Parece que todo el mundo está de acuerdo en que si queremos reflotar este país –más bien echarlo a rodar de una puñetera vez-, hay que hacer de la educación un baluarte del mismo. Trabajo queda por delante, si tenemos en cuenta que estamos tradicionalmente por debajo de la media de lo que se gastan en ella nuestros homólogos en la Unión Europea...
Amanece Metrópolis: El curso escolar o cómo esperar en Babia
Vamos a ver , yo no me considero ni conservador , ni liberal, ni progresista , ni ninguna de esas etiquetas , simplemente me considero un ciudadano sin mas, con mis defectos y mis virtudes , que supongo que tendré; dicho esto considero que en el caso de España lo de las autonomías fue un invento MAS de la llamada " transición " o sea algo parecido a aquello de " café para todos " , las Autonomías bajo mi punto de vista , son CARAS e ineficientes , entre otras muchas cosas hacen diferentes a los ciudadanos de este pais a la hora de pagar impuestos , de recibir la sanidad publica , de la enseñanza publica etc etc, depende de donde vivas tienes mejores o peores cosas. Además siempre he dicho que comparar en muchas cosas a España con cualquier otro pais de nuestro entorno , no es justo porque en este pais han ocurrido cosas que no han pasado en otro sitio : sin alejarnos demasiado en el tiempo , en España ha habido un golpe de Estado militar , una guerra civil , cuarenta años de dictadura y una " transición " muy su generis , por tanto muchas cosas , especialmente la sanidad publica , la enseñanza publica , la política en general y la vida social son directamente consecuencia de todos estos acontecimientos , al menos esa es mi opinión . Un cordial saludo
ResponderEliminarGracias por su comentario.
EliminarEn estos casos suelo decir aquello de que «la discrepancia enriquece», que no se si me lo he inventado yo o lo he leído en alguna parte pero queda estupendamente.
Dicho esto, entiendo que cada país tiene su propia historia y con ello su propia idiosincrasia. Es cierto España es un país que viene de una dictadura militar de 4 décadas y cuya larga sombra no desapareció en la Transición y todavía, 40 años más tarde de aquello, no nos la acabamos de quitar de encima del todo.
Pero al margen de ello el concepto de federalismo, que no tiene nada que ver con ser de derechas o de izquierdas aunque por desgracia en España se haga un tótum revolútum con ello, es una cuestión de criterios. A mi modesto modo de ver entiendo la gobernanza por proximidad –quizá de ahí mi carácter claramente municipalista-, ya que no creo que un vasco o un gallego tenga empatía alguna con un andaluz, un manchego o un extremeño como es mi caso.
Por otra parte, es cierto que difícilmente un estado autonómico tan joven y desordenado como el nuestro pueda facilitar el equiparamiento de unas regiones a otras. Pero, del mismo modo entiendo que lo que debería buscarse es un cierto equilibrio, que esas distancias no se incrementen y que para ello la solidaridad entre los pueblos –algo tan difícil hoy en día-, fuera el mejor bastión para ello.
Pero, del mismo modo, asumo que debemos admitir que no es comparable la situación de, por ejemplo, una región como Cataluña con todas sus características históricas y sus capacidades industriales desde tiempo inmemorial con el caso de la mía, Extremadura, una región que ha estado tradicionalmente abrumada por el más rancio caciquismo de terratenientes latifundistas.
Supongo que la habrá visto pero siempre recomiendo el visionado de la película “Los Santos Inocentes” de Mario Camus, porque da una imagen muy ajustada a la realidad de Extremadura, hasta prácticamente la caída de la dictadura.
A partir de aquí entraríamos en una disertación casi filosófica de qué entendemos cada persona sobre cuál es el concepto de felicidad. Creo que partiendo de unos mínimos que garanticen una vida digna para todos, a partir de ahí, en mi caso particular claro está, yo no envidio la renta per cápita de un catalán o un vasco.
Yo no quiero un AVE como el de Madrid-Barcelona para la línea Madrid-Badajoz, porque sencillamente no nos hace falta, además de resultar ruinoso e inasequible. Quiero un tren digno que me ponga en Madrid en poco más de tres horas a un precio que podamos pagarlo todos y no que tarde 6 horas en recorrer 400 km como ahora de manera tercermundista.
Y quiero unos servicios públicos igualmente dignos y acordes a nuestras necesidades. No quiero megalíticos Palacios de Congresos –los tenemos a tutiplén-, sin congresos, ni autopistas a ninguna parte, que también y menos aún un aeropuerto en cada capital. Quiero una sanidad mucho mejor, mejores escuelas, unos recursos naturales que favorezcan el medio ambiente, el cuidado, mejora y reivindicación de nuestros monumentos, aun por conocer para muchos extremeños y así un largo etcétera de cosas.
Y creo que, para hacer todo eso, es necesario el compromiso de las autoridades locales y no esperar que alguien del otro lado, a muchos kilómetros de distancia tenga la sensibilidad suficiente para reconocer las necesidades de nuestra tierra.
En fin y corto ya, porque de este tema podríamos estar horas hablando y bueno, tampoco es el caso.
Un saludo y le reitero las gracias por las aportaciones en sus comentarios.