martes, 14 de junio de 2011

Barça-Madrid: X (22.11.10)

La disparatada situación a la que ha llegado la 1ª. División de la liga de fútbol española en la que, artificiosamente, se ha promovido la bipolarización de la misma en favor del R. Madrid y el F.C. Barcelona está acentuando los perjuicios del resto de los equipos participantes y de sus consiguientes aficiones. Al margen de “dimes y diretes” es evidente que cada vez se repetirá con más asiduidad el que los rivales de ambos acabarán apostando por alineaciones repletas de suplentes para enfrentarse a los mismos, vista la imposibilidad real de lograr algo positivo y pensando en compromisos posteriores de más importancia para ellos. Habría que remontarse casi veinte años atrás para esperar campeonatos mucho más equilibrados y competitivos donde varios equipos afrontaban con posibilidades la competición liguera. ¿Cómo se llega a esta situación? En primer lugar la política federativa ha estado siempre del lado de estos dos clubs dado, es de suponer, el peso de sus enormes aficiones. Es el caso de la Ley de Sociedades Anónimas para convertir los clubs en empresas con los mismos derechos y obligaciones de cualquier otra, que se diseño de tal manera que quedaran exentos tanto Madrid como Barça –aunque casualmente se colara alguno más-, lo que les ha permitido seguir cometiendo todo tipo de tropelías financieras y fiscales, muy por encima de las SAD, gozando de absoluta impunidad ante las administraciones públicas. Si a esto añadimos, el singular reparto de la tarta televisiva –España es el único país de las grandes ligas en que las televisiones negocian de forma individual con cada club-, donde la mayor parte del dinero va a parar a los dos grandes quedando para el resto las migajas, cercenando así las opciones de estos últimos de contar en sus filas mejores jugadores y ensanchando cada vez más las diferencias entre unos y otros. Y todo esto sin contar el claro favoritismo que, en el aspecto reglamentario y deportivo cuentan ambos equipos en detrimento del resto. Hace muchos años ya que el fútbol, a ese nivel, dejó de ser un deporte, después se convirtió en un espectáculo, para quedar hoy convertido en un negocio puro y duro en el que la fuerza del capital, una vez más, se ha acabado imponiendo al sueño de las almas.

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