esta situación y ahora harán lo posible por quedar bien y reforzar sus candidaturas con una dosis de derechismo y exhibición de poder militar.

    Desde que vi la serie Utopía ya no me creo nada. Solo sé que murieron decenas de inocentes por guerras cuyos bandos no están claros, por no decir por estupideces. Al fin y al cabo, occidente compra el petróleo de los terroristas... y les vende armas. ¿En qué quedamos?

    Basta ya.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, si que es cierto que ese podría ser uno de los objetivos del EI y que, incluso, les vendria bien a determinados intereses, como el caso de la Sra. Le Pen. Pero al margen del cómo y el cuando lo que resulta evidente es que la comunidad occidental tiene un gravísimo problema generado em buena parte por ella misma y, al menos, en lo que se refiere a los actuales responsables políticos de la UE ni parece que sean tan lelos como para no darse cuenta de ello ni se les ve un interés decidido por resolverlo.

      Eliminar