jueves, 16 de junio de 2011

15M: Hay que organizarse mejor, mucho mejor.

El que el Movimiento 15M haya resultado más molesto de lo que en un principio podrían prever los máximos responsables políticos es evidente ya que si la sorpresa ha sido mayúscula para los primeros con más motivo habrá de serlo para los segundos. Si a esto añadimos que, según las encuestas, dos de cada tres españoles simpatiza o esta “bastante” de acuerdo con los postulados generales del Movimiento aún resultará más espinoso para los mismos y tanto será así que, de la noche a la mañana, José Bono ha propuesto nuevas normas para mejorar la transparencia sobre los ingresos de los señores parlamentarios, y evitar así la sensación generalizada de que los políticos gozan de numerosos privilegios en el ejercicio de su profesión y aún más allá de esta. ¿Pero realmente se toma en cuenta a esos dos tercios de ciudadanos? ¿Es creíble la sinceridad y honestidad de esta propuesta por parte del Presidente del Congreso? ¿Realmente se llevará a efecto o se acabará diluyendo hasta quedar olvidada en el tiempo? ¿Serán capaces estos mismos políticos de asumir sus responsabilidades y colocarse ahora en el mismo plano que el resto de los mortales?

Pero todas estas dudas, no pueden ser excusa para que los componentes del 15M permitan, aunque solo sea por error u omisión, que determinados grupos violentos –conocidos ya por la policía y que acuden “a liarla” en las celebraciones deportivas, las fiestas de barrio  y en cualquier otra ocasión propicia para ello-, se mezclen con los mismos con las peores intenciones. El movimiento 15M tiene que aprovechar esas simpatías recabadas entre la mayor parte de los ciudadanos para, desde la más estricta legalidad, expresar sus reivindicaciones por todas las vías que el actual orden constitucional permite. Pero ello no ha ser óbice también ante…
la demostrada ineptitud de la clase política dominante para acometer con seriedad los verdaderos problemas de los ciudadanos,
su distanciamiento a la ciudadanía (el Presidente del Gobierno no sabe cuánto vale un café o el Consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid y su Grupo Parlamentario desconocen la existencia del Metrobus, del que se venden millones y millones de unidades cada año,
la práctica común del pluriempleo ocupando concejalías, diputaciones, escaños en el Senado…,
la persistencia de sueldos vitalicios, en determinados casos, además de compaginar los mismos con actividades que les permiten generosos ingresos en la empresa privada,
la presentación a procesos electorales a pesar de estar imputados en causas judiciales,
su continua negativa a una reforma electoral que permita que cada escaño “cueste” lo mismo a cualquier formación política en las mismas condiciones,
la lamentable praxis de los enfrentamientos parlamentarios, día sí y otro también,
los continuos recortes sociales, en beneficio de las clases dominantes y en claro perjuicio de la mayor parte de la población
o ante, en definitiva, su ineptitud manifiesta por no advertir, prever y resolver la mayor crisis política, social y económica desde la Gran Depresión de los 30, podamos creer que solo sentados en un parque podrán los ciudadanos mostrar su indignación a quienes, por vía democrática y libremente, han sido elegidos para dirigir con la máxima responsabilidad y eficiencia los destinos del pueblo.  

Sin embargo y a pesar de su legitimación más que probada es preciso, ineludible y urgente que, aunque no les guste, el Movimiento 15M se organice de forma más jerárquica y se ponga cara a una serie de personas que asuman la responsabilidad de encabezar el mismo y cuenten con la experiencia suficiente para ser respetados, evitando así  su uso y abuso por grupos ajenos o personas que con su conducta puedan causarles más perjuicios que beneficios. El Movimiento ha de ser consciente que la poderosa industria mediática que tiene en su contra utilizará sus errores, por muy lejos que estén de sus intenciones y por mínimos que puedan parecer  –de hecho lo lleva haciendo desde el día 15 de Mayo con la vehemencia que le caracteriza-, para influir en los ciudadanos en contra del mismo y a favor de unos intereses muy determinados.  Por último, sería bueno también que personas relevantes del mundo de la cultura, las ciencias, las artes, etc. dieran su apoyo de una forma pública y notable a todo ese magnífico caudal de buenas intenciones y antes que el agotamiento propio o las malas argucias de otros causen mella en el mismo.

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