Por fin son cada vez más las voces dando cuenta de las razones reales que han llevado al mundo a la caótica situación actual. Y que además alertan, con certezas incuestionables, que de no corregir nuestro “modus vivendi” esta irá a peor para la mayor parte de la población al acaparar casi toda la riqueza del planeta solo un mínimo porcentaje de la misma. El que la actual crisis económica sea consecuencia de otra crisis muy por encima de esta, resultado de la pérdida de toda clase de valores en beneficio del egoísmo, la avaricia y la codicia que habría sentado sus bases varios lustros atrás, es una realidad tal que ya difícilmente pueden ocultar las todopoderosas corporaciones industriales y financieras, a la vez grandes beneficiados de este desorden mundial, aún con la complicidad de millones y millones de personas presas de una gigantesca manipulación mediática. Quien, a estas alturas del metraje, siga considerando que sus males vienen solo de la actuación de unos cuantos políticos de baja ralea y otros tantos banqueros avariciosos no estará haciendo más que acrecentar aún más el problema, añadiendo además pésimas perspectivas futuras. Son ya numerosas las lecturas y foros de debate que, al respecto exigen, sobretodo de los jóvenes, la movilización pacífica para devolver la cordura a esta sociedad que tanto lucho por lograr el Estado del Bienestar y ahora, con tanto ahínco, fruto de terciados intereses, se empeña en destruir.
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