No es motivo de este artículo hacer un recorrido
pormenorizado de la innumerable cantidad de sucesos reseñables que se han
despachado, algunos de forma sobrecogedora, en la tierra de Palestina desde el
mismo día que se arriara la bandera británica hasta hoy. Existen en esta misma red de redes infinidad
de webs con abundante documentación al respecto y todos los detalles
concernientes a las guerras que se han librado hasta la fecha entre las
comunidades árabe y hebrea, por lo que vamos a prestar especial atención, una
vez conocidas las causas desencadenantes del problema las consecuencias del mismo,
así como sus posibles alternativas.
Desde el día de la independencia israelí hasta hoy, el
balance de victimas es prácticamente incalculable ya que las acciones
violentas, por ambas partes, con mayor o
menor frecuencia e intensidad, no han dejado de producirse desde entonces. En
cualquier caso las estimaciones confirman que, conforme avanzan los años, la
diferencia entre víctimas israelíes y árabes palestinas, se inclinan de forma
absolutamente desfavorable en contra de estas últimas durante esta cruenta
partida. Ahora mismo, mientras damos forma a este artículo ya se supera el
centenar de muertos por parte palestina y apenas unos pocos por la israelí,
desde que se han reanudado las hostilidades.
A pesar de todo esto y desde que, con la guerra del Yom Kipur de 1973
-al margen de otras paralelas como las diferentes guerras del Líbano en años
posteriores-, desapareciera del conflicto el concepto de guerra convencional,
la desproporción entre las fuerzas israelíes, dotadas de una extraordinaria
potencia de fuego, al amparo de los EE.UU., y la nimia capacidad operativa de
la milicia palestina es absolutamente desigual. De ahí que al levantamiento
popular palestino contra las fuerzas de ocupación israelíes en Gaza y
Cisjordania, la intifada,
se le conozca también por “la guerra de las piedras” ya que este precario
procedimiento es el medio más utilizado comúnmente por la población palestina
para atacar y defenderse del ejército israelí.
Por su parte, el papel que ha jugado la comunidad
internacional en todo el conflicto, desde antes incluso del inicio de las
acciones violentas, ha sido deplorable. Además con el transcurso del tiempo
este se ha enquistado igualmente a pesar de las innumerables negociaciones y
acuerdos de paz habidos hasta la fecha entre todas las partes integrantes del
mismo. Desde el momento en que los actos terroristas palestinos contra la
población judía se entendieran como tales por parte de dicha comunidad de
naciones, mientras que los bombardeos indiscriminados sobre la indefensa
población civil palestina se consideren por esta misma “acciones militares”, ha
sido y es imposible, de hecho, que el problema pueda entrar en vías de
solución.
Hasta tal punto que ante esta nueva oleada de violencia
fruto, parece ser ahora, de meras cuestiones electorales de una y otra parte y
que han promovido otra brutal secuencia de acontecimientos, los referentes más
importantes de la renombrada comunidad internacional, EE.UU. y la U.E. parecen
mirar a otro lado. A pesar de que, a la vista de los hechos, no deje de
sorprender también el grado de crueldad y de locura casi infinita que esgrimen
ambas partes en litigio sin que el transcurso del tiempo pueda reducir la
tensión en esta espiral de tragedia y muerte. Y aún siendo indudable que la
gestión británica de esos territorios tras el fin de la 1ª. Guerra Mundial y
hasta 1948 en los que permanecieron bajo su administración fue
extraordinariamente nefasta por cuánto fue incapaz de permitir la cohabitación en paz de ambas
partes, peor es todavía que, después de miles y miles de víctimas y
desplazados, los organismos internacionales no hayan sabido detener la
violencia y reconducir la situación a una coexistencia pacífica de ambas comunidades.
Por otro lado resulta significativo el cariz religioso que,
desde la parte árabe-palestina, ha ido tomando el problema, conforme el salafismo y el chiismo, dos de las ramas más
extremas del islam han ido cobrando mayor protagonismo en todo Oriente Medio.
