jueves, 29 de septiembre de 2011

Zapatero y la perspectiva histórica

Cuando el 29 de Enero de 1981 Adolfo Suarez presentó su dimisión como Presidente del Gobierno de España, defenestrado por su propio partido e incluso, según significativos autores, menospreciado por la corona, seguramente jamás pudo prever que al cabo de 30 años fuera valorado como una de las figuras más importantes de la España democrática. Hoy, José Luis Rodríguez Zapatero, ahora como saliente de ese mismo cargo –por cierto que jamás fue derrotado en las urnas-, está siendo poco menos que hostigado y vilipendiado por doquier de la misma forma.

Al presidente Zapatero le hemos criticado abiertamente desde este mismo blog. Desde su entusiasmo por la Nueva o Tercera Vía, esa especie de socio-liberalismo al modo de Tony Blair o Gerhard Schröeder, que ha acabado interpretando de una forma extremista más próxima de las políticas neoliberales propias de un partido como el Partido Popular, que de las posiciones socialdemócratas del PSOE. Su negativa a pinchar la burbuja inmobiliaria el mismo día que gano las elecciones por primera vez en 2004, su manera de negar la crisis una vez empezaron los problemas con las hipotecas subprime en Estados Unidos  en 2007, hasta que se hiciera evidente con la caída de Lehman Brothers en Septiembre del año siguiente.

A partir de ahí su segunda legislatura ha estado marcada por los vaivenes de la crisis internacional, las nefastas políticas de la UE y sus propias inconsistencias hasta su giro definitivo a la ortodoxia liberal de la Unión Europea con sus medidas adoptadas en Mayo de 2010. Probablemente este pudo ser el momento más definitivo de su carrera ya que entre elegir las medidas impuestas desde Bruselas –que están resultando un desastre para el devenir de la crisis en todo el continente-, o dimitir, fiel a sus raíces socialdemócratas, prefirió capitanear la nave española, probablemente, con el desdeño a sus propios principios.

Sin embargo no hay que olvidar que, durante su primera legislatura acometió reformas sociales de trascendencia, muy especialmente, la Ley de la Dependencia, uno de los pilares fundamentales del Estado del Bienestar que hacía cojear el modelo español con respecto al de sus vecinos europeos.  Otra cosa es que se haya desarrollado esta debidamente y que, ahora inmersos en esta crisis sistémica podamos estar presenciando el inicio del desmantelamiento de dicho Estado del Bienestar, pero eso es otro tema del que ya tendremos tiempo de hablar.

Otra cuestión importante, que va calando en las democracias occidentales, fue la puesta en marcha de una ley que beneficia a unos pocos y no perjudica absolutamente a nadie como es la ley de los matrimonios homosexuales. Discutida resultó y resulta todavía la Ley de la Memoria Histórica, más que por su trascendencia real, por el interés de ciertos grupos mediáticos y lobbys de presión interesados en que no se sepa la verdad de lo ocurrido durante cuatro décadas de régimen autoritario en España. En cuanto al proceso negociador con ETA intentó dar carácter oficial a lo que todos sus antecesores en democracia habían hecho del mismo modo, hacer entrar en razón a la banda terrorista para el cese definitivo de la violencia. Lástima que los intereses de los más radicales en las dos partes prevalecieran sobre el resto e hicieran que esta nueva oportunidad se fuera una vez más al garete. Después no le fue tan mal y quizá más por venganza que por convicción ha conseguido poner contra las cuerdas a la organización terrorista hasta nuestros días. Y en el caso de la Ley del Aborto, controvertida sobre todo en el aspecto de la minoría de edad, pues ya veremos que hacen sus sucesores al respecto, aunque no sería de sorprender que apenas si tocarán solo ese punto, tal como ocurriera con la llegada de Aznar al poder después de toda la algarabía que presentaron ante la primera Ley del Aborto sus antecesores.  

Y así podríamos seguir desgranando una u otra ley, norma o decreto pero que, en cualquier caso, quedaron todos atenazados y postergados ante la difícil situación económica y social que atraviesa todo el mundo desarrollado que empeora día a día y a la que no se le parece ver ni fondo ni final. Zapatero hoy, nos atrevemos a decir, no ha sido un buen presidente, ni mucho menos, quizá ni muchísimo menos y hasta quede lejos del aprobado, pero será la perspectiva histórica la que nos acabará dando su justa medida cuando pasen varias décadas. Lo que si que podemos asegurar a la vista de los políticos de su entorno tanto nacionales como europeos, es que en poco o casi nada hubiera variado el modo de hacer las cosas, desde que se abriera la Caja de Pandora hace ahora cuatro años, si en su lugar hubiera estado cualquier otro de los mismos.

2 comentarios:

  1. Lo incomprensible, desde mi punto de vista, es que renunciara a sus principios, a pesar de que dudo de si en el caso de haber dimitido nos hubiera ido mejor; no se veía en el panorama a nadie dispuesto a no obedecer. Rubalcaba me da la impresión que es nás inteligente y tiene ideas propias a este respecto y que no se plegará docilmente a los "mercados". La sociedad civil debe de implicarse mucho más que hasta ahora y debe actuar según se espera de una sociedad democrática. Sin el apoyo o con la apatia de la sociedad civil nos irá muy mal: los ricos será cada vez más ricos y los pobres cda vez más pobres, y todos fracasaremos como miembros de la especie humana.

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  2. Es ahí donde está la raíz del problema, en la apatía de la sociedad civil, aunque creo que esto está motivado por la falta general de conocimiento del porqué ocurren las cosas y es aqui donde, desgraciadamente,son los grupos medíáticos populistas y barriobajeros donde tiene su caldo de cultivo.

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