"La velocidad de la economía es hoy
la del relámpago, mientras que la velocidad de la política es la
del caracol” dice Ignacio
Ramonet
quien en un magnífico artículo “El
nuevo sistema-mundo”
en Le Monde Diplomatique hacía un recorrido bastante explícito
sobre la dimensión de los problemas de la sociedad actual. En
definitiva Ramonet propone, como no puede ser de otra manera, que la
economía vuelva a estar a supeditada a la política. Es decir que el
dinero vuelva a ser un medio y deje de ser el fin en que se ha
convertido en el transcurso de las últimas décadas. Y termina
diciendo. “El
péndulo había ido demasiado lejos en la dirección neoliberal y
ahora prodría ir en la dirección contraria. Ya no es tabú hablar
de proteccionismo para limitar los excesos del libre comercio, y
poner fin a las deslocalizaciones y a la desindustrialización de los
Estados desarrollados. Ha llegado la hora de reinventar la política
y de reencantar el mundo.”
La
caída del Muro de Berlín no representó el fin de las ideologías,
tal como se ha venido pretendiendo decir desde la citada derecha
mediática. Todo lo contrario, ha sido la excusa para que la
ultraortodoxia
liberal
haya impuesto sus posiciones hasta límites que hubieran parecido
imposibles solo unos años antes. De hecho es desde el propio Estado
donde se están satisfaciendo, en otra clara muestra de dogmatismo
ideológico, las pérdidas e incluso las mermas en los beneficios del
poder financiero a costa del sacrificio del pueblo, como remedio a la
salida de una crisis provocada, precisamente, por ese deseo
irrefrenable de acumulación de riqueza por parte de esa misma clase
dominante. Hace solo unas horas, la propia Angela Merkel, erigida en
la máxima expresión de ese dogma, ha afirmado rotundamente que aún
le quedan no menos de 5 años
a la ciudadanía europea para la salida de esta crisis, colocando una
vez más y en un gesto de crueldad casi infinita, “la austeridad”
como su principal panacea aunque, en primer lugar y con mayor dureza,
donde más fuerte golpee esta sea a las clases medias y bajas del
arco social.
El
famoso economista británico John
Maynard Keynes
expuso en la Conferencia de Versalles de 1919, que sanciones como
las que pretendían imponerse a Alemania tras su derrota en la 1ª.
Guerra Mundial resultaban imposibles de satisfacer y que, además,
sumirían en una trágica depresión al país germano. Del mismo modo
vaticinó que dichas medidas desencadenarían un tremendo
resentimiento negativo contra los ganadores que podría acabar
trayendo graves repercusiones en el futuro. Keynes, que abandonó la
conferencia disconforme con lo acordado, no se equivocó y tanto es
así que, hoy casi un siglo después de aquello se estudia en los
libros de historia como dos de las principales causas de la 2ª.
Guerra Mundial, el Tratado de Versalles y la Gran Depresión de 1929.
Como trágica anécdota de esto valga recordar que Hitler obligó a
firmar la rendición de Francia en el mismo vagón que tuvo que
firmar Alemania la suya dos décadas atrás. Hoy, resulta
significativo que un gobernante alemán, como es el caso de la Sra.
Merkel, este infligiendo tal grado de castigo a sus vecinos y con tan
dramáticos resultados como recibiera por entonces su propio pueblo.
Pero, qué tienen que hacer los
partidos de izquierda para recobrar la pujanza que tuvieron durante
tanto tiempo en las naciones europeas de larga tradición
democrática. O en el caso del PSOE, el único partido centenario de
la escena política española. Son varias las condiciones que tienen
que darse para que dichos partidos vuelvan a tener arraigo entre los
ciudadanos. De entrada, no pueden permanecer al frente de los mismos
las mismas personas que renunciaron a las ideas que se les presupone
deben inspirar a unos partidos políticos acuñados bajo la
denominación “socialista”, hasta terminar abrazando las máximas
del pensamiento liberal. De no ser así serán sus bases las que
tendrían que impulsar un cambio en tal sentido. En cualquier caso
los nuevos rectores deberían apoyarse en todo ese extraordinario
elenco de intelectuales de toda índole, historiadores, sociólogos,
economistas, etc. que cada día en la red de redes o en los pocos
medios que todavía lo permiten, plasman sus ideas con miras a
recuperar al conjunto de la sociedad no solo de la crisis que la
azota si no en relación a ese futuro tan incierto que plantea el
sostenimiento de un modelo actual que ha resultado absolutamente
fracasado. Y que, además, acierten en buena medida a transmitir
debidamente esos planteamientos a la ciudadanía.
En este mundo globalizado, aún una
mala entendida globalización, es necesaria la colaboración
internacional para provocar un cambio radical en las políticas que
se han llevado a cabo y, a pesar de la consumación de su desastrosos
resultados, se siguen dando, Es imprescindible el impulso a un nuevo
modelo de pensamiento que recupere conceptos tan denostados en la
actualidad, como solidaridad, bien común, sociedad, ciudadanía,
respeto y entre otros muchos olvidados, quizá uno de los más
importantes, el más puro, estricto y sencillo “sentido común”.