Una vez más, como haya ocurrido desde la profundidad de los tiempos, la
exacerbación del motivo religioso lejos de ejercer un clima de moderación que
permita un acercamiento y una negociación serena entre las partes en conflicto,
lo que termina provocando es aún mayores dosis de violencia fruto de la
vehemencia extrema de una radical interpretación de sus creencias.
En la parte judía, sin duda causa sorpresa que, de la misma
manera que el pueblo judío haya sufrido diversas persecuciones a lo largo de las
diferentes épocas, como su expulsión de la península ibérica por parte de
los Reyes Católicos o su holocausto, durante la 2ª. Guerra Mundial por parte de
la Alemania Nazi, en la denominada Solución Final, esté
promoviendo ahora una auténtica masacre sobre el pueblo árabe-palestino que ha
costado ya la vida a decenas de miles de inocentes.
A evitar todo esto, más bien si cabe todo lo contrario, no
ha contribuido la actitud de los diferentes actores internacionales, mediadores
en el conflicto. Las numerosas Resoluciones
dictadas por Naciones Unidas en relación al mismo, la mayor parte de ellas
condenatorias contra Israel sin que hayan tenido resultado alguno, es una buena
prueba de la candidez de la institución y su falta de eficiencia. Del mismo
modo ocurre con la evidente disponibilidad demostrada por el estado israelí
para fabricar y almacenar armamento
nuclear, al margen de todos los acuerdos, lo que es obviado en la escena
internacional mientras que, por otra parte, se exhorta e incluso amenaza a otros
países por este mismo motivo, lo que viene a significar más al Estado de Israel
como si gozara de impunidad total para actuar como lo venga en gana.
En definitiva la solución a tan crítico problema pasa por
una conjunción de diferentes factores de difícil entendimiento para las facciones
en conflicto. Por una parte es necesaria una clara, evidente y manifiesta
voluntad popular –aunque se empiezan a dar voces en este sentido el sentimiento
parece ser todavía minoritario-, para imponer una paz definitiva por encima de
la manifiesta voluntad política existente en ambos bandos de enroscarse de
forma continua en el conflicto. Por otra es preciso erradicar motivaciones de
índole religiosa para encauzar la situación, desvinculándolas completamente de
lo que es un problema de índole nacionalista.
Por último, se hace indispensable el reconocimiento de un
estado palestino con unas fronteras claramente delimitadas que, aún el arraigo
existente en cada una de las partes, sea asumido definitivamente por los
contendientes. Y que cuente con el respaldo claro y definitivo de la comunidad
de naciones, así como todo su apoyo para construir un estado que, aún desde el respeto
a sus usos y costumbres, goce de un suficiente, sostenido y sostenible
desarrollo económico. El pueblo hebreo es cierto que ha llegado a convertir el
desierto en un vergel pero no es menos
cierto que de no haber contado con el inestimable apoyo de los poderosísimos
lobbies judíos norteamericanos, difícilmente, podría haber alcanzado tal nivel
de desarrollo. Del mismo modo, es inadmisible que la población árabe, haya quedado
relegada a la miseria después de haber sido expoliada y despropiada de sus
tierras y sus hogares, a lo largo del último siglo. Ello ha generado una
vorágine de rabia que, aliñada con una componente religiosa altamente
coercitiva, ha calado hasta sus genes, máxime cuando no ha conocido en mucho
tiempo otra cosa que la miseria, el odio y la violencia.
"A pesar del
éxito del proyecto sionista el año 1948, al ocupar la tierra y ahuyentar a la
mayoría del pueblo palestino, por la fuerza de las armas y cometiendo grandes y
pequeñas matanzas, cambiando los rasgos naturales y demográficos de la tierra,
destruyendo 417 aldeas para demostrar que nosotros no habíamos estado nunca
aquí ni habíamos existido, que no tenemos presente ni pasado, ni memoria... A
pesar de ello, la verdad palestina sigue viva en la búsqueda por los árabes de
su identidad y de su existencia en la historia. Sigue viva en el empeño de los
pueblos subyugados en liberarse. Y esto es así gracias a nuestra firmeza
corporal y cultural, a la conservación de nuestra memoria colectiva y nuestra
dimensión árabe y humana". Mamad Darwix
La solución, lo sabemos todos, pasa por reconocer el estado de Palestina. Pero a los sionistas no les interesa eso, quieren para ellos todo el territorio. Y cuentan con el factor tiempo, que juega en su apoyo.
