miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ahondar en la miseria

Si echamos la vista atrás, durante las dos últimas décadas años de gobernanza alterna del conglomerado PPSOE (PP+PSOE), y repasamos ahora las medidas que se dicen estar tomando para salir de la crisis, veremos que se están repitiendo una vez más los mismos argumentos que han llevado no solo a España sino a toda la comunidad internacional a la situación actual.

Siguiendo a pies juntillas las doctrinas de personajes como Milton Friedman, Nobel de Economía en 1972 uno de los padres y el principal baluarte del neoliberalismo que entendía que el estado era un elemento perjudicial para el desarrollo económico de la sociedad por cuánto sus medidas reguladoras coartaban la libertad de los individuos que la forman, desde mediados de los 90 se consolida en Europa una forma de hacer política encaminada a la desregulación de todos los sectores de la industria y el comercio.

En el caso español, desde la llegada de Pedro Solbes al gobierno González proliferan una serie de medidas en este sentido. Recordemos que ya por aquel entonces el ministro comenzó a poner en duda la viabilidad del sistema de pensiones, alentando el desarrollo de los fondos de pensiones privados como complemento del mismo. Si bien en un principio se planteó la cuestión como un paradigma, tras su paso por el gobierno Zapatero, pudimos comprobar que no se trataba solo de eso sino que realmente lo que dejo entrever entonces era la sustitución paulatina de un modelo público de pensiones por otro de carácter privado, en beneficio de las grandes corporaciones financieras.

Entre medias vendría el gobierno Aznar que, en consecuencia a sus principios, actúo durante sus mandatos  con el cariz propio de un modelo conservador con un macado carácter neoliberal en lo económico. La Ley del Suelo del 98 fue la promotora de la burbuja inmobiliaria para satisfacción de los grandes constructores, especuladores, tiburones de las finanzas y entidades financieras de todo tipo que afloraron en cada esquina concediendo créditos a diestro siniestro, sin la más mínima garantía. La desregulación sistemática de la mayoría de los sectores de la industria y el comercio con la excusa de la mejora de la competitividad ha quedado meridianamente claro que lo que ha servido ha sido para el desarrollo de gigantescos oligopolios, muchos de ellos –Endesa, Telefónica, etc.-, consecuencia de la privatización de las empresas públicas, incluso las más rentables para el Estado y hasta con algún presunto enriquecimiento ilícito a costa de esos mismos procesos. Además de continuas bajadas de impuestos para las clases más adineradas y favorecidas por el sistema  en detrimento de las clases medias y trabajadoras, convirtiendo a estas últimas en el sostén principal del Estado.

Y que digamos del gobierno Zapatero. Al contrario de lo que debería representar el espíritu de un socialdemócrata, más aun ante la evidencia de lo que tarde o temprano se avecinaría, optó por subirse a lomos de la misma ola que se su antecesor incapaz de ver las consecuencias de estas políticas y prefirió caminar por la cresta de la misma para lo que creyó sería su mayor gloria. Zapatero, como el resto de sus partenaires europeos ensimismados por la benevolencia de las macro-cifras, no quisieron ver lo que se le venía encima a sus respectivos países y cuando el castillo de naipes se desmoronó se creyeron capaces de volver a levantarlo sobre la misma fantasía que lo había sostenido durante todos los años anteriores.

Y ahora, a pesar de las evidencias y del fracaso de todo este contexto neoliberal donde solo prima el egoísmo y la avaricia por la infausta acumulación de más y más riquezas por los poderosos, nuestros politiquillos siguen erre que erre, doblegados definitivamente al dictamen de los mismos a los que, consciente o inconscientemente, ayudaron a enriquecerse hasta límites jamás insospechados. El futuro no es nada alentador, ni en el resto de Europa con los Sakorzy, Cameron, Merkel, Berlusconi y compañía, toda la panda que promovió, secundó y afianzó todas estas políticas, ni en España donde los Rajoy, Montoro, Cospedal, Arenas y toda su corte de voceros y voceras, desde los aledaños de La Moncloa , siguen predicando las mismas recetas que condujeron al desastre: más desregulación, más privatización… En definitiva menos Estado o lo que es lo mismo menos intervención de los ciudadanos en el destino de sus vidas, en beneficio de quienes controlan el poder a su antojo.

Esperemos que el pueblo sea lo suficientemente inteligente, se dé cuenta de lo que está pasando y se rebele contra toda esta tribu de mercenarios del dinero que han hecho del mundo su palacete.

“A quien corresponda”, Joan Manuel Serrat (1981)

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