“En un tiempo de engaño
universal, decir la verdad es un acto revolucionario”
Habiendo leído ambas partes (I y II), en las que se analiza en detalle y con acierto la evolución política de los últimos años, pienso que la ciudadanía poco puede hacer al respecto y mucho menos la propia izquierda. La izquierda, relativamente hablando, es otro actor de la función y sabe que su turno ha pasado y que ahora le toca esperar al próximo.
ResponderEliminarTradicionalmente, los sectores conservadores siempre han dominado durante más tiempo, y ahora están en su pleno apogeo. Tanto es así que recuerda a la Europa de los años 30, con todos esos fascismos brotando como la espuma. Y esto es así porque interesa; han elegido a unas cuantas naciones para pisotearlas durante años y, quizá a la larga, originar una guerra para poner en marcha la industria bélica. Hay muchas tentativas al respecto y esta crisis, más que económica, es un ridículo pretexto para desatascar una situación global y orientarla hacia intereses más concretos.
Ante el envite financiero y el doble rasero de los gobiernos, ante la pasividad social y el continuo abuso, nada que tenga lugar dentro del tablero servirá para algo. O se añaden nuevas reglas o el ganador ya está decidido.
Un saludo.
No olvidemos que la guerra es otro negocio, y además, de los más lucrativos. Tiene la ventaja de arruinarlo todo, y entonces harán nuevo negocio para reconstruir sobre las ruinas. El capitalismo es así de salvaje.
ResponderEliminarQue duda cabe que, ambos, podéis tener buena dosis de razón. Y sí que es cierto que, cada vez, se parece más a la situación existente en los años 30 en todos los órdenes. Una fuerte recesión económica, tras una década de esplendor y el azote de los diferenes tipos de fascismos a lo largo y ancho del continente. Aquello acabó como acabó, por eso resulta cada vez más llamativo que, ante como se van desarrollando los hechos, los que dicen gobernar sigan empeñados en un modelo que tanta desgracia está causando al pueblo.
ResponderEliminarVeremos.
Un saludo
Personalmente me inclino más hacia un agotamiento de las tradicionales dicotomías históricas: conservadores o progresistas; izquierdas o derechas.
ResponderEliminarVeo más útil un futuro que pase por la transversalidad política y la verdadera separación de poderes.
Un cordial saludo y espero que hayas disfrutado el viaje a Londres.
Como bien sabemos los términos izquierda y derecha vienen de la situación de la nobleza y el clero a la derecha de Luis XVI y los comunes a su izquierda en la Asamblea de Francia en el SVIII. En la actualidad lo que viene a definir los dos conceptos es, en el caso de la derecha, la idea de la sociedad como la suma de los individuos que la forman mientras que para la izquierda lo será el conjunto de dichos individuos.
ResponderEliminarO lo que es lo mismo es la diferencia entre lo individual y lo colectivo. Y es el primero de los casos lo que, a mi juicio, ha deformado completamente el concepto de sociedad ya que este modo de pensar acaba derivando al egoísmo y por ende a la avaricia y la codicia que es lo que ha traido como resultado la dramátia situación actual en que nos encontramos.
Un saludos y gracias.
Nota: Lo pasamos muy bien en Londres pero el tiempo...
Muchas gracias Felipe, por tu respuesta e información. ¡No sabía exactamente de donde procedían los términos políticos de izquierda y derecha! Gracias por el inciso. Que verdad es que leer es cultura... y la cultura ya no está solo en los libros. Ahora también navega en internet a coste 0.
EliminarPero, cuidado, que he escrito un disparate y es que he obviado "una letra". Me refería al SXVIII y no al SVIII.
EliminarUn saludo
Sin saber lo que sabe Felipe, pienso que ahora no hay apenas separación entre derecha e izquierdas. La izquierda, como muy bien dice Felipe, ha caido en la trampa; tendría que cambiar mucho, muchísimo.
ResponderEliminarUn saludo
Al final vais a conseguir que me ruborice. Sí que es verdad que quise haber estudiado historia o periodismo pero por aquellos entonces en mi casa no se podía... y me he conformado con solo ser un avezado lector de la historia. Creo que es importante, tanto que sirve para entender muchos de los fenómenos que ocurren hoy en día. Y si en algún momento resulto pedante, por favor disculpadme por que, ni de lejos es esa mi intención.
EliminarCon respecto a tu comentario Juliana, es cierto que la linea que separa la derecha y la izquierda hoy en día es tan fina que es dificil ver donde esta la diferencia. Lo hemos visto estos últimos años no solo en España con el gobierno Zapatero, sino en el R.U. con Blair e incluso en la msima Grecia con Papandreu -que lo único que hizo en condiciones fueron dos cosas: intentar convocar un referendum sobre los recortes y... dimitir, aunque fuera dos minutos antes de que le echaran-.
Y lo significativo es que, según las encuestas de la UE entorno a las ideas políticas de los ciudadanos europeos, de sus resultados se desprende con claridad que la mayor parte de dicha ciudadanía -los porcentajes se mueven alrededor del 70 %-, tienen un claro matiz socialdemócrata. Luego el problema radica en los partidos políticos que se han dejado arrastrar por la deriva neoliberal y se han alejado tanto de sus bases como de su propia doctrina.
O por decirlo más llanamente, al final se van rendido o "vendido" a los ominosos poderes financieros con tal de perpetuarse en el poder político.
Un saludo.