jueves, 21 de julio de 2011

Yo no voy a hablar de Camps

En España más de 100 imputados se presentaron a las elecciones municipales y autonómicas del pasado mes de Mayo. De ellos el 50 % lo hacían por el PP, el 25 % por el PSOE y el resto repartido entre la mayor parte del arco parlamentario. El que sean mayoría del PP tampoco reviste mayor trascendencia ya que, como hemos argumentado en otras entradas de este blog, esto es intrínseco al concepto neoliberal tan arraigado en la actualidad en grandes parcelas de la sociedad, por lo que puede ser soportado (que no necesariamente compartido), de mucha mejor manera entre sus electores. Lo más significativo de todo esto es comprobar cómo realmente no tienen escrúpulos para con los ciudadanos los principales partidos políticos, capaces de presentar a un proceso electoral a toda una serie de presuntos corruptos con opciones de gobernar y sin ningún tipo de recato.

Mario Draghi, gobernador del Banco de Italia, sustituirá a Jean Claude Trichet al frente del BCE el próximo mes de Noviembre. Casualmente Draghi era Vicepresidente del banco de inversiones estadounidense Goldman Sachs, cuando este colaboró con el, por aquel entonces, gobierno conservador griego para maquillar las cuentas del estado, destapadas hace un año y medio por el gobierno de Papandreu y sacando a la luz una deuda muy superior a la que se había manifestado oficialmente.

El ex Director Gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, víctima de sus excesos como es de sobra sabido y aunque quizás las últimas revelaciones ante la justicia neoyorquina sobre su caso den un giro importante al mismo, no es menos cierto que se ha caracterizado por una vida ciertamente licenciosa para las responsabilidades que le competen. Sustituido por la también francesa Christine Lagarde, esta tiene pendiente un juicio por tráfico de influencias en su país. Para evitarse mayores disgustos se ha subido un 10 % su nuevo sueldo, con respecto al de su antecesor que, con los complementos, superará el medio millón de dólares anuales, además de todos los privilegios que el cargo conlleva.

Volviendo a España es común entre los políticos de los diferentes partidos enjuiciar con la mayor  virulencia e inmediatez a los adversarios cuando la sombra de la corrupción se cierne sobre ellos, exigiendo la flagelación inmediata de los mismos. Sin embargo cuando al sospechoso lo tenemos en nuestra propia casa, no se duda en anteponer la presunción de inocencia por encima de cualquier otra consideración, acusando entonces al vecino de organizar un complot, conspiración u oscura trama contra el acusado. Aunque para ello haya que poner en tela de juicio, si es preciso, a la judicatura y a las fuerzas de seguridad del estado.

Y, por último, una vez más: los mercados. “Hay que refundar el capitalismo, acabaremos con los paraísos fiscales…”. Bla, bla, bla, con toda esa retórica intentaron convencernos el G7, 8 o 20 en los primeros momentos de la crisis financiera. Hoy, tres años después de estas afirmaciones no solos las entidades y corporaciones financieras que forman los mercados no han perdido fuelle sino que, por el contrario, se han hecho mucho más fuertes.

¿Pero, realmente, este es el mundo que queremos? Hay que cambiar y merece la pena intentarlo.

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