ResponderEliminarEl problema viene, una vez más, a la supeditación de la política al poder económico y financiero. Es obvio que la capacidad de presión de los lobbies judíos está por encima de la clase política y esto está haciendo que un problema, ya de por si dificil, se este alargando sine die a pesar de las dramáticas consecuencias que conlleva.
EliminarEn esto, no parece que la civilización haya avanzado mucho. Como tu mismo apostillas muchas veces, la vida de los seres humanos queda relegada tras las oscuras tramas del poder.
Un saludo.
Desde luego, nosotros solo somos fichas, peones en el tablero. Y ni eso, nuestra vida no vale nada. Si les interesa nos suprimen, y punto.
EliminarDesde luego. Nunca alcanzaran mis entendederas a comprender cuando les oigo a hablar o la forma en que actuan, qué puede pasar por esas cabezas para tratar así a las personas.
EliminarSaludos.
Voy a lanzar un pensamiento anti-judío. No tengo nada contra los judíos como raza, por lo que mi pregunta es una mera hipótesis: ¿y si lo que está pasando es una venganza del pueblo judío por lo que hizo la humanidad en el pasado contra ellos?
EliminarUn análisis muy bien estructurado que apunta a cuestiones muy importantes. Pienso que en este conflicto se mezclan muchos intereses cruzados, desde los religiosos a los económicos. Israel goza de la protección de EEUU, por así decir, y eso le permite actuar impunemente haciendo cosas que el pueblo judío sufrió en sus propias carnes no hace mucho. No sé si se trata de una venganza, de puro rencor, pero de entre todos los pueblos, me choca que el judío se escore tan peligrosamente a una actitud prácticamente nazi.
ResponderEliminarA tenor de lo visto, no es de extrañar que los habitantes de Palestina se vean presionados al límite, lo que los empuja a los brazos de la religión y de esos líderes radicales que abundan en tiempos de conflicto.
La humanidad tiene que aprender todavía muchas cosas, porque este no es el camino, pero parece que no sabemos hacerlo de otra manera...
Un saludo.
Creo que los judíos aplican a rajatabla lo del ojo por ojo, la ley del Talión.
EliminarTenemos que cambiar de mentalidad. Sobre todo tienen que cambiar la mentalidad de los dirigentes políticos. ¿Cuánto tiempo piensan seguir así? Acepto que hay mucho odio, aunque no en todos los civiles judíos y palestinos, que han creado actividades conjuntas, para demostrar que pueden vivir en paz.
ResponderEliminarUn saludo
Un cóctel explosivo, en definitiva, en el que se juntan tantos y tan longevos factores que resulta dificil de desenmarañar.
ResponderEliminarTodos vuestros comentarios son perfectamente válidos y todos, sin duda, tenéis buena parte de razón en cuanto apuntáis.
Por resumir, estamos ante un problema que precisa de la voluntad política, popular, aportación internacional y, sobre todo, buena dosis de cordura para solucionar definitivamente el mismo.
¿Cuando? Me temo que, ante los intereses creados, el odio acumulado y esa misma falta de cordura, aún tendremos episodios trágicos para rato.
Gracias y un saludo a todos.
simplemente a alguien que manda y mucho no le interesa resolver ese conflicto, mantenerlo en el tiempo, parece ser negocio... al fin y al cabo que más dá unas cuantas muertes más y destrozar más un lugar ya destrozado...
ResponderEliminarAsí son los humanos, perdón, así somos aunque me niege a incluirme soy al fin y al cabo tristemente
humana...
Pero no tiene por que ser así Mar. Somos humanos y aunque hay muchos seres humanos de una crueldad casi infinita, otros muchos se han caracterizado por todo lo contrario y, sin ánimo de destacar, hay otros muchos, muchísimos que intentamos en la medida de lo posible hacerlo lo mejor que podemos. Y somos la inmensa mayoría, lástima que sean unos pocos los que, dotados de tanto poder, puedan causar tanto perjuicio a tantos y tantos otros.
EliminarUn saludo.